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ECUMENISMO
Sacado del n. 06 - 2005

Católicos y anglicanos. Habla el arzobispo de Westminster Cormac Murphy-O’Connor

La Virgen y el camino de la unidad


Hay un nuevo episodio del diálogo con la Comunión anglicana. La declaración conjunta sobre la madre de Jesús, María: gracia y esperanza en Cristo, fruto del trabajo de la Comisión internacional católico-anglicana, no sólo puede favorecer el debate teológico y eclesiológico, sino también una practica compartida de piedad popular


por Giovanni Cubeddu


El cardenal Cormac Murphy-O’Connor frente a la Catedral de Westminster, Londres

El cardenal Cormac Murphy-O’Connor frente a la Catedral de Westminster, Londres

Fue presentado en mayo el último documento del ARCIC (Anglican-Roman Catholic International Commision, Comisión Internacional Anglicano-Católica) que lleva por título María: gracia y esperanza en Cristo. Hemos hablado del tema con el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, arzobispo de Westminster.

Eminencia, ¿por qué un texto sobre María ahora? ¿Qué importancia tiene en el diálogo entre anglicanos y católicos?
CORMAC MURPHY-O’CONNOR: María ha tenido un papel importante en la vida y en la liturgia tanto de los anglicanos como de los católicos. Pero los dos dogmas marianos de la Inmaculada Concepción y de la Asunción, al igual que algunos modos de devoción mariana de la Iglesia católica en el pasado, fueron motivo de fuerte desacuerdo entre anglicanos y católicos. Por eso, entre nuestras Iglesias, todo diálogo sincero –que la ARCIC ha promovido siempre– antes o después tenía que afrontar la cuestión. La otra razón para decidir hablar de María es que, además de los desacuerdos sobre ella, es un tema en el que aflora el desacuerdo sobre la autoridad en la Iglesia. Creo que debíamos ante todo aclarar nuestra distinta concepción de la autoridad en la Iglesia –como hicimos en 1999 con la declaración “El don de la autoridad”, The gift of Authority– antes de podernos poner a considerar expresamente los dogmas. Por tanto, este documento desea precisamente afrontar el núcleo del problema: ¿de qué modo la comprensión católica de María se ha desarrollado según la Escritura y la Tradición?
¿Qué respuesta ofrece el texto?
MURPHY-O’CONNOR: La parte que el documento dedica a María en la Escritura está de verdad muy bien hecha y podría utilizarse en la enseñanza. Lo que se desprende es una especie de re-acogida de María tanto por parte de los católicos como de los anglicanos, una comprensión renovada, de los distintos aspectos de la tradición que quizá se habían perdido de vista. El documento ayudará a muchos anglicanos a recuperar aspectos de la tradición común que habían perdido y a ver que la devoción católica por María, entendida correctamente, entronca genuinamente con la tradición bíblica y eclesiástica. Y creo que esto ayudará a los católicos a descubrir algunos de esos fundamentos bíblicos que conciernen a María y el horizonte teológico dentro del cual hay que verla, horizonte que se ha perdido en algunas formas de devoción.
Es un documento que devuelve frescura a nuestras dos tradiciones y hace que nos acerquemos en la comprensión recíproca.
El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, con el papa Benedicto XVI el 25 de abril de 2005 en el Vaticano

El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, con el papa Benedicto XVI el 25 de abril de 2005 en el Vaticano

La ARCIC ha examinado de cerca la tradición mariana de Oriente (María la “Toda Santa”, y la “dormición” de María) para afrontar los problemas que han dividido al Occidente. Además en el texto se cita ampliamente a san Pablo.
MURPHY-O’CONNOR: Es una sorpresa lo que puede suceder cuando hombres de fe se encuentran frente a las Escrituras. La Comisión acabó trabajando de manera muy extensa sobre el fragmento de la Carta a los Romanos 8, 28-30, que no es en especial un texto mariano. Para los miembros de la Comisión, sin embargo, se convirtió en una especie de instrumento interpretativo, que les permitió ver en María un modelo de gracia y de esperanza, que nos revela la manera en que Dios actúa con los hombres. Tanto la Inmaculada Concepción como la Asunción revelan algo del cómo actúa Dios sobre nosotros anticipadamente, para llamarnos durante nuestra vida, y del fin al que Dios nos exhorta. Así María es ejemplar en la llamada y en la respuesta, y la devoción por ella nos puede llevar más cerca de Dios mediante Jesucristo.
¿Puede significar este documento un paso adelante en la posibilidad de compartir la eucaristía con los anglicanos?
MURPHY-O’CONNOR: Ha sido una ayuda notable a la hora de despejar el enésimo obstáculo en la comprensión entre católicos y anglicanos. ¿Nos acerca a compartir la eucaristía? Diría que sí y que no. No, porque el modo seguido por la ARCIC tiende a aclarar las diferencias y no necesariamente a resolverlas. Se ocupa de limpiar el camino para que las dos Iglesias puedan caminar más juntas. Y esto porque –y aquí respondo sí a su pregunta– cuanto más sepamos caminar juntos, más podremos construir esa unidad de la que brota la comunión compartida.
Hablando del camino que hay que compartir, ¿cuál es la realidad actual de la Iglesia católica en una país mayoritariamente anglicano como Gran Bretaña?
MURPHY-O’CONNOR: Sinceramente considero fascinante la vida diaria, hoy, en Gran Bretaña, de un obispo o de un cardenal católico. Por un lado hay un rápido proceso de descristianización del país que de verdad me preocupa: la crisis de la familia, la falta de respeto por la vida humana –el aborto, la eutanasia, los experimentos con embriones humanos– así como la poca o inexistente generosidad con los emigrantes, y un egoísmo generalizado. Por el otro, sin embargo, veo para la Iglesia católica y para su cardenal una posibilidad, que no tenían hasta no hace mucho, de hacer escuchar su voz.
¿De qué modo?
MURPHY-O’CONNOR: Hoy, por muchas razones, los otros obispos católicos y yo podemos hablar sobre temas relacionados con la vida, el aborto, la eutanasia, la familia, la reforma de las cárceles, el cuidado de los pobres, de un modo que sólo hace unos años era impensable. Cuando yo era joven la Iglesia católica estaba al margen de la sociedad británica; la gente nos miraba con recelo. Ahora estamos en el centro de las cuestiones, y se oye claramente lo que decimos. En parte una razón de esto reside en el hecho de que los católicos ya no son solamente inmigrantes recién llegados de Irlanda, sino ciudadanos ingleses que desean y quieren ser escuchados. Y por tanto, hoy puede encontrar católicos en muchos ámbitos sociales y en la vida diaria en general, incluso en el Gobierno.
Ha comenzado un nuevo pontificado. ¿Qué apoyo puede ofrecer la Iglesia de Inglaterra al papa Benedicto XVI?
MURPHY-O’CONNOR: El gran don que ha recibido la Iglesia inglesa es el de su sólida fidelidad durante los tiempos de la prueba. Fui durante años rector del Venerable Colegio Inglés; 44 estudiantes de este colegio fueron martirizados durante la Reforma. Durante siglos la Iglesia católica y los católicos fueron perseguidos. De esa experiencia la Iglesia renació en el siglo XIX y desde entonces sigue adelante. Lo que la Iglesia inglesa posee es una herencia de fidelidad, de gran fidelidad al Papa y a la Iglesia universal. Y la experiencia de la Iglesia británica puede ofrecer mucho a la Iglesia universal en su modo de estar presente en la Europa moderna. Concretamente, ayudamos al Papa con el consejo que podamos darle, con la unidad de nuestra Iglesia, de nuestros obispos, juntos en la colegialidad. De este modo, pues, damos al Papa el ejemplo de una jerarquía que está unida, que trabaja para hacer que la Iglesia sea cada vez más fuerte y evangelizadora en la cultura actual.
Virgen con el Niño, salterio de Robert de Lisle, siglo XIV, British Library, Londres

Virgen con el Niño, salterio de Robert de Lisle, siglo XIV, British Library, Londres

Últimamente el primado anglicano ha tenido que afrontar graves crisis en la Comunión anglicana. ¿Ha podido ayudarle de alguna manera?
MURPHY-O’CONNOR: El arzobispo Williams sabe que puede contar no sólo con mi amistad, sino también con la del cardenal Kasper y del Consejo pontificio para la unidad de los cristianos, enRoma. Sabe que por nuestra parte siempre le escucharemos y aconsejaremos con compresión y confianza, que son las cosas que forman una amistad. Hablamos con regularidad de los temas por los que él afronta batallas dentro de la Comunión anglicana, porque estos enfrentamientos atañen a la unidad de los cristianos. Tratamos de ayudarle en todo lo posible.
¿De qué modo piensa que es posible la unidad de los cristianos en tierra anglicana?
MURPHY-O’CONNOR: San Agustín pedía la unidad en las cosas esenciales, la libertad en las no esenciales y la caridad en todas. Es una buena máxima. Aún estamos buscando el modo de alcanzar un acuerdo sobre las cosas esenciales de la fe. La Trinidad, la Encarnación, la Redención son tres grandes misterios que compartimos en el Credo. Luego tenemos las doctrinas fundamentales de la Iglesia sobre las que la mayoría de los anglicanos podría convenir. Digamos que lo que nosotros podemos ofrecer a la Comunión anglicana es el don que hemos recibido, nuestra comprensión y la experiencia de lo que significa ser Iglesia. Los últimos meses nos han mostrado de una manera única la eclesiología del catolicismo: el papa, los obispos, el pueblo de Dios y la increíble unidad que sostiene todo esto. Creo que también otras Iglesias lo necesitan, al igual que necesitan profundizar en la colegialidad, ver como actúa la unidad, en caridad, libertad y en la comunión de la fe.
¿Qué puede enseñarnos la Comunión anglicana?
MURPHY-O’CONNOR: Por ejemplo, mayor atención a lo que dicen los laicos en las diócesis. El obispo es uno que cuida su diócesis, debe escuchar a sus sacerdotes, a los religiosos, a los laicos, y esto significa que depende de un tipo de gobierno de la Iglesia que es más sinodal. Hay algo que probablemente podemos aprender de los anglicanos, pero encuadrándolo en el marco de toda la eclesiología de la Iglesia. Y he aquí el papado, en su papel que consiste en servir en todo el mundo la comunión de los cristianos. Juan Pablo II en la Ut unum sint pidió a los líderes cristianos respuestas sobre la forma en que la Sede de Pedro puede servir del modo mejor la causa de la comunión. Creo que debemos seguir adelante con este diálogo.


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