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SÍNODO DE LOS OBISPOS
Sacado del n. 10 - 2005

ENTREVISTA AL CARDENAL KARL LEHMANN

La misión de la Iglesia es anunciar el Evangelio


Cuando se identifica a la Iglesia con un bloque cultural y político, se corre el riesgo de dificultar el contacto con la Iglesia de todos los que están fuera del bloque


Entrevista con el cardenal Karl Lehmann por Gianni Valente


Nadie duda de que el cardenal Karl Lehmann es un hombre libre. Y su libertad parece ser apreciada por sus hermanos alemanes, que el pasado septiembre lo eligieron por cuarta vez consecutiva como presidente de la Conferencia episcopal de Alemania. No es nada raro, pues, que el antiguo asistente de Karl Rahner, que comenzó su aventura de sacerdote en el mismo humus de procedencia del papa Ratzinger, afronte sin reticencias ni conformismos las cuestiones más controvertidas que se debatieron en el Sínodo de octubre sobre la Eucaristía.

El de octubre ha sido el primer Sínodo en el pontificado de Benedicto XVI. Hay quien dice que respecto a los anteriores ha cambiado poco.
Karl Lehmann

Karl Lehmann

KARL LEHMANN: Hace cuarenta años que existe el Sínodo de los obispos. En este largo periodo ha sido para todos nosotros una buena escuela para introducirnos en la dimensión universal de la Iglesia. Este año había mucha gente nueva, para el 52 % de los participantes era su primer Sínodo. Es verdad que el debate libre introducido por el Papa no siempre salió bien, pero ha sido importante para favorecer una disertación más vivaz. Para el futuro mi sugerencia es que se eviten temas de debate demasiado vastos. Sería útil definir una lista de cuestiones fundamentales respecto al tema que se quiere tratar, y discutir solamente esas.
Su intervención, viendo la síntesis, fue muy densa…
LEHMANN: En seis minutos he querido sólo aludir a los aspectos que la reflexión teológica ha estudiado detenidamente en los últimos decenios: dentro del duradero contexto clásico de la doctrina eucarística: la Eucaristía como memoria (anamnesis), la Eucaristía como sacrificio, la correspondencia entre Iglesia y Eucaristía, la acción del Espíritu Santo en la misa, la relación entre Eucaristía y testimonio del cristiano también en la vida pública… Son todos elementos que han conquistado espacio incluso en la teología sistemática. Y que hay que tener en cuenta cuando se buscan respuestas a las cuestiones más controvertidas, en la pastoral de hoy.
¿Qué opina del debate sobre la oportunidad de negar la Eucaristía a los políticos que apoyan leyes no conformes con las leyes de Dios?
LEHMANN: En las propositiones hay una invitación a los obispos para que traten esta materia con prudencia. Es necesario que los cristianos que influyen en la vida política sientan como individuos la responsabilidad frente a su propia fe. Y es parte de la misión de la Iglesia la tarea de favorecer leyes que no estén en contradicción con los Mandamientos. Se debe dar cuenta en público de las propias razones, dialogar para orientar a las personas y también a los políticos. En Alemania organizamos encuentros con los mayores partidos, donde exponemos el punto de vista católico sobre cuestiones éticamente controvertidas. Pero cuando los responsables de las instituciones democráticamente elegidos toman decisiones diversas, debemos respetar sus decisiones y no tratar de desautorizarlas. Por lo demás, los católicos que en Alemania tienen responsabilidades políticas directas son pocos, y sobre los demás no podemos pretender ninguna jurisdicción.
A veces también los políticos católicos muestran fastidio frente a la tutela eclesial…
LEHMANN: En Alemania los políticos católicos no se alejan de las indicaciones del magisterio en lo relativo a los puntos esenciales. Ninguno defiende directamente la legislación sobre el aborto. Hay una fuerte contraposición con los sectores que apoyan la eutanasia activa. Mientras que ahora se nota alguna incertidumbre en el debate sobre las células madres embrionarias.
¿Qué espacio han tenido los temas éticos en la campaña electoral alemana?
LEHMANN: Todo el interés de la gente estaba concentrado en las políticas económicas. Las cuestiones éticas han sido casi ignoradas.
Algunos ven señales de un renacimiento espiritual de Europa, después de decenios de relativismo ético-cultural.
LEHMANN: Existe siempre la tendencia a transformar la Iglesia en una agencia ética, y a medir la Iglesia con el criterio de la utilidad social y cultural. La misión propia de la Iglesia es anunciar el Evangelio. Pero cuando se identifica a la Iglesia con un bloque cultural y político, se corre el riesgo de dificultar el contacto con la Iglesia de todos los que están fuera del bloque. Respecto al renacimiento espiritual, hay que distinguir, como hacían san Pablo y san Ignacio. Veo muchas expresiones de religiosidad enferma, como el satanismo, el esoterismo. El interés por lo sobrenatural en sentido muy genérico y por lo espiritual no es de por sí un factor que ayude a la comunicación de la fe cristiana.
¿Cómo se afrontó el tema de compartir la Eucaristía con los cristianos no católicos?
LEHMANN: El Sínodo reafirmó que este es un gran problema entre las Iglesias, pero no podía dar una solución. Son cuestiones delicadas. Nosotros, en el diálogo ecuménico que mantenemos a nivel nacional, trabajamos ya desde hace tres años con cuarenta teólogos sobre la cuestión de la sucesión apostólica, que es un problema crucial, y a lo mejor dentro de un par de años conseguimos formular una propuesta, que, de todos modos, será sólo una hipótesis de trabajo, sin tener la pretensión de presentarla inmediatamente como la solución definitiva. La participación común en la Eucaristía ha de ser una meta final del diálogo ecuménico, no el punto de partida. Presupone la unión entre las Iglesias y una fe común en la Eucaristía misma. Nuestros hermanos protestantes a veces no lo comprenden, porque toman en consideración sólo la dimensión individual y social de la Eucaristía.
¿Y con los ortodoxos?
LEHMANN: Con ellos la cuestión es distinta. Yo creo que la Ortodoxia piensa últimamente, y a pesar de otras impresiones, que no podemos tener una plena comunión sacramental si antes no tenemos un consenso fundamental sobre la cuestión del primado, que aún no existe. Por parte católica, dentro de los limites del dogma, debemos tratar de definir de qué modo puede ejercerse una colegialidad real entre el Papa y los jefes de las Iglesias ortodoxas.
¿Acerca de la posibilidad de dar la comunión a los divorciados que se vuelven a casar?
LEHMANN: Estoy satisfecho de que sobre este tema se haya manifestado por lo menos cierta sensibilidad. Unos han sugerido nuevas medidas pastorales, pero otros muchos han expresado la preocupación de salvaguardar la indisolubilidad del matrimonio. Creo que sobre este tema no se puede pensar en soluciones omnímodas, válidas para todos los casos. Lo que vale es que la Iglesia ofrezca espacios de acogida a todos aquellos que han vivido el naufragio de la propia vida matrimonial. Que se vea que la Iglesia sigue siendo una madre acogedora también para los que viven estos fracasos personales. Y luego, se puede ver si es posible admitir a la comunión a estas personas, cada uno visto como un caso individual.
¿Le convence la solución de ampliar los criterios para reconocer la nulidad del matrimonio?
LEHMANN: Se debe animar a quien puede hacerlo a elegir este camino. Esta solución jurídica no puede ser la única. No es esta la solución válida para todos los casos. Pero se debe usar donde sea posible o así lo parezca.


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