Home > Archivo > 07/08 - 2005 > El maratonista de paso corto
CHINA
Sacado del n. 07/08 - 2005

El maratonista de paso corto


Entrevista al obispo Aloysius Jin Luxian, de noventa años


Entrevista al obispo Aloysius Jin Luxian de Gianni Valente


El obispo Aloysius Jin junto al plato conmemorativo de sus veinte años como obispo de Shangai

El obispo Aloysius Jin junto al plato conmemorativo de sus veinte años como obispo de Shangai

El enorme plato con la imagen del papa Ratzinger no le gusta mucho a la secretaria de monseñor Aloysius Jin Luxian, lo encuentra kitsch. Pero los amigos no han encontrado nada mejor como objeto-recuerdo para rendirle homenaje por sus veinte años de obispado.
Hasta hace algún tiempo, alguien habría podido incluso considerar irreverente el voluminoso souvenir encargado para el aniversario de una ordenación episcopal como la recibida por el jesuita que en 1985 tenía setenta años, con la aprobación del gobierno de Pekín, pero sin el mandato apostólico, es decir, la aprobación del obispo de Roma.
Pero hoy también él –como revela la entrevista siguiente– sabe que ha sido reconocido y legitimado implicite como obispo por la Sede apostólica. Y ni siquiera el enorme plato con la imagen del nuevo Papa bendiciendo parece un regalo exagerado para quien, como él, después de casi cinco lustros de cárcel y de confinamiento, se ha movido durante otros veinte años por tierras de exilio y zonas grises llenas de peligros espirituales y corporales. Soportando ad maiorem Dei gloriam incluso el martirio silencioso de ser etiquetado durante años como usurpador de cosas sagradas, complaciente con los perseguidores de la Iglesia. Peligros e injurias evitadas gracias también a la astuta sabiduría impregnada de sensus fidei con la que, antes de comenzar la entrevista, advierte de que «no se puede decir toda la verdad porque se correría el peligro de hacerle daño a la Iglesia» y que «hay que tener siempre presente que en China todo va despacio. Y que quien va despacio llega lejos».

Hace ya años que más o menos se sabía quién iba a ser su sucesor. ¿Por qué se ha tenido que esperar tanto tiempo?
ALOYSIUS JIN LUXIAN: La Congregación de Propaganda Fide dudaba, porque había que considerar también otros candidatos. Además el nuevo obispo Giuseppe es muy tímido y no quería aceptar. Decía: yo soy demasiado joven, y la situación en China demasiado complicada. Está el gobierno, el Partido comunista, la Asociación patriótica, las comunidades católicas clandestinas, las iglesias “abiertas”… Luego por fin aceptó.
Usted apoyó su elección. ¿Qué le hace pensar que será un buen obispo?
JIN: Cuando hace veintidós años llegó aquí procedente de su pueblo, en Shandong, para comenzar el seminario, se veía que era un joven inteligente, honesto, religioso, con una doctrina muy tradicional. Nació en una familia de campesinos católicos, sus hermanos siguen trabajando en el campo. Por eso le pedí a su obispo que me lo diera enseguida para que fuera candidato en la diócesis de Shangai. Después de la ordenación le pedí que fuera el padre espiritual y el profesor del seminario, después lo mandé a una parroquia. También ha sido canciller de la diócesis, antes de ser vicario episcopal y rector del seminario. Le he pedido que me acompañara en mis viajes al extranjero para que viera también cómo es la Iglesia fuera de China. Estuvimos juntos en Australia, y una vez hicimos un viaje de cuarenta días a Bélgica, Francia, Alemania y Suiza. Además, para prepararse, también estuvo casi dos años en Estados Unidos. Ahora yo estaré a su lado todavía otros dos años más, y luego será él quien esté al frente de la diócesis.
Durante la liturgia de ordenación, ¿de qué manera se hizo público que el nuevo obispo había sido nombrado por el Papa?
JIN: Lo sabían todos. Había también unos diez sacerdotes procedentes de Francia, de Alemania, de Estados Unidos, incluidos los superiores de la sociedad misionera de Maryknoll. Estaba también un sacerdote enviado personalmente por el obispo de Hong Kong, Joseph Zen, que antes de la ordenación le había predicado al padre Xing los ejercicios espirituales…
Sí, de acuerdo. Pero, ¿hubo un momento durante la ceremonia en el que se declarara explícitamente que el nuevo obispo ha sido nombrado por el Obispo de Roma?
JIN: No fue necesario. Fue nombrado por Roma, pero Roma es muy discreta, no quiere dar la impresión de injerencia.

Usted fue el obispo consagrante. Siempre se ha dicho que usted, como obispo, nunca había recibido el mandato apostólico de la Santa Sede y que por lo tanto era un obispo canónicamente ilegítimo. Pero si Roma ha nombrado a un obispo consagrado por usted, ¿significa esto que le ha legitimado también a usted?
JIN: Lo ha hecho implicite, implícitamente. Porque Roma ha pedido expresamente que fuera yo el obispo consagrante. Ha dicho: el obispo Jin ha de consagrar al obispo Giuseppe. Una indicación que me llegó a través de Propaganda Fide, porque ya saben ustedes que las Iglesias de Asia y África dependen de Propaganda Fide…
¿Pero usted había pedido alguna vez que se le reconociera y legitimara como obispo? Sus detractores dicen que no…
JIN: Yo esperaba que Roma me reconociera. Había expresado esta esperanza verbalmente, porque en estos asuntos es la manera más discreta. Y Roma, con esta indicación, me ha demostrado implícitamente que he sido reconocido.
Estará contento…
JIN: Es mi mayor gozo. Yo creo que Roma es inteligente y también discreta. Creo que comprende la situación, que es compleja.
Usted ha recibido también los ataques de quienes le acusaban de ser un pelele en manos del gobierno chino…
JIN: Yo tengo que, no digo ya colaborar, pero por lo menos dialogar con el gobierno, porque he de proteger a mi diócesis. Si yo adopto una posición de cerrazón y me opongo, todo se complica. Hay que ser diplomático, usar el tacto. No estamos en Italia, o en los Estados Unidos. Algunos me acusan de excesiva cercanía con el gobierno. Pero, ¿para qué? Para que viva la diócesis. Ahora tenemos más de setenta sacerdotes, ciento veinte seminaristas en el seminario mayor, treinta en el menor, noventa jóvenes monjas, más de cien parroquias, la editorial, la imprenta. Y todo esto ha de vivir, con el gobierno que tenemos, que es un gobierno legítimo. La Iglesia nunca se ha opuesto de entrada a los gobiernos legítimos. No es necesario para la fe.
Desde los tiempos de la antigua Roma, que incluso persiguió a los cristianos…
JIN: Si el gobierno no pide cosas malas para la fe, hay que respetar las leyes y las reglas del gobierno.
Las comunidades clandestinas ¿han dado señales de apertura hacia el nuevo obispo o se han cerrado en banda?
JIN: Cuando supieron la noticia del posible nombramiento, hace casi un año, y que su obispo clandestino no tendría sucesor, no estaban contentos. Pero aceptaron, aunque algunos de mala gana. Decían: nosotros aceptamos la decisión del Papa. Ahora el obispo clandestino tiene Alzheimer, y Roma quiere que todos los católicos de Shangai estén unidos bajo un solo obispo. Pero se necesitará tiempo para cambiar la mentalidad. No ocurrirá inmediatamente.
Pero, ¿las comunidades clandestinas controlan también los lugares de culto, como ocurre en otras partes de China?
JIN: Los curas a los que el gobierno considera “subterráneos” rezan el oficio divino en sus propias familias y celebran misa en las casas de los fieles. No tienen iglesias porque se niegan a darse de alta como sacerdotes en las oficinas del gobierno. Creo que es una posición radical. Ahora todo ha cambiado. Ha cambiado Shangai, también los comunistas han cambiado, se han vuelto capitalistas… [ríe]. Existe el mercado libre. Shangai es otra ciudad. Hay otros problemas. Hemos de cambiar nosotros también.
¿Cómo es que a veces las detenciones incluso recientes de algunos curas clandestinos se han producido lejos de sus ciudades de residencia?
JIN: El cardenal Jozef Tomko, cuando era prefecto de Propaganda Fide dio algunas directivas, en las que entre otras cosas establecía que los obispos ordenados de manera clandestina tenían jurisdicción sobre toda China, sin tener en cuenta la división en diócesis. Se oye decir de jóvenes sacerdotes clandestinos que viajan por toda China en coche y con teléfono móvil. Piensan que están autorizados a realizar de esa manera su apostolado. Esto, por lo menos, no es nada prudente.



Italiano English Français Deutsch Português