El Forum público mundial y el diálogo de civilizaciones
El “monólogo global” está a punto de acabar
Detrás de la ambiciosa iniciativa del Forum Público Mundial está el intento concreto de Moscú de volver a tener voz a la hora de fijar la agenda mundial. Las posibilidades de conseguirlo son muchas. Encuentro con Vladimir Yakunin
por Giovanni Cubeddu
Vladimir Putin
Los profetas del final de la historia, a los que se refiere Yakunin, son los pensadores que tenían como manifiesto propio el célebre ensayo de 1989 del americano Francis Fukuyama, ¿El final de la historia? (que en 1992 se convirtió en libro: El final de la historia y el último hombre, sobre el triunfo defintivo del ideal de democracia occidental) y que luego –siguiendo la tendencia del choque de civilizaciones descrito por Huntington– se estructurarían en la corriente llamada comúnmente hoy de los neoconservadores. Se sabe lo que hasta el momento han conseguido los neocons en política exterior: la tragedia de Irak.
Pero para fotografiar mejor el activismo a escala internacional de Yakunin es menester hacer otra premisa. En Rusia hay todavía quien no ha olvidado que antes del 11 de septiembre el realismo en política exterior era un axioma todavía compartido a gran escala y que también en los meses que siguieron al desastre de las Torres Gemelas Washington y Moscú se miraban con bastante comprensión. No por nada Putin fue uno de los primeros en llamar a Bush el 11 de septiembre, ofreciendo su amplia y apreciada colaboración. Pero lo que afean ciertos círculos de Washington es la línea seguida luego por Moscú, en la que tuvo que ver la decisión americana de desencadenar la guerra en Irak con una “coalición de voluntariosos”. Estos círculos acusan efectivamente al presidente ruso de haber abandonado la “ética” yeltsiniana y de querer reforzar el Estado postsoviético, para volver a hacerse con el espacio perdido. En fin, hacer resurgir a Rusia como nueva y gran potencia.
Dicho esto, descubramos quién es Vladimir Ivanovich Yakunin. Una carrera diplomática y gubernamental de más de veinte años le ha llevado hoy a presidir los Ferrocarriles rusos, «los más largos del mundo», recuerda él; su licenciatura en química la consiguió en San Petersburgo (entonces Leningrado) y allí consiguió también la duradera estima y amistad de quien hoy está al frente de la Federación Rusa, otro Vladimir: Putin. Adónde podrá llevar a Yakunin esta relación privilegiada es la verdadera apuesta que más de uno está atentamente valorando en Moscú. Además de haber sido condecorado con el mayor honor que puede conceder el patriarca Alexis II a un laico, y ser un alto cargo del “Centro de la gloria nacional” y de la Fundación dedicada al apóstol Andrés, en 2002 Yakunin creó una poderosa organización no gubernamental independiente, el Forum Público Mundial. Este, entre otras cosas, pretende ser abiertamente el pensadero de apoyo ruso a los encuentros del G8, con una finalidad declarada: llevar la política internacional a que vaya de un «monólogo global a un diálogo global». «Sólo así se podrá salir del atolladero en el que», sugiere Yakunin no sin ironía, «los analistas occidentales recriminan el totalitarismo islámico, mientras sus colegas orientales, por el contrario, están preocupados precisamente por el liberismo totalitario».
Vladimir Yakunin con el patriarca de Moscú, Alexis II, en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú
Experiencias positivas del “diálogo de las civilizaciones” existen, sin embargo. Sigue diciendo Yakunin: «Todos nos alegramos de escuchar en 2004 la “Declaración de Amán”, cuando el rey de Jordania, que también ha sido recibido y premiado por nuestro Forum, ofreció la interpretación de la tradición islámica contemporánea según la cual toda violencia humana contradice el islam, y este texto fue firmado por las autoridades musulmanas de todas las tendencias…». Todo ello evidentemente tiene algo que decir con respecto a los «acontecimientos de 2006, como la crisis por las viñetas contra Mahoma y la lección del Pontífice católico en Ratisbona». Sigue diciendo Yakunin: «Hasta hace poco tiempo la política conseguía controlar las relaciones internacionales y el factor civilización se escondía en la profundidad de los acontecimientos y no salía nunca a la luz. Hoy este encapsulamiento ha terminado, y el término aflora. Y nos acompañará en el debate geopolítico por mucho tiempo».
El cardenal Etchegaray, el metropolitano Kyrill, el gran muftí y el rabino jefe de la Federación Rusa durante la cumbre para el diálogo interreligioso organizado por el Patriarcado ortodoxo, Moscú, julio de 2006
Presentando a los lectores rusos de la Rossijskaya Gazeta la última edición del Forum, Yakunin escribía que para quien trata de promover un sistema multipolar en las relaciones internacionales existen hoy, honestamente, «más preguntas que respuestas», pero que quien acelera las respuestas, sobre todo en este tiempo nuestro tan controvertido, hace gestos «sin sentido». La paciencia rusa, de una civilización milenaria que está regresando con las alforjas llenas a la mesa de las negociaciones, ayudará a todos a reencontrar el equilibrio. Para comprobar el grado de sintonía entre el Forum Público Mundial y las decisiones estratégicas del Kremlin bastaría citar lo que escribía el presidente Putin a propósito de la cumbre Europa-Rusia del pasado 24 de noviembre, cuando se invitaba a la UE a «no imponer patrones de civilización».
Apostilla final. En las citas del Forum los representantes de la Iglesia ortodoxa rusa son visiblemente la mayoría por lo que respecta a los líderes religiosos participantes. Prueba de que la iniciativa está más que bien vista por el Patriarcado. Además, todos han notado que en las celebraciones de la Pascua ortodoxa de 2006 con Alexis II, el hombre que estaba detrás del presidente Putin, durante la retransmisión televisada en directo, era precisamente Vladimir Yakunin. Su conclusión es esta: «Con los miembros del World Public Forum nos hemos dado la regla de buscar siempre lo que permita la coexistencia pacífica entre las diversidades. Cada civilización posee su propia visión de la realidad. El mismo mundo expresa y permite la diversidad, y no está permitido sacrificar esta multiplicidad que quiso el Creador. Yo espero que esto siga siendo verdad siempre».