La pequeña Teresa y el anciano Papa
«Teresita escribió que había visto al papa Pecci casi moribundo. El Papa, en cambio, siguió con vida durante años e hizo muchas cosas importantes». Entrevista al cardenal José Saraiva Martins
por Gianni Cardinale
El cardenal José Saraiva Martins
¿Con qué sentimientos sigue la hospitalización del Papa?
JOSÉ SARAIVA MARTINS: Sigo la enfermedad de nuestro Papa con gran afecto y ansia. Al igual que muchísimos creyentes y no creyentes en el mundo. Todos, independientemente de su credo religioso y político, quieren al Papa, rezan por él, sobre todo en estos días, y esperan verle dejar cuanto antes el hospital “Agostino Gemelli” para volver al Vaticano y continuar su actividad ordinaria como obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal.
¿Qué testimonio da el Papa en esta fase de su pontificado?
SARAIVA MARTINS: Con su enfermedad, con su modo de aceptar la enfermedad, el Papa es un ejemplo extraordinario para todos. Nos enseña, no de un modo abstracto sino concreto, existencial, cómo vivir lo que él mismo ha definido «el Evangelio del sufrimiento», y cómo convertirlo en un instrumento de evangelización eficaz. El lenguaje del dolor es, en efecto, el lenguaje más directo, más incisivo, al que el hombre es más sensible. ¡Cuántas familias tienen seres queridos que sufren en casa o en el hospital! El Papa, de todos modos, no ofrece su consuelo sólo mediante sus propios sufrimientos, sino también dando gracias al Señor y a los fieles por el cariño que siente a su alrededor. Me ha impresionado mucho que la palabra del Papa que con más fuerza se oyó durante el Ángelus que pronunció desde la ventana del hospital fuera: «¡Gracias!».
El Papa está ingresado en un hospital, pero sigue siendo el Papa…
SARAIVA MARTINS: Las palabras pronunciadas por el arzobispo Leonardo Sandri en nombre del Papa durante el Ángelus del 6 de febrero son claras: «También aquí, en el hospital, entre los demás enfermos, a los que dirijo mi afectuoso saludo, sigo sirviendo a la Iglesia y a toda la humanidad». En estas circunstancias no podemos dejar de recordar el incansable ministerio petrino del Papa enfermo: su acción constante por la paz entre los hombres y los pueblos; por una paz verdadera, basada en la verdad, en la justicia, en el amor y el perdón. Y además hay que recordar que la Iglesia no se gobierna con las piernas ni tampoco con buenas palabras sino con la cabeza y con el corazón. Y la cabeza y el corazón del Papa están alertas.
El Papa con algunos niños durante una audiencia en el Vaticano
SARAIVA MARTINS: El periódico Avvenire, informando sobre las afirmaciones de algunos, tituló justamente “Habladurías de mal gusto en los medios de información”. En momentos como estos la tarea más noble que tenemos es –repito– la de pedirle al Señor que nos conserve a este Papa y que salvaguarde a su Iglesia. Al respecto, me ha gustado mucho que el senador Giulio Andreotti nos haya recordado ese fragmento del diario de Teresa de Lisieux en el que la santa protectora de las misiones recordaba su audiencia con León XIII. Escribe Teresita que vio al papa Pecci casi moribundo; el Papa, en cambio, siguió con vida durante años e hizo muchas cosas importantes.
Eminencia, usted está a la cabeza de una de las congregaciones más “activas” de la Curia romana, visto el gran número de beatificaciones y canonizaciones que han tenido lugar durante estos últimos veintiséis años. ¿Ha disminuido el ritmo de trabajo en esta fase?
SARAIVA MARTINS: Gracias a Dios no estamos en una situación de Sede vacante. Así que nuestra Congregación sigue trabajando a ritmo normal. Como de costumbre.
¿Qué le desea al Papa?
SARAIVA MARTINS: Mi deseo más sentido y cordial es que el Señor le dé a este Papa “venido de lejos” larga vida. La Iglesia y el mundo aún le necesitan. Necesitan su testimonio profético, su fe profunda, su valor apostólico, su rico y fecundo magisterio.