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DOCUMENTO
Sacado del n. 03 - 2005

Señor, enséñanos a orar


30Giorni ha publicado en Italia un pequeño libro de oraciones titulado Chi prega si salva (Quien reza se salva). Comprende las oraciones más sencillas de la vida cristiana, como las de la mañana y de la tarde, y un texto, ya publicado en los otros idiomas hace unos años, para hacer una buena confesión. La nueva reimpresión del pequeño libro lleva una presentación del prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe que publicamos en estas páginas


por el Cardenal Joseph Ratzinger




Desde que el hombre es hombre, reza. Siempre y por doquier el hombre se ha dado cuenta de que no está solo en el mundo, que hay alguien que lo escucha. Siempre se ha dado cuenta de que necesita a Otro más grande y que debe tender a Él para que su vida sea lo que tiene que ser. Pero el rostro de Dios siempre ha estado velado y sólo Jesús nos ha mostrado su verdadero rostro. El que le ve a Él ve al Padre (cf. Jn 14,9). Así pues, si por una parte al hombre le resulta natural rezar (pedir en el momento de la necesidad y dar las gracias en el momento de la alegría), por la otra, está siempre nuestra incapacidad de rezar y hablar a un Dios escondido. No sabemos pedir como conviene, dice san Pablo (Rm 8, 26). Por eso debemos decirle siempre al Señor, como los discípulos: «Señor, enseñanos a orar» (Lc 11, 1). El Señor nos ha enseñado el padrenuestro como modelo de auténtica oración y nos ha dado una Madre, la Iglesia, que nos ayuda a rezar. La Iglesia ha recibido de la Sagrada Escritura un gran tesoro de oraciones. En el transcurso de los siglos se han elevado, de los corazones de los fieles, numerosas oraciones con las que éstos cada vez nuevamente se dirigen a Dios. Al rezar con la Madre Iglesia nosotros mismos aprendemos a rezar. Por eso me alegra mucho que 30Giorni publique una nueva edición de este pequeño libro que contiene las oraciones fundamentales de los cristianos, que han ido madurando en el transcurso de los siglos. Nos acompañan durante todos los momentos de nuestra vida y nos ayudan a celebrar la liturgia de la Iglesia rezando. Le deseo a este pequeño libro que pueda convertirse en un compañero de viaje para muchos cristianos.


Roma, 18 de febrero de 2005


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