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Sacado del n.06/07 - 2010


SANTA SEDE

Normas sobre los delitos más graves


Un íncipit del IDecretum Gratiani/I, Biblioteca Apostólica Vaticana

Un íncipit del IDecretum Gratiani/I, Biblioteca Apostólica Vaticana

El 15 de julio se hizo pública la nueva versión de las Normas sobre los delitos más graves (delicta graviora, en latín). El texto, aprobado y promulgado por Benedicto XVI durante la audiencia concedida al cardenal prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, William J. Levada, el pasado 21 de mayo, substituye las Normas promulgadas por primera vez en 2001 con el motu proprio Sacramentorum sanctitatis tutela con el que Juan Pablo II atribuyó al ex Santo Oficio la competencia para tratar y juzgar en el ámbito del ordenamiento canónico una serie de delitos particularmente graves, como los abusos sexuales cometidos por un clérigo con un menor de 18 años.
En la presentación que hizo el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, participó también monseñor Charles J. Scicluna, el promotor de justicia –el “fiscal”– de la Congregación, que explicó que durante los nueve años que han pasado entre la primera promulgación de las Normas y su actual puesta al día tuvo lugar, en la práctica, la aplicación de las que inicialmente había sido concedidas como «facultades especiales», pero que ahora han sido fijadas en un marco normativo más orgánico: «Es una señal fuerte», puntualizó Scicluna, «porque las facultades tienen una vida algo efímera: dependen mucho de la voluntad de los sumos pontífices. En cambio, el papa Benedicto XVI manifestó –apenas elegido en 2005– su deseo de que las facultades atribuidas a la Congregación para la doctrina de la fe quedaran fijadas en la normativa». Dado que las «facultades especiales» mueren con el Papa que las concedió, una de las primeras disposiciones de Benedicto XVI, el 6 de mayo de 2005, fue confirmarlas durante una audiencia al arzobispo Angelo Amato, entonces secretario del dicasterio. Y además, expresó también su deseo de que esas facultades fueran incorporadas en una verdadera ley.
En efecto, las nuevas Normas codifican las facultades especiales que fueron concedidas por Juan Pablo II, es decir, la posibilidad, en casos especialmente graves y aclarados, de recurrir a procedimientos extrajudiciales y, por tanto, más rápidos (proceso administrativo o dimisión del estado clerical conminado directamente por el Papa); la posibilidad de que sean miembros de los tribunales eclesiásticos no solo los sacerdotes, sino también los laicos; el derecho, pero sólo por orden del Papa, caso por caso, de juzgar a cardenales, patriarcas, nuncios, obispos y superiores generales de órdenes religiosas (mientras que, explicó Scicluna, para investigar sobre ellos con respecto a acusaciones de delicta graviora no es necesario el mandato pontificio). En las nuevas Normas la prescripción pasa de diez a veinte años, que, en el caso del delito de abusos contra menores, ha de calcularse desde el día que la víctima cumple 18 años. Además, la Congregación adquiere el derecho de derogación incluso más allá de este período, lo que hace prácticamente “imprescriptibles” los delicta graviora («un paso adelante para garantizar la justicia sustancial», afirmó Scicluna, «y el bien público de la Iglesia»).
Las Normas promulgadas el 15 de julio no sólo contienen las facultades especiales concedidas en el pasado, sino también otras novedades. Se han introducido también los delitos contra la fe, es decir, la herejía, la apostasía y el cisma; quedan mejor definidos y actualizados los delicta graviora a los que se añaden el delito de pornografía infantil y de atentada ordenación sacerdotal de una mujer. Y se introduce la posibilidad de adoptar las medidas cautelares (apartar del oficio, residencia obligatoria, prohibición de celebrar misa en público) también durante la fase de la investigación previa, y no sólo después de comenzar el juicio.




ACTUALIDAD

La gracia de la fe y el sentido del pecado


Jesús con algunos pecadores: 
san Pedro, el rey David, el buen ladrón, santa María Magdalena

Jesús con algunos pecadores: san Pedro, el rey David, el buen ladrón, santa María Magdalena

En el periódico la Repubblica del 10 de julio, Pietro Citati escribió un interesante artículo titulado “La gracia de la fe y el sentido del pecado”. Publicamos algunos fragmentos: «Según Benedicto XVI, a finales del siglo XX y principios del XXI, el reino del pecado se ha extendido. Casi nadie reza, cruza las puertas de las catedrales, piensa en Dios y en Cristo, respeta las leyes de la Iglesia sobre la vida y la muerte. La sociedad es profundamente irreligiosa y anticristiana. Si no vemos a Satanás, como en los tiempos de Hitler y de Stalin, miles de pequeños Satanás frecuentan y dominan el mundo. También las murallas del arca se han derrumbado: el pecado ha entrado en la Iglesia, como revela el caso de los sacerdotes pederastas, que tan profundamente ha conmovido el corazón de Benedicto XVI. Casi parece haber desaparecido toda huella de ese sentimiento luminoso y triunfal, que emanaba de las palabras de Juan Pablo II. En las palabras de Benedicto XVI, hay sobre todo dolor y amargura. El sentido agudo del pecado contribuye a la riqueza y a la complejidad del cristianismo; una complejidad que, por ejemplo el islam, que ignora en gran parte el pecado de Adán, no posee. El cristiano se escucha a sí mismo: estudia sus sentimientos, analiza sus pensamientos, y escruta si la mentira y la rebelión han dejado su sombra en algún lugar del corazón. No cae en la ilusión de las representaciones teatrales del bien. Desconfía de toda forma de optimismo. Así nacen grandiosas experiencias del alma, como las de Pablo, Agustín y Pascal. Cada vez que el cristianismo ha olvidado la idea de pecado, ha corrido el peligro de perderse». Después de aludir a la «conciencia del pecado, que llena el corazón de Benedicto XVI», Citati sigue diciendo: «La vida cristiana debe estar dominada por la alegría: la alegría de existir, vivir, reír, ver, pasear, pensar, percibir las imágenes de la mente y del mundo: la alegría del presente, que recupera la leticia del pasado, y anticipa la felicidad del futuro; la alegría de los niños, que quizá conseguirán conservar hasta la muerte su condición infantil. Sabemos cuál es el origen de esta alegría. La luz de la gracia baja del cielo y envuelve poco a poco toda la tierra: ilumina los pensamientos y los sentimientos y cada rincón habitado o desierto. Bajo forma de fe, esta gracia vuelve al cielo de donde bajó: porque la fe no es más que gracia humanizada». Citati concluye su artículo diciendo que «la Iglesia ha de seguir siendo un reflejo o un rayo del cristianismo de los apóstoles y de los padres en medio de la sociedad de hoy».




HISTORIA

De Felice: el 68 y el nazismo


Aldo Moro

Aldo Moro

El periódico Avvenire del 22 de julio reseñó un ensayo de Giuseppe Parlato publicado en el último número de la revista Ventunesimo secolo, titulado “De Felice, el 68 y la defensa del Estado de derecho” (un análisis que abarca el decenio 1968- 1978).
Entre otras cosas se puede leer en el artículo: «En 1972, el 50 aniversario de la Marcha sobre Roma inducía a tautológicas comparaciones con el presente, a lo que De Felice contraponía por su parte analogías de los estudiantes del 68 con la izquierda nazi, antiweimariana, antiparlamentaria, caracterizada por ese “nihilismo revolucionario” sobre el que entonces estaba reflexionando Del Noce (por quien De Felice se había interesado desde sus primeros análisis sobre el fascismo). Este vacío de ideas que se captaba en aquellas confusas quimeras extraparlamentarias [...] De Felice lo relacionaba con el fin de la cultura historicista y la invasión de la sociología angloamericana que tendría efectos nefastos en el panorama intelectual italiano».





Benedicto XVI en Sulmona, 
domingo 4 de julio BR[© Osservatore Romano]

Benedicto XVI en Sulmona, domingo 4 de julio BR[© Osservatore Romano]

PAPA
«Dios nos precede siempre»

El domingo 4 de julio Benedicto XVI visitó Sulmona y durante la homilía de la santa misa dijo: «Pero es importante subrayar también un segundo elemento: el descubrimiento que realiza Pietro Angelerio [papa Celestino V] del Señor no es el resultado de un esfuerzo, sino que lo hace posible la gracia misma de Dios, que le precede. Cuanto él tenía, lo que él era, no procedía de sí mismo: le había sido donado, era gracia, y por ello era también responsabilidad ante Dios y ante los demás. Si bien nuestra vida es muy distinta, lo mismo sirve también para nosotros: todo lo esencial de nuestra existencia nos ha sido donado sin nuestra aportación. El hecho de que yo viva no depende de mí; el hecho de que haya habido personas que me introdujeron en la vida, que me enseñaron qué es amar y ser amados, que me transmitieron la fe y me abrieron la mirada a Dios: todo es gracia; no es “fabricación propia”. Por nosotros mismos nada habríamos podido hacer si no hubiera sido donado: Dios nos precede siempre y en cada vida existe lo bello y lo bueno que podemos reconocer fácilmente como su gracia, como rayo de luz de su bondad».


SAGRADO COLEGIO
Aceptadas las renuncias de los arzobispos de Yakarta y Bogotá

El 28 de junio el Papa aceptó la renuncia del cardenal jesuita Julius Riyadi Darmaatmadja, que cumplirá 76 años en diciembre, como arzobispo de Yakarta (Indonesia), cargo que desempeñaba desde 1996. Le sucede monseñor Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo, de 60 años, que era coadjutor desde julio de 2009.
El 8 de julio el Papa aceptó la renuncia del cardenal Pedro Rubiano Sáenz, de 78 años, como arzobispo de Bogotá, Colombia, cargo que desempeñaba desde 1994. Le sucede monseñor Rubén Salazar Gómez, de 68 años, desde 1999 arzobispo de Barranquilla y actualmente presidente de la Conferencia episcopal de Colombia.


CURIA/1
El cardenal Ouellet prefecto de los Obispos

El 30 de junio el cardenal canadiense Marc Ouellet, de 66 años, fue nombrado prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Comisión pontificia para América Latina. Sucede al cardenal Giovanni Battista Re que cumplió 75 años en enero de 2009. Ouellet, ordenado sacerdote en 1968, fue secretario del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos desde 2001 a 2002, cuando fue promovido arzobispo de Quebec. Juan Pablo II lo creó cardenal en 2003.


CURIA/2
Fisichella al Consejo para la nueva evangelización, Koch a la Unidad de los cristianos

El 30 de junio el arzobispo Rino Fisichella, de 59 años, fue nombrado presidente del recién creado Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización. Natural de Codogno, provincia y diócesis de Lodi (Italia), fue ordenado sacerdote en la diócesis de Roma en 1976. Hasta ahora era presidente de la Academia pontificia para la vida y rector de la Pontificia Universidad Lateranense.
El 1 de julio el obispo suizo Kurt Koch fue promovido arzobispo y presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. Koch recibió la ordenación sacerdotal en 1982, y desde 1995 era obispo de Basilea. Substituye al cardenal alemán Walter Kasper, que cumplió 77 años en marzo.




PAPA

El sobrenatural sensus fidei es “magisterio que precede”


Teresa de Lisieux

Teresa de Lisieux

Durante la audiencia general del 7 de julio Benedicto XVI habló del beato Juan Duns Scoto. Ofrecemos un fragmento: «Teólogos de valía, como Duns Scoto acerca de la doctrina sobre la Inmaculada Concepción, han enriquecido con su específica contribución de pensamiento lo que el pueblo de Dios ya creía espontáneamente sobre la Virgen santísima, y manifestaba en los actos de piedad, en las expresiones del arte y, en general, en la vida cristiana. Así, la fe, tanto en la Inmaculada Concepción como en la Asunción corporal de la Virgen, ya estaba presente en el pueblo de Dios, mientras que la teología todavía no había encontrado la clave para interpretarla en la totalidad de la doctrina de la fe. Por tanto, el pueblo de Dios precede a los teólogos y todo esto gracias a ese sobrenatural sensus fidei, es decir, a la capacidad infusa del Espíritu Santo, que habilita para abrazar la realidad de la fe, con la humildad del corazón y de la mente. En este sentido, el pueblo de Dios es “magisterio que precede”, y que después la teología debe profundizar y acoger intelectualmente. ¡Ojalá los teólogos escuchen siempre esta fuente de la fe y conserven la humildad y la sencillez de los pequeños! Lo recordé hace algunos meses diciendo: “Hay grandes doctos, grandes especialistas, grandes teólogos, maestros de la fe, que nos han enseñado muchas cosas. Han penetrado en los detalles de la Sagrada Escritura... pero no han podido ver el misterio mismo, el núcleo verdadero... Lo esencial ha quedado oculto... En cambio, también en nuestro tiempo están los pequeños que han conocido ese misterio. Pensemos en santa Bernardita Soubirous; en santa Teresa de Lisieux, con su nueva lectura de la Biblia ‘no científica’, pero que entra en el corazón de la Sagrada Escritura” ( Homilía en la santa misa con los miembros de la Comisión teológica internacional, 1 de diciembre de 2009)».


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