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UCRANIA
Sacado del n. 03 - 2005

DESPUÉS DE LAS PRESIDENCIALES. Encuentro con el cardenal Lubomyr Husar

Lejos de Moscú, pero no enemigos


«Durante las elecciones afloró la tentación mesiánica de decir: “Este es el candidato de Dios”. Pero ahora esto es agua pasada». Entrevista con el arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica


por Gianni Valente


Lubomyr Husar, a la izquierda en la foto, abraza al presidente electo ucranio Viktor Yushchenko

Lubomyr Husar, a la izquierda en la foto, abraza al presidente electo ucranio Viktor Yushchenko

Quizá es todavía pronto para valorar los futuros efectos geopolíticos a largo plazo de la “revolución naranja” ucrania. La mezcla de manifestaciones vivaces y presiones internacionales que a finales del 2004, durante la campaña para las elecciones presidenciales, le cerró el paso a Viktor Yanukovich, candidato designado por la nomenklatura para suceder al presidente Kuchma con el beneplácito del poderoso vecino ruso, y puso alas a los pies de Viktor Yushchenko. Sin duda el cambio de relaciones de fuerza geopolíticas podrá tener repercusiones también en la complicada geografía religiosa del país. Y si algo se mueve en el equilibrio frágil de los nacionalismos e identidades confesionales que caracteriza a todo el área, el primero que se dará cuenta será el cardenal Lubomyr Husar, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucrania, es decir, jefe de la mayor Iglesia de rito oriental en comunión con Roma. 30Días se ha reunido con él en la Universidad Teológica de Santa Sofía, en la calle Boccea, avanzadilla de los greco-católicos ucranios surgida en la periferia oeste de Roma por voluntad del heroico cardenal Josyp Slipyj, bajo el pontificado de Pablo VI.

Bien, eminencia, en Ucrania se ha hecho la “revolución naranja”… ¿Cómo la ha visto usted?
LUBOMYR HUSAR: Nosotros somos libres desde hace menos de quince años, pero quienes están en los puestos de responsabilidad, como todos los demás, fueron a la escuela comunista. Es decir, han crecido en un sistema que favorecía a un grupo en el poder, una especie de oligarquía separada del pueblo. Y en el que la idea era la de formar sujetos obedientes, no proclives a tomar iniciativas. En los últimos años había cierta libertad de expresión. Existían elementos de una sociedad democrática, por así decir, no demasiado desarrollada. El año pasado un grupo de unas veinte familias, no más, que controlaban el 80% de todo el aparato nacional, vieron en Yanukovich a su candidato. Durante la campaña electoral se le veía sólo a él, y los demás era como si no existieran.
En fin, una especie de candidato único…
HUSAR: Sí. Pero ya desde el primer turno en la gente empezó a difundirse el descontento por las manipulaciones del gobierno. Los gobernantes pensaban: la gente se enfada un poco y luego como siempre todo se tranquiliza. En cambio, con la segunda votación del 21 de noviembre, estalló la rabia. Pero todo ocurrió de manera no violenta y, diría yo, muy expresiva…
Radio Free Europe, analizando el voto, citaba precisamente a la Iglesia greco-católica entre los bedrock supporters, los defensores más firmes del vencedor Yushchenko.
HUSAR: No. Nosotros como Iglesia hemos tratado de no tomar partido. Hemos dicho solamente que era importante ir a votar y hemos rezado no por uno u otro candidato, sino para que se hicieran elecciones justas. Al principio la gente salió a las calles no tanto a favor de Yushchenko, sino contra la falsificación que veía representada por Yanukovich. Luego las cosas se hacen concretas, y Yushchenko se convirtió en el símbolo de esta llamada revolución naranja. Y desde luego, la mayor parte de nuestros fieles estaba con él.
Pero también en las manifestaciones se notó la presencia de sacerdotes y monjas…
HUSAR: Les pedimos a los sacerdotes explícitamente, incluso con una instrucción, que no entraran en política. Cuando nos enteramos de que algunos sacerdotes hacían propaganda, les dijimos que pararan. Pero especialmente en la parte occidental del país la gente le pregunta al sacerdote e incluso al obispo por quién votar, así que la tentación era grande… De todos modos, hemos tratado de mantenernos neutrales en la medida de lo posible en una situación como aquella.
Y sin embargo, también usted, en su carta escrita a los sacerdotes tras las elecciones, les animaba a no ser sólo buenos pastores sino también líderes civiles.
HUSAR: Hay que tener en cuenta que sobre todo la parte occidental de Ucrania ha pasado más de doscientos años bajo varias ocupaciones. Durante ese tiempo tan largo la Iglesia era el único factor de conciencia social. Tanto los obispos como los sacerdotes, además de ser pastores, se convertían también en puntos de referencia en la vida civil. Hemos querido retomar esta tradición, pero sólo para invitar a los sacerdotes a animar a la gente a ponerse a trabajar, a no esperar que todo caiga desde arriba, dirigiendo esas ganas que se habían visto durante las elecciones hacia el deber cotidiano de cada cual.
¿Se ha reunido usted con Yushchenko, antes o después de su victoria?
HUSAR: Nos habíamos reunido cuando era primer ministro, porque durante una visita a Leópolis vino también a nuestra iglesia. Después de su elección a presidente, le vi en la oración ecuménica que tuvo lugar el lunes 24 de enero, al comienzo de su mandato. Y luego el 16 de febrero, cuando volvió a visitar Kiev, le recibí en la Catedral, donde rindió honor a los jefes de nuestra Iglesia, mis predecesores, que están enterrados en la cripta.
¿A qué Iglesia se siente cercano él?
HUSAR: Es ortodoxo.
Pero en Ucrania la ortodoxia está dividida. Está la Iglesia ortodoxa ligada al patriarcado de Moscú y la que obedece a Filarete, que se separó de Moscú y se autoproclamó patriarca…
HUSAR: No creo que Yushchenko haga grandes distinciones. Cuando él estaba en Kiev, iba a la iglesia de San Miguel, cerca de su casa, que obedece a Filarete. Pero cuando va a visitar a su madre, que vive en un pueblo cerca de Sumy, allí está la iglesia del patriarcado de Moscú y él participa en su liturgia sin inmutarse. Es, sin duda, una persona creyente. Durante la oración del lunes 24 de enero observamos con atención cómo hacía la señal de la cruz. Y luego todos dijeron: no es la primera vez que lo hace…
Religiosos al frente de una de las manifestaciones organizadas después de que la Comisión electoral atribuyera la victoria a Yanukovich en la segunda vuelta del 21 de noviembre

Religiosos al frente de una de las manifestaciones organizadas después de que la Comisión electoral atribuyera la victoria a Yanukovich en la segunda vuelta del 21 de noviembre

De todos modos, sobre el resultado de las elecciones de Ucrania se han considerado aspectos geopolíticos de gran alcance. Por ejemplo, se ha hablado de ayudas recibidas por los militantes “naranjas” por parte de lobbies estadounidenses, como por ejemplo Soros.
HUSAR: Sin duda alguna ha habido ayudas, pero no sé si han sido cuantiosas o no. Pero, por ejemplo, Europa se ha dado cuenta de que algo importante estaba ocurriendo sólo tras el comienzo de las protestas populares. Por eso yo juzgo no según el dinero que ha llegado (algo ha llegado, sí), sino por la sorpresa que he visto en quienes habían venido a controlar las elecciones como observadores. Yo mismo me vi con observadores polacos que vinieron precisamente el día de Navidad, con un sacrificio no pequeño para ellos.
Ahora, según usted, ¿qué aspecto hay que privilegiar en las relaciones con Rusia?
HUSAR: No sé si es el sentimiento general, pero muchos están por una convivencia tranquila con los vecinos rusos, quieren tratar con ellos en un plano de igualdad, en la economía, en la cultura, en la vida religiosa. Algunos albergan un gran resentimiento, pero esto no es realmente algo general. Escucho en la radio a muchos rusos que viven en la Ucrania oriental, y también ellos dicen: no queremos construir una Rusia en Ucrania. Nosotros somos ciudadanos de este p­aís. Queremos sólo vivir como buenos vecinos con Rusia. Si este deseo de relaciones igualitarias lo respetan los rusos, como pienso, no habrá excesivas dificultades.
La orden de captura que han confirmado los jueces rusos contra el nuevo primer ministro Yulia Tymoshenko no parece un buen comienzo…
HUSAR: Yo no la conozco. La vi solo una vez, pero cuando formaba parte del gobierno; ha actuado bien. Es una mujer muy inteligente, muy activa, y tienen miedo de ella porque conoce cómo funcionan los llamados grupos oligarcas.
Lo cierto es que las elecciones han puesto en evidencia una división en el país que era también en parte geográfica.
HUSAR: Casi todos los países tienen sus divisiones: norte y sur en Italia, prusianos y bávaros en Alemania… Precisamente para Navidad, la Universidad de nuestra ciudad, Leópolis, invitó a más de dos mil estudiantes de las regiones orientales. Pasaron la Navidad con nuestros estudiantes, alojados en sus casas. Muchos de estos estudiantes del este se quedaron muy impresionados por esta convivencia y ya han invitado a los nuestros a que vayan a verlos. La diferencia cultural, lingüística, es sin duda alguna grande, pero ha sido fomentada por los políticos. No temo de ningún modo que se produzca una división en el país si el nuevo gobierno se comporta bien.
El mapa religioso de Ucrania es muy complejo. Las otras Iglesias, frente a las elecciones, se expusieron incluso más que ustedes…
HUSAR: La Iglesia del patriarcado de Moscú se declaró oficialmente a favor de Yanukovich, aunque al parecer muchos sacerdotes no siguieron estas instrucciones. En cambio el patriarcado de Kiev estaba claramente a favor de Yushchenko. De vez en cuando afloraba la tentación mesiánica de decir: «Este es el candidato de Dios». Pero ahora ya es agua pasada. El nuevo presidente se reunió en su visita a Rusia con el patriarca de Moscú, Alexis, que le pidió que tratara a todas las Iglesias de la misma manera. Y Yushchenko respondió que esa igualdad de trato, sin discriminaciones, está ya sancionada por nuestra Constitución.
En el pasado se ha hablado en Ucrania de presiones del poder político para unificar a los distintos grupos religiosos y favorecer el surgimiento de una Iglesia nacional, con fuerte carácter chovinista. ¿También la nueva presidencia perseguirá este objetivo?
HUSAR: Espero que no haya presiones políticas para que se haga una unificación forzada. Espero que se cree un Consejo de los jefes de las Iglesias al que el presidente pueda dirigirse cuando necesite consultar algo.
Pero este Consejo ya existía en Ucrania…
HUSAR: El que había estaba demasiado manipulado por el Estado y nosotros nos salimos. Dijimos: queremos ser libres frente al gobierno. Cuando el presidente lo necesite, que nos convoque como representantes de las Iglesias y no como vasallos. Rechazamos firmar ciertos documentos preparados por aquel Consejo y firmados por otras Iglesias. Documentos de evidente carácter político.
¿Cómo son las relaciones entre la Iglesia greco-católica y Filarete?
HUSAR: Son bastante buenas.
Tener relaciones con Filarete, que está considerado como un cismático y no ha sido reconocido por ninguna de las Iglesias ortodoxas, ¿no podría parecer una especie de afrenta indirecta a las Iglesias ortodoxas que custodian celosamente la validez canónica de su sucesión apostólica?
HUSAR: Hemos de distinguir. La sucesión apostólica existe también en la Iglesia de Filarete. No hay reconocimiento canónico de su patriarcado. Pero también el patriarcado de Moscú, tras ser formado en 1589, estuvo 150 años sin ser canónicamente reconocido por el patriarcado de Constantinopla. Pero existía.
Lo cierto es que Filarete se ha convertido en el punto de referencia de mucha gente rara: camarillas religiosas, pseudo obispos que se pasean por el mundo…
HUSAR: Él es un político desde hace mucho tiempo, desde los tiempos soviéticos. Hasta cierto momento negaba nuestra existencia. Pero he hablado con él hace diez días, fue un coloquio muy amigable e importante…
La primer ministra ucrania Yulia Tymoshenko abraza al patriarca ortodoxo Filarete

La primer ministra ucrania Yulia Tymoshenko abraza al patriarca ortodoxo Filarete

En la eclesiología oriental los acontecimientos políticos inciden en las estructuras de la Iglesia. También usted, en una carta importante, reafirmó que el reconocimiento del status patriarcal de su Iglesia sería la respuesta adecuada a la consolidación de la independencia de Ucrania. ¿Podrá favorecer ahora la separación de Ucrania de la influencia rusa el reconocimiento del patriarcado de la Iglesia greco-católica?
HUSAR: Todo depende de lo que uno quiera. Los que tienen miedo de nuestra existencia como patriarcado temen que pueda cerrar el camino a ciertas injerencias. Los que están más arraigados en la tradición eclesial oriental, fuera de toda instrumentalización política, ven en el reconocimiento un paso natural y no lo temen. Porque si se nos reconoce como patriarcado no vamos a ser ninguna extrañeza extraterrestre.
¿Y Yushchenko? Tendrá su opinión al respecto…
HUSAR: Él quiere lo que sea útil para el país. Nunca he hablado del tema con él, tendremos que hablar de ello sin lugar a dudas. Por lo que he leído y escuchado, pienso que estará a favor porque ve en esto un hecho positivo para el país.
Así pues, de alguna manera, podría ser una consecuencia política.
HUSAR: Sí. Su elección podría traer consecuencias políticas positivas.
Hay quien es de la idea de que se debería ir a la autoproclamación unilateral del patriarcado, que quizá al principio no conseguiría el reconocimiento de Roma, pero luego, con el tiempo, las cosas se arreglarían. ¿Qué le parece a usted?
HUSAR: También se me ha sugerido esto. Yo estoy totalmente en contra de este modo de hacer las cosas. Existe la ley y hay que respetarla. Un verdadero patriarcado es algo sagrado, algo que tiene que ver con la vida de la Iglesia. Actuar de manera política, tratar de forzar las cosas no es digno de bendición.


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