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CUBA
Sacado del n. 05 - 2003

REFLEXIONES. Un carta de los obispos cubanos

La libertad religiosa no es sólo libertad de culto


La Conferencia episcopal puntualiza la situación de los católicos en la Isla. Partiendo de los contenidos de la entrevista a 30Días del embajador cubano ante la Santa Sede


por la Conferencia episcopal cubana



Un sacerdote cubano  frente a la catedral de La Habana

Un sacerdote cubano frente a la catedral de La Habana

Sr. Director:
El Comité Permanente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba ha dedicado particular atención a la entrevista realizada al Sr. Embajador de Cuba ante la Santa Sede, que bajo el título La Isla non è fatta per l’isolamento publicada en la revista que Usted dirige, en el N�. 3, Marzo de 2003. En ella encontramos algunos conceptos que sentimos la necesidad de comentar, por lo que rogamos sean publicadas próximamente las siguientes consideraciones:
Conociendo el Magisterio del Santo Padre Juan Pablo II y la preocupación que como pastor universal le acompaña, entendemos que la apertura de Cuba al mundo y del mundo a Cuba, por las que el Pontífice hizo votos en su visita a nuestra patria, desborda el ámbito de las relaciones formales, sean diplomáticas, jurídicas, turísticas, comerciales o de servicios profesionales y abarca como elemento esencial el libre flujo y el intercambio de ideas, enfoques y puntos de vista sobre los más diversos temas culturales, filosóficos, científicos, sociales, económicos, políticos. Esto no sólo a un nivel de estructuras gubernamentales, sino incluyendo a todos los sectores de la sociedad, de modo que se logre el enriquecimiento espiritual recíproco, así como una visión amplia y flexible con el propósito de favorecer el crecimiento integral y armónico de todas las personas, sin más limitaciones que las que impone el respeto a la verdad. Esta apertura así entendida aún no se da entre nosotros.
El Sr. Embajador, miembro del Partido Comunista, tiene un concepto de libertad religiosa en consonancia con su propia ideología marxista que no se corresponde con lo que la Iglesia Católica entiende y enseña.
El Sr. Embajador ha afirmado que en Cuba "existe una absoluta libertad religiosa". Se refiere a la libertad de culto, que gradualmente ha sido mejor entendida por las autoridades. Sin embargo, la libertad religiosa es mucho más amplia en sus exigencias pues abarca la presencia pública y la manifestación de la fe, iluminando diversos ámbitos de la vida e incidiendo abiertamente en los criterios de acción que orientan el comportamiento ético de los creyentes y que se proyectan abiertamente sobre su conducta social. Estos aspectos en nuestro país tropiezan con numerosas limitaciones, un ejemplo de ello es la imposibilidad de los padres para elegir el tipo de educación que desean para sus hijos.
Valoramos el postulado a que alude el Sr. Embajador de la necesaria independencia entre la Iglesia y el Estado laico. Pero este principio teórico no se corresponde con los procedimientos políticos de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que controla la vida y la acción de la Iglesia, desde la entrada al país de sacerdotes, religiosos y religiosas que son necesarios para la evangelización, hasta imponer restricciones para la adquisición de medios útiles en la acción evangelizadora, como puede ser la compra de computadoras, de materiales de construcción para la reparación de templos, equipos de impresión, medios de transporte, etc. Nuestra Conferencia Episcopal detenta la excepcional condición de ser la única en el Continente, y quizás en el mundo, que no tiene acceso a Internet, y esta es una de las frecuentes limitaciones que nos transmite la Oficia de Asuntos Religiosos.
Todo lo anterior es para la Iglesia una experiencia continua de trabajos adicionales, estrechez, dificultades innecesarias y malestar, además de un intento de control sobre su vida ordinaria.
En Cuba todos los medios masivos de comunicación son estatales. Las confesiones cristianas no católicas tienen ocasionalmente un programa radial a través de una emisora de alcance limitado. Algún Obispo católico ha podido hablar por una emisora radial en la localidad de su diócesis, sea en Navidad o en la fiesta de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba. Solo en una ocasión, como preparación a la visita del Santo Padre, el Sr. Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana y actual Presidente de la Conferencia de Obispos, pudo dirigirse a través de la Televisión nacional a todo el país por 30 minutos. Estas intervenciones sólo han sido posibles mediante solicitudes puntuales y formales, siempre sujetas a una respuesta que puede ser aprobatoria o no. De hecho, en las últimas décadas, la Iglesia en Cuba no ha tenido acceso normal a ningún medio de comunicación.
Cuba tiene hoy la cifra más baja de sacerdotes por habitantes en todo el continente Americano. Considerado en perspectiva histórica hay que decir que al principio de la Revolución (año 1959) había en Cuba algo más de 700 sacerdotes, de ellos fueron expulsados 131 en un solo día del año 1961, otros abandonaron el país ante el ambiente de hostilidad manifestado hacia la Iglesia, o al ser expropiadas las instituciones de enseñanza. Permanecieron en Cuba apenas unos 200 sacerdotes para una población de 6 millones de habitantes, y esta cifra se mantuvo casi invariable mientras aumentaba la población. Actualmente, para una población de más de 11 millones de habitantes, la autorización para la entrada de sacerdotes no ha permitido rebasar en demasía el número de 300.
Algo similar podemos decir respecto de otros consagrados. Las comunidades religiosas femeninas se redujeron de 158 a 43, las masculinas de 87 a 17. Cerca de 2000 religiosas trabajaban en Cuba en 1959, quedaron unas 200 durante muchos años, llegando en la actualidad a unas 600, cifra muy inferior a la del año del triunfo de la Revolución, para una población que casi se ha duplicado.
Las dificultades para la entrada a Cuba de sacerdotes y religiosas no dependen de coordinaciones o prioridades al interior de la Iglesia, sino de que cada solicitud es sometida al riguroso y lento proceso de aprobación por parte de la Oficina de Asuntos Religiosos, el que no siempre concluye favorablemente para la Iglesia.
Las Instituciones Asistenciales de la Iglesia en Cuba en el año del triunfo de la Revolución eran cerca de 70 hoy son solamente 11.

Totalmente ignorada por los medios de comunicación oficiales, la Iglesia católica en Cuba, con muchos esfuerzos y limitaciones y con la ayuda de Iglesias hermanas, ha logrado editar, con mucha modestia, algunas publicaciones propias.
Desde 1997, el Gobierno cubano ha exigido insistentemente a la Conferencia de Obispos la inscripción, en un registro del Ministerio de Cultura, de dichas publicaciones, pero estas publicaciones no han sido registradas aún, pues el Reglamento del Registro Nacional de Publicaciones Seriadas, que define la necesidad de "garantizar un control centralizado y efectivo sobre todas las publicaciones", es tan minucioso en sus regulaciones como para decidir si se puede cambiar o no el perfil temático, la frecuencia de salida, el número de páginas, o la tirada de una publicación.
La Iglesia cubana no se "obstina" en no querer registrar sus publicaciones. Hemos comunicado a las autoridades pertinentes nuestras inquietudes sobre estos excesivos controles. Nuestra intención de lograr un diálogo al respecto no ha fructificado.
Dadas las políticas hostiles y discriminatorias hacia la religión, y hacia la Iglesia Católica en particular, que estuvieron manifiestamente acentuadas hasta la década de los 70s, creció el número de personas que canalizaron sus inquietudes religiosas mediante prácticas sincréticas, no públicas, sin necesidad de acudir a los templos que permanecían vigilados. A ello se añadió la promoción oficial desde el punto de vista cultural, folklórico y turístico de esas manifestaciones sincréticas afrocubanas, llegando a presentarlas como "la religión de Cuba", a cuya difusión alude el Sr. Embajador. Pero aún así no compartimos la opinión de que éstas, junto al espiritismo, sean la "religión" predominante en el pueblo cubano. Junto a los católicos de práctica religiosa más ilustrada y constante, existe un amplísimo número de personas que viven una religiosidad popular católica, sin mezcla de religiosidad africana ni espiritismo. Aún estas personas de religiosidad sincrética a las que nos hemos referido, solicitan ser bautizados según el rito católico, conocen y rezan las oraciones de la Iglesia, piden misas por sus difuntos y muchos se consideran, ellos mismos, católicos.
8. En una entrevista con varias agencias de prensa el pasado mes de febrero, el Sr. Cardenal Jaime Ortega dijo literalmente que la Iglesia no apoyaba el Proyecto Varela ni ningún otro proyecto político, pero que la Iglesia sí estaba por la libertad de conciencia y el Premio Sajarov fue entregado al Señor Payá por su ejercicio de la libertad de conciencia. Por esto el Sr. Cardenal escribió una carta de felicitación al Sr. Oswaldo Payá, al conocer que había sido elegido para recibir el premio del Parlamento europeo.
En estas consideraciones no hemos abordado otros tópicos en los que el Sr. Embajador ha expuesto el pensamiento oficial del Gobierno cubano y que no se refieren directamente a la Iglesia católica.
Señor Director, agradecemos la amable atención que su revista brinde a las consideraciones precedentes, las que estimamos necesarias para una mejor comprensión de la vida de la Iglesia en Cuba.

Atentamente,
Comité Permanente
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba La Habana,
16 de Abril de 2003









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