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Sacado del n.04 - 2003


Quién reza se salva también en la cárcel


Señor director:
Soy el capellán de la cárcel de Pescara y le escribo para pedirle si es posible recibir ejemplares de Chi prega si salva para los hermanos encarcelados.
Me lo han pedido ellos mismos, pues algunos de los detenidos que han venido de otras cárceles lo tienen.
Confiando en su generosidad y disponibilidad le saludo y le doy las gracias por este instrumento de oración que estoy seguro hará llegar a los hermanos que viven en esta condición y esperan en el Señor. Le bendigo de todo corazón.







Gracias por Lo que cuenta es el estupor


Querido director:
Le envío un devoto saludo desde Ho. Es para mí una gran alegría escribirle una vez más a usted y a toda la redacción para manifestar mi más sentida gratitud por esta gran y providencial revista: 30Días en la Iglesia y en el mundo.
Sus instructivos análisis teológicos y filosóficos mediante entrevistas a importantes personalidades y artículos sobre famosos personajes del pasado son de verdad notables.
El motivo principal por el que les escribo es para darles las gracias por el hermoso libro adjunto al número de octubre: What counts is the Wonder (Lo que cuenta es el estupor).
Que Dios omnipotente les bendiga y bendiga su generoso intento.
Suyo en Cristo







El gobierno de Sharon y la guerra de los visados


lustre director:
Le escribo en referencia al artículo de Gianni Valente titulado “La guerra de los visados” que fue publicado en el número de marzo de 2003 de 30Días.
ýn primer lugar, deseo aclarar que el nuevo gobierno del Estado de Israel, que tomó posesión después del pasado 28 de enero, se ha comprometido a resolver la cuestión de los visados para los eclesiásticos. Las dificultades burocráticas para dichos permisos de residencia no tienen nada que ver con la postura del gobierno de Israel en relación con el conflicto palestino-israelí, en el cual nadie «trata de saldar cuentas con realidades eclesiales locales mal vistas por los actuales líderes israelíes». El camino burocrático ha sufrido retrasos por los graves problemas de seguridad que el Estado de Israel debe afrontar diariamente desde hace dos años.
Afortunadamente hoy mismo el Ministerio del Interior del Estado de Israel ha decidido volver a la práctica con la que se conceden los visados a eclesiásticos pertenecientes a las Iglesias presentes en territorio israelí, después de que el ministro para los Asuntos religiosos comprueba (más o menos detenidamente, según los casos) dicha pertenencia.
En el artículo se menciona el hecho de que, hasta hace poco, «el Ministerio del Interior estaba en manos de un exponente del Shas», partido que el artículo describe como «extremista y xenófobo». Una terminología, en mi opinión, no apropiada.
En lo tocante a la alusión al episodio del pasado 17 de enero, en el que se vio envuelto monseñor Sabbah, deseo dejar en claro que fue el mismo patriarca quien decidió, en esta aislada ocasión, no viajar. Monseñor Sabbah viaja muchísimo, en efecto, en estos últimos días ha estado en Italia. Actualmente en todo el mundo los controles en los aeropuertos son muy rígidos, y con mayor razón en Israel, visto que el peligro de ataques terroristas es muy alto. También los diplomáticos se someten a estos controles.
No existe ninguna relación entre el episodio del patriarca Sabbah y las posiciones teológicas de las Iglesias orientales, cuyas enseñanzas doctrinales pueden, algunas veces, parecer incompatibles con el espíritu de la declaración Nostra aetate; cada uno, por supuesto, puede expresar libremente sus ideas políticas.
La parte final del artículo plantea la cuestión de las negociaciones financieras entre la Santa Sede y el Estado de Israel. Tema tan complejo que quizá debería tratarse en otra ocasión. Las partes interesadas en alcanzar un acuerdo han llegado a la fase en que las decisiones las deben tomar las más altas autoridades del gobierno. Las elecciones anticipadas causaron la interrupción de los trabajos porque en un Estado democrático, como es Israel, no era posible continuar los trabajos sin proceder antes a la formación del nuevo gobierno.



Nos damos por informados de que el 2 de abril el nuevo Gobierno israelí decidió restablecer en breve tiempo la práctica habitual en la concesión de visados de entrada y permisos de residencia solicitados por los eclesiásticos, poniendo fin a la situación Mnormal que se había creado en el último año, documentada en nuestro artículo




La razón de la fuerza o la fuerza de la razón


Querido director:
Disponemos de misiles intercontinentales, de armas sofisticadas, de “bombas inteligentes” y atómicas, de armas químicas, bacteriológicas, etcétera; pero desde el punto de vista psicológico y moral los motivos básicos de la guerra de nuestros días son siempre los que motivaron los delitos y los conflictos de los primeros habitantes y de los primeros pueblos de la tierra, e incluso de los hombres de las cavernas, que, no teniendo nada más que piedras y palos, o mandíbulas de asnos (véase Caín, el primer homicida y fratricida de la historia) para matar a sus rivales y ganar, pensaban que era mejor confiar en las razones de la fuerza y no en la fuerza de la razón.
¿Se ha detenido la historia de la humanidad en la mentalidad, los criterios de justicia y terapias en vigor durante la edad de la piedra? ¿No han servido para nada milenios de historia, de odios furibundos, de guerras y violencias? ¿No han servido para hacernos comprender que la violencia genera violencia y que la venganza genera venganzas sin fin? ¿No han servido para convencernos –incluso a nivel puramente humano, racional– que el mal no puede curarse con otro mal?
Antaño se decía que la historia era “magistra vitae”, ahora este aforismo se ha convertido en una risible y sarcástica boutade
¿Por qué seguir pretendiendo resolver las cuestiones con las armas asesinas, en vez de con las argumentaciones de la razón y de la fuerza moral de las que hasta hoy estamos de alguna manera dotados? ¿Es verdad, pues, lo que afirmaba el filósofo anglosajón: «Homo homini lupus»?
Se organizan encuentros y asambleas internacionales, tribunales, para resolver contrastes y evitar injusticias, derramamientos de sangre y dolor: pero se siguen haciendo guerras, confiando la solución de los problemas de la justicia y de la libertad a la fuerza bruta y ciega de las armas. ¿Para qué sirven, entonces, las Naciones Unidas y los tribunales internacionales que se han creado con el consenso casi unánime de las naciones y según un criterio democrático de confrontación y dialogo civil y responsable?
“Errare humanum est”. Y es verdad. Pero también es verdad que “perseverar es diabólico”. Y, en efecto, el “Príncipe de este mundo” –Lucifer– es el origen de toda división en el cielo y en la tierra.
Últimamente se habla con insistencia de la necesidad de revisar el orden internacional: desde las Naciones Unidas a los tribunales internacionales de justicia: pero la primera e indispensable exigencia es la “conversión de los corazones” y el “desarme de las conciencias”, especialmente de los que se dicen cristianos. San Josemaría Escrivá decía que la paz es fruto de la guerra combatida y vencida contra nuestras pasiones y pecados personales.
Termino con el deseo pascual de que Jesús resucitado quiera ayudarnos a decir “no” a los “hijos de la ira” y a contribuir con firmeza y determinación a edificar el Reino de Dios que es «reino de justicia, de amor y de paz».
Padre Francesco Angelicchio
Verona, 31 de marzo de 2003

P.S.: Congratulaciones por 30Días, la más interesante y documentada revista cultural-religiosa y eclesial, que merece la pena leer de arriba abajo.




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