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EDITORIALES
Sacado del n. 03 - 2005

Quizá Bush no ha sido informado sobre Siria


La intervención del senador Giulio Andreotti en el debate que se desarrolló el 9 de marzo de 2005 en el Senado italiano, tras la comunicación del presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, sobre los hechos que llevaron a la liberación de la periodista Giuliana Sgrena y a la muerte del policía Nicola Calipari


Giulio Andreotti


La llegada de Giuliana Sgrena al aeropuerto de Ciampino, Roma, el 5 de marzo de 2005

La llegada de Giuliana Sgrena al aeropuerto de Ciampino, Roma, el 5 de marzo de 2005

Señor presidente, resulta incómodo tomar la palabra en estos momentos en los que uno se siente más proclive al silencio y la meditación. Sin embargo, es necesario que nuestro pequeño Grupo para las autonomías cumpla su deber, libre de las posturas partidistas que con frecuencia interfieren –aunque no hoy– en nuestro trabajo.
El último episodio de italianos afectados en Irak, por el papel en él de militares estadounidenses, había de levantar polémicas y especulaciones que irían más allá del caso específico. En esta breve intervención no me detendré en esto, porque, además de toda nuestra historia, los americanos están con nosotros en una Alianza que al principio fue contestada, pero que desde 1976 ha sido aceptada por todos los grupos políticos, o casi. No es necesario, pues, repetir que somos amigos.
Lo que deseo es presentar a la atención del presidente del Gobierno dos problemas, con una pequeña premisa: la investigación ítaloamericana sobre el triste tiroteo representa una solución sabia y a tiempo, pero lleva también a reflexionar sobre lo anormal de la situación en aquel país. Efectivamente, pese a la existencia de un gobierno, aunque sea provisional, y después de las elecciones, son los ocupantes los que han de hacer las investigaciones, sin ninguna participación de los iraquíes.
No he estado de acuerdo en el pasado con quienes defendían nuestra retirada inmediata, y además de la fecha del 30 de junio fijada por la ley de gastos que hemos aprobado, tenemos el compromiso del gobierno a promover un debate en profundidad sobre todas nuestras presencias militares fuera de nuestras fronteras. Será entonces cuando profundicemos también en la naturaleza de nuestra intervención iraquí, que se realizó respondiendo a una amenaza que luego resultó carente de todo fundamento.
Pero someto ahora otro problema. En estos días la atención internacional está centrada en Líbano. Anoche nuestra televisión retransmitió el fragmento del presidente Bush en el que intima a los sirios a abandonar inmediatamente Líbano, invocando las deliberaciones de la ONU.
Dejando a un lado que hace más de cincuenta años que las deliberaciones de la ONU no se tienen en cuenta por lo que respecta a esta zona, no hay que olvidar que una imprudente iniciativa del embajador americano itinerante Habib llevó a un frágil acuerdo entre Líbano e Israel que le costó la vida al pobre presidente libanés Gemayel. Pero hay más. En estos días se habla mucho de Líbano, pero nadie habla de los cientos de miles de refugiados palestinos concentrados en Líbano y mal vistos por la población libanesa. ¿Qué sucederá con estos pobres si realmente se retiran de repente los sirios? Precisamente mientras están encendiéndose luces de esperanza entre palestinos e israelíes hay que prestar mucha atención a no dar pasos apresurados.
Recuerdo bien la postura de Assad padre en el momento de la Conferencia de Madrid. Decía que es justo llegar a ententes bilaterales de Israel con Jordania, la propia Siria, Líbano y los palestinos, pero la conclusión ha de ser simultánea; no estamos dispuestos –dijo– a terminar como los horacios y curiacios.
Familias de refugiados palestinos en Líbano

Familias de refugiados palestinos en Líbano

Un país como el nuestro, que siempre ha estado políticamente muy atento a Oriente Próximo, ha de ayudar a todos a que no den pasos en falso. Por ejemplo, siempre hemos apreciado la silenciosa posición de Siria con respecto a la ocupación de su provincia de Golán. Usted que puede, señor presidente, hágaselo saber al presidente Bush. Quizá nadie se lo ha dicho.
Termino con un comentario. No sé si es verdad que se ha pagado un rescate para salvar esta u otras vidas humanas. Comprendo que es doloroso dar dinero a delincuentes y quizá con ello incluso animarles, pero sobre todo ello está el derecho a la vida.
Se ha recordado que durante el secuestro de Aldo Moro, pese a la negativa a tratar con los brigadistas, que querían de este modo convertirse en sujeto político haciéndose con la representación del proletariado de izquierda del Partido Comunista, en nombre del santo padre Pablo VI, con nuestro consenso, o mejor dicho, con nuestra gratitud, se hizo un intento de rescate. Por desgracia, el intermediario de ellos resultó ineficaz y hasta jactancioso. Era necesario por mi parte aprovechar la ocasión para hacerlo constar aquí esta tarde.


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