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IGLESIA
Sacado del n. 12 - 2005

Esperando Valencia


El cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, habla de los preparativos del quinto Encuentro Mundial de las Familias, previsto para julio en España, donde es esperado el Papa


Entrevista al cardenal Alfonso López Trujillo por Gianni Cardinale


La santa misa presidida por el cardenal Alfonso López Trujillo con motivo del cuarto Encuentro Mundial de las Familias, en Manila, 2003

La santa misa presidida por el cardenal Alfonso López Trujillo con motivo del cuarto Encuentro Mundial de las Familias, en Manila, 2003

El pasado diciembre se celebró en el Vaticano la tercera reunión de los presidentes de las Comisiones para la familia y la vida de las Conferencias episcopales latinoamericanas. El encuentro fue organizado por el Pontificio Consejo para la Familia presidido por el cardenal Alfonso López Trujillo, ex arzobispo de Medellín y ex secretario general y presidente del Consejo Episcopal de América Latina (Celam). Para afrontar algunas temáticas tratadas en este encuentro, tocando algunos temas de candente actualidad sobre todo en algunos países del mundo occidental, 30Días le ha hecho algunas preguntas al purpurado colombiano, quien está desde hace más de quince años al frente del “Ministerio de la Familia” de la Santa Sede. Durante el coloquio, como es obvio, se ha hablado también del quinto Encuentro Mundial de las Familias, cuya celebración está prevista para la primera semana de julio en Valencia, España.

Eminencia, ¿cuál es la situación “de la familia y de la vida” en América Latina, tal como se dedujo del encuentro de diciembre?
ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO: En América Latina sobre este punto estamos frente a una realidad compleja, a veces delicada. No todos los países viven la misma situación. Hay naciones donde la Constitución y las leyes vigentes respetan mucho la doctrina de la Iglesia. Hay otros en cambio que sufren la influencia de ciertas tendencias legislativas que se están abriendo paso en determinadas partes del mundo. Tendencias que van contra el derecho a la vida desde su concepción y contra la familia en cuanto tal.
¿Qué está sucediendo en concreto?
LÓPEZ TRUJILLO: En Colombia, por ejemplo, han tratado de despenalizar el aborto. Gracias a Dios, la Corte Constitucional se ha opuesto. Pero sin duda sobre este punto volverán de nuevo a la carga. Todo delito –y, como nos recuerda el Concilio Vaticano II en el número de la Gaudium et spes, «abortus necnon infanticidium nefanda sunt crimina»–, todo delito, decía, tiene su pena, aunque pueda haber atenuantes o agravantes que el juez tiene que valorar. Despenalizar el aborto, reconocer que no es un delito, es el primer paso por un camino que lleva a su plena legalidad, sin límites. Se ha visto en Estados Unidos, donde en la práctica, con el llamado Partial birth abortion, era posible abortar hasta el último mes de embarazo. Por suerte el presidente George Bush firmó la ley del Congreso que ilegalizó esta práctica. Aunque me han dicho que las Cortes de algunos Estados –Nebraska, California y Nueva York– han declarado inconstitucional esta ley.
El problema es dramáticamente sencillo: el embrión es un ser humano con derechos y no es un conjunto inorgánico de células o, peor, una especie de tumor que puede ser extraído sin problemas del vientre de la madre. Como decía hay muchas Constituciones de países latinoamericanos que protegen la vida desde su concepción. El intento que se está llevando a cabo en muchos países es el de introducir excepciones para luego pasar al aborto libre. Es una tentativa que trata de aprovechar el empuje ideológico de las nuevas leyes introducidas en España, algunas de las cuales, sin embargo, es bueno recordarlo, han de recibir todavía el placet definitivo del Tribunal Constitucional. Son noticias conocidas, como es conocida la doctrina de la Iglesia, proclamada con fuerza en la encíclica Evangelium vitae.
Así que en el Encuentro de diciembre los obispos latinoamericanos denunciaron la influencia exterior…
LÓPEZ TRUJILLO: El riesgo denunciado por los obispos latinoamericanos es el predominio de una ideología que no es latinoamericana y que puede tener cierto éxito contingente, como ocurre a veces en las mayorías democráticas, que hoy están y mañana no. Un riesgo determinado por una confusión antropológica y por el positivismo jurídico imperante en algunos países, según los cuales la ley en cuanto ley es siempre buena. Pero esto no es un criterio seguro, la historia está llena de ejemplos que afirman lo contrario. Esto vale para el aborto como también para el matrimonio. También en este caso la Iglesia defiende un concepto de familia que ha sido válido a lo largo de los tiempos y en todas las culturas. El matrimonio es la unión de dos personas de sexo distinto. Ahora en cambio se trata de introducir un concepto diverso, una definición nueva y arbitraria. Pero si se emprende este camino, entonces mañana todo será posible, incluso las aberraciones más impensables, con consecuencias devastadoras para la familia. Este peligro lo advierte con claridad el papa Benedicto XVI. Pero por suerte hay señales positivas…
¿A qué se refiere?
LÓPEZ TRUJILLO: Pienso en Italia, donde la situación es distinta de la de España. En Italia se puede dialogar sobre estos temas con personalidades importantes incluso del llamado mundo laico, con algunos no creyentes que con la simple luz de la razón consideran válido el pensamiento de la Iglesia sobre estos temas. Pienso por ejemplo en personalidades, tan distintas entre sí como el presidente el Senado, Marcello Pera, el periodista Giuliano Ferrara y, en ciertos aspectos, la escritora Oriana Fallaci.
Volvamos a América Latina. Ya ha aludido usted a su país, Colombia. Pero en concreto, ¿cuál es la situación en los otros países?
El cardenal Alfonso López Trujillo 
junto a Benedicto XVI con motivo del concierto 
de la Orquesta Filarmónica de Múnich y del Coro 
de la Catedral de Ratisbona, el 20 de octubre de 2005 en la Sala Pablo VI del Vaticano

El cardenal Alfonso López Trujillo junto a Benedicto XVI con motivo del concierto de la Orquesta Filarmónica de Múnich y del Coro de la Catedral de Ratisbona, el 20 de octubre de 2005 en la Sala Pablo VI del Vaticano

LÓPEZ TRUJILLO: En Brasil se han presentado numerosos proyectos de ley para liberalizar el aborto. No es la primera vez. Recientemente, además, se ha retirado un proyecto increíblemente permisivo. En Honduras, por su parte, la situación está clara: la vida está protegida constitucionalmente desde su concepción y no hay intentos de subvertir esta norma. Lo mismo puede decirse de Perú, donde estuve a principios de diciembre. En Argentina, por lo que me han contado, el gobierno nacional no tiene intenciones de intervenir en estos temas –aunque del Ministerio de la Salud llegan informaciones contradictorias–, mientras que a nivel local, de municipios y provincias, se están dando intentos de introducir leyes que podemos definir inicuas y que en algunos casos han sido aprobadas. En Venezuela, por lo que sé, gracias a Dios no hay tendencias de este tipo; aunque algunos dicen que podrían llegar feas sorpresas. Espero que se reconozca el alma católica de esa nación. En Chile ha sido hace poco introducido el divorcio civil, que antes no estaba contemplado. Hay que esperar, como está esperando la Iglesia local, que la nueva presidenta, Michelle Bachelet, respete los valores de un país cristiano como Chile, que respete los valores del hombre «en su integridad», según la expresión del Papa en su primera encíclica Deus caritas est. El bien del hombre está en el centro de la sociedad, y es un bien común íntegro.
Antes aludía a la influencia negativa que podría tener en América Latina la legislación del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en España. Y sin embargo, en los medios de comunicación estadounidenses, como el New York Times, el Los Angeles Times y otros, se leen gran cantidad de artículos y editoriales favorables a la expansión del derecho al aborto en el continente…
LÓPEZ TRUJILLO: Se trata de medios de comunicación que quizá no reflejan toda la realidad, por suerte, ni la posición de la actual administración estadounidense. Sabemos bien que algunos aspectos de la política de Estados Unidos pueden ser criticables, como la decisión de emprender la guerra de Irak, en donde hoy no faltan los problemas. Y sobre esto conocemos bien cuál fue el pensamiento profético de Juan Pablo II. Pero sobre los temas de la familia, el matrimonio, el aborto, el sexo seguro, hemos de reconocer, como hizo el propio Juan Pablo II cuando recibió en audiencia a Bush, que existe una armonía objetiva entre la administración de EE UU y la Santa Sede por el respeto de los valores morales y la defensa de la vida y la familia. De esto le hemos de estar agradecidos a los Estados Unidos, mientras que al mismo tiempo hemos de estar inquietos por otras realidades en las que predomina una ideología de sentido opuesto, que de todos modos en el futuro habrán de reconocer dónde está la verdad.
El presidente Bush ha nombrado recientemente a dos nuevos jueces para la Corte Suprema, John G. Roberts jr y Samuel A. Alito. Ambos son católicos y son considerados conservadores que podrían contribuir a anular o atenuar la histórica sentencia de la Corte que en 1973 liberalizó el aborto en Estados Unidos. ¿Cómo valora estos nombramientos?
LÓPEZ TRUJILLO: Creo que la Corte Suprema ha vuelvo al plenum de sus componentes, con personas que creen en los valores fundamentales del hombre. Pero yo no soy un ciudadano de Estados Unidos… soy solo un cristiano que reza para que la Corte Suprema de Estados Unidos, como la de cualquier país, tome siempre decisiones a favor de la vida y la familia, por motivos de razón, científicos, legales y también religiosos.
Eminencia, en la primera semana de julio está previsto el quinto Encuentro Mundial de las Familias. Se celebrará en Valencia, en la España de Zapatero. ¿Es quizá una elección provocadora?
LÓPEZ TRUJILLO: Quiero precisar que la decisión de celebrar el Encuentro en Valencia se tomó hace tres años, un año y medio antes de la llegada al poder del gobierno de Zapatero, cuando hasta los observadores más perspicaces consideraban esta posibilidad remota. Pero se puede decir que fue una decisión providencial. El encuentro pretende presentar en positivo el valor de la transmisión de la fe en la familia. No quiere ser ni será un encuentro contra alguien o contra un gobierno. Pero sin duda en esta ocasión se defenderá de manera inequívoca la misión de la familia como Iglesia doméstica y santuario de la vida. La enseñanza de la Iglesia es universal en todos los tiempos y para todos los gobiernos, por el bien del mundo.
¿Estará presente el Papa?
LÓPEZ TRUJILLO: Todavía no se ha tomado una decisión oficial. Pero está claro que somos optimistas y que esperamos con gozo la presencia del Papa en Valencia. Es el Papa el que convoca este encuentro. Y el Papa repite cada día la importancia de la defensa de los derechos de la familia y de la vida humana, con vigor y claridad.
¿Cómo se desarrollará el encuentro?
LÓPEZ TRUJILLO: Se articulará en tres momentos. Habrá una feria internacional de las familias que durará del 1 al 7 de julio, luego un Congreso teológico pastoral, en el participarán unas siete mil personas, sobre el tema “La transmisión de la fe en la familia”, que durará del 4 al 7 de julio y que se articulará también en grupos de estudio sobre varios temas, como economía y familia, familia y evangelización, familia y ecumenismo, familia y pobreza, educación y niños, educación y familia, demografía y familia, organismos internacionales. Finalmente, el sábado 8 será la fiesta de los testigos frente al Papa y el domingo 9 el momento celebrativo propiamente dicho con la misa presidida por el Santo Padre en un lugar espléndido, en el centro de la ciudad.
¿Cuántas familias participarán?
El cardenal Alfonso López Trujillo

El cardenal Alfonso López Trujillo

LÓPEZ TRUJILLO: Espero que muchísimas. Nuestro dicasterio, pese a ser muy pobre, está haciendo muchos esfuerzos para favorecer la mayor participación desde todas las partes del mundo. Porque además Valencia es una ciudad muy hermosa, tiene una Iglesia dinámica, y el Congreso teológico pastoral se celebrará en un barrio dedicado a las ferias dotado de todo tipo de confort y con una sala de reuniones que es de grande como cuatro veces la Sala Nervi.
Eminencia, otras dos preguntas sobre la actualidad. En Italia se ha empezado a hablar de los llamados Pactos de solidaridad (Pacs)…
LÓPEZ TRUJILLO: Sobre este tema me ha parecido especialmente interesante el artículo del profesor Francesco D’Agostino, presidente de la Unión de Juristas Católicos Italianos, aparecido en la primera página de L’Osservatore Romano del 14 de enero, en el que se explica que el objetivo final de esta polémica es en realidad permitir cierto reconocimiento jurídico a las parejas homosexuales. Por mi parte, quiero subrayar que el mismo concepto de Pacs, como han señalado justamente los obispos españoles, es un concepto equivocado, una especie de moneda contrahecha. En este campo las respuestas pueden venir del derecho privado, pero el Estado no puede conceder nada a quienes en términos de estabilidad nada prometen, no solo coram Deo, con un matrimonio canónico, sino tampoco coram societate, con un matrimonio civil.
Usted ha intervenido también recientemente para reafirmar la posición de la Iglesia en la situación de los divorciados que se vuelven a casar…
LÓPEZ TRUJILLO: En este mundo hay quienes quieren dar lecciones de misericordia a la Iglesia y al propio Señor. Dicen que la Iglesia es muy rígida. Pero sobre esto la Iglesia no puede traicionar las palabras de Jesús. Personalmente, tengo muchos amigos que sufren la situación de estar divorciados: tampoco a ellos les puedo decir otra cosa más que no tenemos el poder de cambiar las palabras del Señor. La Iglesia ha de actuar con misericordia, pero no puede decirles a los divorciados que se han vuelto a casar que están en una situación de armonía con Dios y que, por consiguiente, pueden recibir la santa comunión. Como ya he dicho, cuando en el Evangelio de san Juan Jesús está frente a la adúltera y quienes querían lapidarla se fueron, san Agustín comenta: «Relicti sunt duo, misera et Misericordia», se quedaron dos, la miseria de la prostituta y la misericordia de Dios, la pecadora y el Señor. Y luego Jesús le dice: «Vete y no peques más». La Iglesia, como Jesús, ha de ser misericordiosa, pero no puede negar los mandamientos.


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