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EDITORIAL
Sacado del n. 12 - 2006

Misión europea


Durante el año 2007 se celebrarán los cincuenta años de la Unión (antes Comunidad) Europea. Están previstas manifestaciones solemnes para recordar la firma, en Roma, del acta del nacimiento de la gran novedad de la posguerra


Giulio Andreotti


Antonio Segni y Gaetano Martino firmaron por Italia el Tratado que crea la Comunidad Económica Europea, Roma, Campidoglio, Sala de los Horacios y los Curiacios, 
25 de marzo de 1957

Antonio Segni y Gaetano Martino firmaron por Italia el Tratado que crea la Comunidad Económica Europea, Roma, Campidoglio, Sala de los Horacios y los Curiacios, 25 de marzo de 1957

Durante el año 2007 se celebrarán los cincuenta años de la Unión (antes Comunidad) Europea. Están previstas manifestaciones solemnes para recordar la firma, en Roma, del acta del nacimiento de la gran novedad de la posguerra.
El primer esquema unitario del continente había sido diseñado en Londres en 1948. Italia no se había adherido –pese a las peticiones americanas– porque estaba inspirado en hostilidades hacia Alemania, o mejor dicho, pretendía controlar a Alemania, que en aquel momento era centro de la hostilidad general. De Gasperi fue muy preciso: «Si no conseguimos crear una estructura con los alemanes no sé de qué color será su camisa dentro de diez años, pero sin duda no tendrá un color democrático».
Con el mismo planteamiento, cuando el año siguiente comenzamos las conversaciones para nuestra adhesión al Pacto Atlántico, nos aseguramos de que, una vez firmado por los alemanes el Tratado de paz, también Alemania entrara en la Alianza.
Posteriormente conocimos un éxito y un fracaso.
El primero fue la puesta en común de los recursos de acero y carbón superando los mortales enfrentamientos franco-alemanes; en cambio, fracasó, por el voto contrario del Parlamento de París, el objetivo ambicioso de crear un ejército europeo unificado.
De Gasperi había muerto hacía pocos días cuando el Palais Bourbon votó contra Europa. Fue el liberal Gaetano Martino quien hizo arrancar desde Messina un nuevo modelo que quedó definido precisamente en marzo de 1957. El acuerdo se alcanzó coordinando los intereses económicos. Por el momento había que abandonar la idea de acuerdos políticos, pero el diseño tenía miras internacionales, pues preveía contactos muy amplios (la sigla ACP significaba lazos con África, Caribe y Pacífico). Desde este punto de vista se llegaron a acuerdos con muchos nuevos Estados ultramarinos, favoreciendo su crecimiento autónomo tras la superación de los regímenes coloniales.
La Sala Julio César del Campidoglio durante los discursos oficiales antes de la ceremonia de la firma de la Constitución europea, celebrada en la Sala de los Horacios y Curiacios el 29 de octubre de 2004

La Sala Julio César del Campidoglio durante los discursos oficiales antes de la ceremonia de la firma de la Constitución europea, celebrada en la Sala de los Horacios y Curiacios el 29 de octubre de 2004

Al principio los sectores productivos –especialmente la gran industria– se oponían a esta ampliación de fronteras. Tenían sus motivos. La tutela de fortísimos impuestos aduaneros protegía el producto italiano. La cultura autárquica de la época fascista no había desaparecido con la Liberación.
Con inteligente acomodo psicológico, sin embargo, nuestros industriales comprendieron pronto las oportunidades positivas de la Comunidad y se convirtieron en sus defensores, incluso a diferencia de muchas fuerzas políticas (eran totalmente contrarios los comunistas, parcialmente posibilistas los socialistas).
Salto todas las etapas intermedias, incluidos los tímidos comienzos en las relaciones extraeconómicas. Como cuando se utilizó la oportunidad que ofrecían los Juegos universitarios (las Universiadas) para que se reunieran los ministros de Instrucción Pública y confrontaran sus respectivos programas de formación.
Fue decisiva la entrada de Inglaterra, así como también de España y Portugal. En el fondo estaba el enfrentamiento con el universo soviético, que representaba al mismo tiempo una línea de coágulo y un motivo de división.
Pocos pensaban entonces que los países catalogados como satélites de Moscú, y como tales orientados al desprecio hostil hacia la agrupación capitalista de Europa, iban un día a pedir la entrada, llegándose así a la unificación continental.
Pero es inútil detenerse en aquellas primeras evoluciones, que fueron brillantemente superadas en conexión con la decadencia del imperio comunista.
Quizá ha habido un … exceso de velocidad tanto en el paso de Comunidad a Unión como en la ampliación a 25 (ahora a 27). Tampoco la estipulación del Tratado Constitucional, ocurrida también en Roma el 29 de octubre de 2004, fue completamente natural. Dos países (Francia y Holanda) no lo han ratificado, bloqueando así el proceso global, pero tampoco se puede infravalorar que cierto número de Estados, incluida Italia, sí que lo han hecho
Quizá ha habido un … exceso de velocidad tanto en el paso de Comunidad a Unión como en la ampliación a 25 (ahora a 27). Tampoco la estipulación del Tratado Constitucional, ocurrida también en Roma el 29 de octubre de 2004, fue completamente natural. Dos países (Francia y Holanda) no lo han ratificado, bloqueando así el proceso global, pero tampoco se puede infravalorar que cierto número de Estados, incluida Italia, sí que lo han hecho.
La regla de la unanimidad, que es garantía de convergencias efectivas, también tiene una contraindicación: el posible ejercicio del derecho de veto. Quienes han seguido paso a paso el camino de estos cincuenta años no se dejan distraer por críticas maximalistas. La necesidad de eliminar todas las posiciones de hostilidad y reserva comporta límites, pero también solidez de objetivos.
En la historia milenaria de Roma, los Idus de marzo van ligados al asesinato de César, traicionado y abandonado por sus fieles. Aquella mañana en el Senado los “Padres” a quienes él había privilegiado en su último “reajuste”, con la seguridad de haber reforzado de este modo su mayoría, resultaron ausentes.
Por lo demás, como dice el refrán, expresión de la sabiduría popular, que Dios nos guarde de los amigos.
Pero, refrán por refrán, recuerdo el proverbio del Resurgimiento que rezaba: «Una vez hecha Italia, hagamos ahora a los italianos». Es lo que se nos ocurre pensar para que se formen los europeos.
Como italianos tenemos el orgullo de estar entre los seis pueblos de la valerosa Misión de 1957. Esto nos da quizá algún derecho, pero sin duda alguna muchos deberes.
No hemos de dejar pasar este momento sin reforzar convencimientos supranacionales. Los supervivientes hemos de sentirlo como si de una misión civil se tratara.


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