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UNIÓN INTERPARLAMENTARIA
Sacado del n. 12 - 2005

El organismo internacional que reúne a los parlamentarios de 143 países del mundo

El diálogo nunca es inútil


Entrevista con Pier Ferdinando Casini, presidente de la UIP desde hace algunos meses: «Esta asamblea es un instrumento realmente útil para resolver también las crisis internacionales, porque representa a todos los ciudadanos, mientras que los gobiernos son más bien expresión de las mayorías. Por desgracia la UIP ha estado muy poco visible durante muchos años»


Entrevista a Pier Ferdinando Casini por Roberto Rotondo


Casini con algunos delegados de la UIP durante los trabajos de la Asamblea que se celebró en Ginebra en octubre de 2005

Casini con algunos delegados de la UIP durante los trabajos de la Asamblea que se celebró en Ginebra en octubre de 2005

La Unión Interparlamentaria (UIP) es el organismo internacional más antiguo. Cuenta con 117 años de historia y engloba a 40.000 parlamentarios de 143 países. Pocos lo conocen y puede parecer la cenicienta de las organizaciones internacionales. En cambio la UIP siempre ha sido un foro privilegiado de diálogo, incluso entre países no amigos o con graves contenciosos en curso. El principio según el cual el diálogo nunca es inútil ha hecho que en la UIP hayan participado, por ejemplo, los países del bloque soviético en la época de la guerra fría, o que hayan sido aceptados países en los que el Parlamento posee sólo una función consultiva, como Arabia Saudita. En fin, el que los grupos nacionales estén formados por parlamentarios que proceden de la mayoría de gobierno y de la oposición garantiza que estén representadas las instancias, las problemáticas y las aportaciones de todo el país y no sólo de quienes lo gobiernan en ese momento.
El 19 de octubre de 2005 fue elegido por amplia mayoría presidente de la Unión Interparlamentaria Pier Ferdinando Casini. Con el presidente de la Cámara de Diputados italiana, ahora presidente de la UIP, hemos tratado del papel de este organismo internacional y sobre los puntos que serán afrontados durante su mandato trienal.
¿Cómo nació la idea de la candidatura italiana?
PIER FERDINANDO CASINI: Mi elección demuestra que los italianos, cuando quieren, pueden alcanzar excelentes resultados, a condición de que trabajen en equipo. Mi candidatura, en efecto, recibió el apoyo activo de todas las fuerzas políticas italianas. De este modo conquistó más de dos tercios de los votos favorables de la Unión Interparlamentaria y el favor de colegas de todas las extracciones geográficas, políticas, religiosas y culturales: israelíes, palestinos, sudamericanos, africanos, asiáticos, árabes. He de darles las gracias a parlamentarios como Giulio Andreotti, que estuvo al frente de la delegación italiana en Ginebra y abogó por el “rejuvenecimiento” no sólo por lo que atañe a la edad de la UIP. Fue él quien pidió en nuestros discursos un lenguaje más cercano a los ciudadanos: alejarse de la jerga notarial para acercarnos a verdaderos documentos políticos abiertos a todos. Y yo, al asumir el cargo hace tres meses, expresé el deseo como primer punto de mi programa de que la UIP se caracterizara por una mayor competencia política, menos burocracia, más visibilidad, mayor peso a la representación femenina. La tradición democrática de Italia ha sido durante todos estos años un ejemplo para muchas nuevas democracias en países que tenían lazos históricos con nosotros. Sin duda también habrá jugado a mi favor mi experiencia como presidente de la Cámara italiana, papel de garantía para la mayoría y la oposición. Así como no he sido el correveidile del gobierno en Italia, tampoco seré el correveidile de nadie en la UIP.
¿Su relación con la Unión Interparlamentaria comenzó cuando se convirtió en presidente de la Cámara o existía ya desde antes?
CASINI: Ya mi predecesor había potenciado de manera eficaz la proyección internacional del presidente de la Cámara. Con mi gestión, este papel creció aún más. En cinco años he mantenido como presidente más de 700 encuentros de carácter internacional. He tenido como interlocutores no sólo a los presidentes de los Parlamentos nacionales, mis directos homólogos, sino a jefes de Estado y de gobierno, ministros de Exteriores, responsables de organismos internacionales, personalidades mundiales de la política y la cultura. He visitado centros de asistencia y cooperación, lugares de culto, comunidades italianas en el exterior. Me ha guiado por un lado el interés nacional, por el otro un esquema de valores que en mi opinión los Parlamentos pueden representar más eficazmente que cualquier otro organismo, más allá de las pertenencias políticas y nacionales. Me refiero a los valores como la solidaridad, la libertad, la paz, el diálogo entre las religiones, el derecho y sus instrumentos, la multilateralidad, la lucha contra el terrorismo, la igualdad de las condiciones de partida en la escalada al bienestar, la familia y el derecho a la vida. Todo esto ya formaba parte de los valores de mi militancia política y de mi compromiso de católico, y hoy lo pongo también al servicio de mis colegas parlamentarios de todo el mundo.
¿Cuáles son los momentos más destacados de su compromiso con la UIP?
CASINI: He participado con pasión en todos los compromisos institucionales que hemos tenido en estos años con la UIP como delegación italiana. Pienso entre otras cosas en Marraquech, en marzo de 2002, en Ginebra y Nueva York en 2004 y 2005, en las Conferencias de presidentes de los Parlamentos europeos en La Haya, en Budapest, en Estrasburgo, pero también en el seminario parlamentario ítalo-somalí de febrero de 2005 y en el encuentro con la Unión Interparlamentaria Africana en Argel en noviembre de 2004. Más en general, forman parte de la actividad internacional como presidente de la Cámara otras muchas misiones que tenían objetivos y temas distintos: la reunificación de Europa, la nueva concordia con la antigua Unión Soviética, la aportación de Italia a la tarea de sanear las relaciones transatlánticas tras las incomprensiones con parte de Europa por la intervención en Irak, los renovados lazos con Latinoamérica y nuestras comunidades en el exterior, el diálogo con el islam perseguido con repetidas misiones a los países árabes e islámicos, la memoria mantenida viva y la defensa de los derechos humanos con las visitas a los campos nazis y al museo de la shoah “Yad Vashem”, hasta el encuentro con las mujeres de la Plaza de Mayo, el apoyo a nuestros soldados empleados en misiones de paz en el mundo, las iniciativas por África y contra el hambre en el mundo, como la participación en la asamblea de la FAO en 2002. Quiero recordar de manera especial las misiones a algunos lugares símbolo de las fronteras y las divisiones superadas o aún por superar: a Chipre, a los Territorios palestinos, a Berlín, pero también a la Zona Cero tras el 11 de septiembre.
La Unión Interparlamentaria nunca ha interrumpido sus encuentros ni siquiera en períodos de crisis internacionales graves o durante la guerra fría. Ha sido, pues, un foro privilegiado de concertación parlamentaria y de diálogo. ¿Hoy sigue siendo útil o corre el riesgo de ser una superestructura puramente de imagen?
CASINI: Yo diría que es exactamente todo lo contrario: la Unión Interparlamentaria es un instrumento realmente útil, potencialmente fortísimo porque representa a todos los ciudadanos con respecto a los gobiernos, que, en cambio, son solo expresión de las mayorías; por desgracia ha sido durante muchos años poco visible, ha tenido una imagen poco adecuada a su importancia. La UIP no se ha hecho escuchar lo suficiente. Su voz ha sido demasiado débil, demasiado tímida. Mi primer objetivo a largo plazo es transformar la UIP en un auténtico foro de diálogo y, como expresión de los Parlamentos, en el interfaz de la Asamblea general de la ONU, que por su parte representa a los gobiernos.
¿Cuáles son las líneas que guiarán a la Unión Interparlamentaria durante el próximo trienio?
CASINI: En primer lugar la Unión Interparlamentaria ha de apoyar los procesos de formación y consolidación de la democracia en muchos países, favorecer la construcción de reglas y procedimientos parlamentarios, difundir el léxico de la democracia y la libertad. Esto significa también promover la actualización de funcionarios y dar asistencia técnica. Nuestra Cámara de Diputados lo hace desde años, junto a otros Parlamentos no sólo europeos. Hay que explotar esta experiencia en interés de todos los pueblos, de la seguridad y la convivencia. En Túnez, recientemente, junto a las Naciones Unidas lancé un centro para la “Information and Communication Technology” que tiene como objetivo conectar a los Parlamentos, promover el intercambio de información, facilitar el acceso de los ciudadanos y la adquisición del material necesario. El principio sobre el que se basarán mis tres años de presidencia de la UIP es que la política internacional no se hace solo mediante las relaciones entre los Estados, es decir, entre los gobiernos, sino también a través de los organismos parlamentarios, que son el espejo de todas las instancias de la sociedad. La diplomacia parlamentaria puede ser un instrumento muy útil también en el frente de la lucha contra el terrorismo y de la seguridad.
Pier Ferdinando Casini con Giulio Andreotti en Ginebra

Pier Ferdinando Casini con Giulio Andreotti en Ginebra

¿Puede la Unión Interparlamentaria cooperar para resolver crisis internacionales como la de Irak? ¿Cómo? ¿Cuáles son las otras crisis en las que se puede intervenir?
CASINI: Le pondré dos ejemplos: Irán y Oriente Próximo. En el momento de mayor crisis en las relaciones de Irán con el resto del mundo por las frases inaceptables pronunciadas por Hamadineyad sobre Israel, en la Unión Interparlamentaria se abrió un debate y escribí una carta al presidente del Parlamento iraní para que aclarase y tomase las distancias de aquellas amenazadoras afirmaciones. Al mismo tiempo, gracias también a la UIP, siguió abierto un canal de diálogo que es indispensable para no archivar la posibilidad de reemprender relaciones normales. En cuanto a Oriente Próximo, es significativo que los israelíes y los palestinos hayan apoyado ambos mi candidatura. Con los unos y los otros mantengo excelentes relaciones; en la UIP la colaboración está asegurada. La posibilidad de dialogar es la condición para que se preserve la esperanza concreta de paz y se saquen adelante iniciativas comunes.
¿Cuáles son las dificultades más grandes que encuentra la UIP en su camino?
CASINI: Son las que he venido señalando desde las primeras misiones como presidente de la UIP en Nueva York y luego en Washington. Ante todo en la ONU, porque esta es la sede en la que la UIP debe ante todo hacer valer su voz, por las razones que he dicho: porque es el organismo representativo del mundo por ser expresión de los Parlamentos y, por lo tanto, de los pueblos; un papel que aún no está reconocido como debería, pero por lo que estoy trabajando personalmente y que espero y creo que ya he empezado a reforzar en estos primeros meses. Luego en Washington, porque es fundamental, para el prestigio y la fuerza de la organización, que los Estados Unidos vuelvan a participar plenamente en los trabajos de la UIP, después de que se retiraran hace algunos años.
La UIP acepta en su seno también a países que no tienen un sistema democrático como lo entendemos nosotros y en los que los Parlamentos a veces son solo órganos consultivos. En el pasado ni siquiera rechazaba a los países del Este comunista. ¿Qué resultado ha dado esta decisión, que nace del deseo de no excluir a nadie?
CASINI: El principio de exclusión no es una buena guía en la política internacional. Creo en el incesante camino hacia la democracia global, pero para realizar todos estos pasos se requiere tiempo, constancia, pasión. La propia democracia, que es un valor fundamental, puede asumir aspectos distintos en los diferentes países, según la historia, las tradiciones y la sensibilidad de cada uno. Sin embargo, los parlamentarios consiguen siempre hallar un campo común de diálogo, un lenguaje compartido. También en los casos en que la democracia está en pañales o incompleta, el Parlamento sigue siendo el motor del proceso democrático. Esta es nuestra esperanza, y será mi trabajo cotidiano. ¿Los resultados? Están ante la vista de todos. Algunos Parlamentos han ayudado a otros Parlamentos a crecer y a formarse. Pienso en Afganistán, que sale de un período oscuro y se encamina hacia la plenitud democrática. El espectáculo maravilloso de millones de hombres y mujeres que van a las urnas desafiando la persistente amenaza del terrorismo, así como también la experiencia que hemos adquirido los italianos ayudando al nuevo Parlamento de Kabul a constituirse, demostrando que ese es el camino justo. Lo mismo vale para Irak, donde mal que le pese a muchos y a pesar del horror de los hombres bomba y los atentados, ha arraigado y está avanzando cada vez más velozmente el proceso de formación de una nueva y joven democracia, con sectores cada vez más amplios de la sociedad que se van convenciendo a participar. Añado que el papel de las mujeres precisamente en estos países es fundamental. Las mujeres representan para todos nosotros un ejemplo de determinación y de valor. Son portadoras de una formidable sensibilidad humana, política, institucional. Las mujeres y, añadiría yo, los jóvenes. Todos los parlamentarios hemos de sabernos dirigir cada vez más a las jóvenes generaciones, implicarles cada vez más en una sana actividad política. Es lo primero que dije tras mi elección en Ginebra el pasado octubre: si los jóvenes no nos entienden, la culpa es nuestra. Hemos de aprender a hablarles ante todo a ellos.


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