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Sacado del n.04 - 2005


DOCUMENTOS

El profundo vínculo con Italia


Señor presidente de la República italiana; honorables presidentes de la Cámara de diputados y del Senado; señor presidente del Gobierno; honorables diputados y senadores: Me siento profundamente honrado por la solemne acogida que se me tributa hoy en esta prestigiosa sede, en la que todo el pueblo italiano está dignamente representado por vosotros. A todos y a cada uno dirijo mi saludo deferente y cordial, consciente del fuerte significado de la presencia del Sucesor de Pedro en el Parlamento italiano.Agradezco al señor presidente de la Cámara de diputados y al señor presidente del Senado de la República las nobles palabras con las que han interpretado los sentimientos comunes, representando también a los millones de ciudadanos de cuyo afecto tengo muestras diarias en las numerosas ocasiones en que me encuentro con ellos. Es un afecto que me ha acompañado siempre, desde los primeros meses de mi elección a la Sede de Pedro. Por eso, quiero expresar a todos los italianos, también en esta circunstancia, mi profunda gratitud. Ya durante mis años de estudio en Roma, y después en las visitas periódicas que realicé a Italia como obispo, especialmente durante el concilio ecuménico Vaticano II, fue creciendo en mí la admiración por un país en el que el anuncio evangélico, que llegó aquí desde los tiempos apostólicos, ha suscitado una civilización rica en valores universales y un florecimiento de admirables obras de arte, en las que los misterios de la fe se han expresado en imágenes de incomparable belleza. ¡Cuántas veces he palpado, por decirlo así, las huellas gloriosas que la religión cristiana ha impreso en las costumbres y en la cultura del pueblo italiano, concretándose también en numerosas figuras de santos y santas, cuyo carisma ha ejercido una influencia extraordinaria en las poblaciones de Europa y del mundo! Basta pensar en san Francisco de Asís y en santa Catalina de Siena, patronos de Italia. Sigue en el articulo ...




El discurso del papa Wojtyla a los participantes en la 69 Conferencia de la Unión Interparlamentaria, El Vaticano, 18 de septiembre de 1982


 Señor Presidente, excelencias, señoras y señores: Aprecio de manera particular vuestra presencia aquí, con ocasión de la importante Conferencia que celebra en Roma la noble Institución de la que formáis parte. Gracias por vuestra visita. Mis venerables predecesores manifestaron su interés por la Unión Interparlamentaria y le dirigieron palabras de estímulo. El Papa Pío XII, por ejemplo, el 9 de septiembre de 1948, subrayó la utilidad y oportunidad de una Asociación semejante. Hace diez años, cuando la Unión celebró en Italia una Conferencia, Pablo VI quiso tributar un explícito homenaje a vuestro trabajo de parlamentarios. Después de referirse a vuestra acción política en relación con el poder ejecutivo y con los nuevos “poderes” de los cuerpos intermedios y tecnócratas, Pablo VI diagnosticaba una cierta crisis de función e identidad del Parlamento; pero él manifestó su justo deseo de que esta Institución, dentro del cuadro de la necesaria evolución, cumpliese siempre de manera más eficaz su misión, al margen de disputas partidistas y de un cierto estéril juego político. De hecho, entendido así el Parlamento, contribuye a la salvaguarda de la democracia. ¿No enseña la experiencia diaria los riesgos que corre una nación cuando las autoridades gubernamentales, por una parte, y los grupos de presión, por otra, no dejan su justo lugar a los representantes de la sociedad., elegidos democráticamente para actuar libremente, en conciencia, con el fin de responder así a las legítimas aspiraciones de sus compatriotas, buscando el bien común del conjunto de la población y atendiendo a las realidades concretas y a los derechos fundamentales de las personas y e sus asociaciones? ... Sigue en el articulo de sumario de este numero.




El discurso del presidente de la República italiana, Carlo Azeglio Ciampi, al Santo Padre, con motivo de la visita oficial al Vaticano


Santidad: Le agradezco su paternal atención por Italia y le agradezco la amabilidad y la calidez de su acogida y las otras oportunidades anteriores a esta visita oficial como presidente de la República italiana. Esta visita coincide con el comienzo del XXII año de su pontificado: está vivo el recuerdo de las esperanzas que, aquel 16 de octubre de 1978, se abrieron paso en nuestros corazones, y que luego Su Santidad ha puesto en práctica en estos años de su misión. El pueblo italiano admira su fuerza espiritual, la firmeza en los propósitos, la profundidad de los valores, la vitalidad de su mensaje de fe que habla a la conciencia de todos los hombres. Escucha su incitación a los más altos valores de justicia y solidaridad, su llamamiento constante al valor central de la persona... Sigue en el articulo de sumario de este numero...


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