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RUSIA
Sacado del n. 12 - 2006

El Forum público mundial y el diálogo de civilizaciones

El “monólogo global” está a punto de acabar


Detrás de la ambiciosa iniciativa del Forum Público Mundial está el intento concreto de Moscú de volver a tener voz a la hora de fijar la agenda mundial. Las posibilidades de conseguirlo son muchas. Encuentro con Vladimir Yakunin


por Giovanni Cubeddu


Vladimir Putin

Vladimir Putin

«Alguien predijo a finales de los ochenta que la historia había llegado ya a su fin, un final de oro, y que otra civilización de los valores humanos se alzaba ya victoriosa. Pero ya entonces estos delineaban los costes de esta victoria, es decir, soportar un desorden mundial necesario, dado que había civilizaciones que no se iban a prestar a este triunfo. Ahora bien, la civilización es un factor imprescindible en el discurso político, y no ha de usarse negativamente, en un esquema de conflicto, sobre todo desde un punto de vista histórico. Nuestra tentativa intelectual y política de hoy quiere tomar una dirección totalmente distinta con respecto a quienes se deleitan con el final de la historia y el enfrentamiento entre pueblos enteros». Habla Vladimir Ivanovich Yakunin, presidente del World Public Forum, el Forum Público Mundial. Creado en Moscú en 2002 con el apoyo del gobierno ruso, el Forum, mediante conferencias internacionales en las que participan representantes de la sociedad civil y religiosa y de los gobiernos de todo el mundo, pretende promocionar la paz y la seguridad internacional.
Los profetas del final de la historia, a los que se refiere Yakunin, son los pensadores que tenían como manifiesto propio el célebre ensayo de 1989 del americano Francis Fukuyama, ¿El final de la historia? (que en 1992 se convirtió en libro: El final de la historia y el último hombre, sobre el triunfo defintivo del ideal de democracia occidental) y que luego –siguiendo la tendencia del choque de civilizaciones descrito por Huntington– se estructurarían en la corriente llamada comúnmente hoy de los neoconservadores. Se sabe lo que hasta el momento han conseguido los neocons en política exterior: la tragedia de Irak.
Pero para fotografiar mejor el activismo a escala internacional de Yakunin es menester hacer otra premisa. En Rusia hay todavía quien no ha olvidado que antes del 11 de septiembre el realismo en política exterior era un axioma todavía compartido a gran escala y que también en los meses que siguieron al desastre de las Torres Gemelas Washington y Moscú se miraban con bastante comprensión. No por nada Putin fue uno de los primeros en llamar a Bush el 11 de septiembre, ofreciendo su amplia y apreciada colaboración. Pero lo que afean ciertos círculos de Washington es la línea seguida luego por Moscú, en la que tuvo que ver la decisión americana de desencadenar la guerra en Irak con una “coalición de voluntariosos”. Estos círculos acusan efectivamente al presidente ruso de haber abandonado la “ética” yeltsiniana y de querer reforzar el Estado postsoviético, para volver a hacerse con el espacio perdido. En fin, hacer resurgir a Rusia como nueva y gran potencia.
Dicho esto, descubramos quién es Vladimir Ivanovich Yakunin. Una carrera diplomática y gubernamental de más de veinte años le ha llevado hoy a presidir los Ferrocarriles rusos, «los más largos del mundo», recuerda él; su licenciatura en química la consiguió en San Petersburgo (entonces Leningrado) y allí consiguió también la duradera estima y amistad de quien hoy está al frente de la Federación Rusa, otro Vladimir: Putin. Adónde podrá llevar a Yakunin esta relación privilegiada es la verdadera apuesta que más de uno está atentamente valorando en Moscú. Además de haber sido condecorado con el mayor honor que puede conceder el patriarca Alexis II a un laico, y ser un alto cargo del “Centro de la gloria nacional” y de la Fundación dedicada al apóstol Andrés, en 2002 Yakunin creó una poderosa organización no gubernamental independiente, el Forum Público Mundial. Este, entre otras cosas, pretende ser abiertamente el pensadero de apoyo ruso a los encuentros del G8, con una finalidad declarada: llevar la política internacional a que vaya de un «monólogo global a un diálogo global». «Sólo así se podrá salir del atolladero en el que», sugiere Yakunin no sin ironía, «los analistas occidentales recriminan el totalitarismo islámico, mientras sus colegas orientales, por el contrario, están preocupados precisamente por el liberismo totalitario».
Vladimir Yakunin con el patriarca de Moscú, Alexis II, en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú

Vladimir Yakunin con el patriarca de Moscú, Alexis II, en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú

El eslogan que campea en todas las reuniones mundiales del Forum es “Diálogo de las civilizaciones” y es el instrumento conceptual y político con que, junto con los cientos de personalidades que cada vez participan, Yakunin intenta presentar opciones originales. Como estas: «Existen semillas de la globalización que pueden encontrarse en los años setenta, cuando se dio por un lado la revolución espiritual en Irán, por otro la invasión de Afganistán, si queremos limitarnos a Oriente. Ya entonces una élite pretendía hacerse con el liderazgo global, llamándose paladina de una civilización de los valores comunes del género humano, pero de hecho tomando decisiones unilaterales. Sin embargo, éstos eran y son objetivamente solo una parte de las élites mundiales». Según Yakunin esta minoría de mando comete verdaderos errores «cuando su deseo de resolver contradicciones políticas se deja llevar por principios preconstituidos, aunque se actúe en nombre de los derechos humanos e irguiéndose en paladines de la democracia». ¿Un ejemplo? «La tragedia de Yugoslavia y de Kosovo nos enseñan que se crean solo conflictos si no se le da la justa valoración a la identidad de un pueblo». Sobre Oriente Medio Yakunin observa: «La guerra de Líbano ha acelerado inesperadamente la consolidación de procesos ya presentes en la Ummah, la gran comunidad de creyentes musulmanes. En Estados Unidos han entendido muy pronto que sobre la base de una civilización común se fortificaba en los países árabes una plataforma común de política exterior, y en Washington hubo quien llamó inmediatamente a Europa y América a una “estrategia atlántica común”, como respuesta a los desafíos a Occidente. Pero a esta yo la llamo una “unificación negativa”, porque en el fondo es una invitación a ser amigos contra alguien. Y nunca se debería utilizar el paradigma de la civilización para propósitos de este tipo. Porque el paso siguiente, instrumental y acusatorio, es paragonar a Hezbolá con Al Qaeda».
Experiencias positivas del “diálogo de las civilizaciones” existen, sin embargo. Sigue diciendo Yakunin: «Todos nos alegramos de escuchar en 2004 la “Declaración de Amán”, cuando el rey de Jordania, que también ha sido recibido y premiado por nuestro Forum, ofreció la interpretación de la tradición islámica contemporánea según la cual toda violencia humana contradice el islam, y este texto fue firmado por las autoridades musulmanas de todas las tendencias…». Todo ello evidentemente tiene algo que decir con respecto a los «acontecimientos de 2006, como la crisis por las viñetas contra Mahoma y la lección del Pontífice católico en Ratisbona». Sigue diciendo Yakunin: «Hasta hace poco tiempo la política conseguía controlar las relaciones internacionales y el factor civilización se escondía en la profundidad de los acontecimientos y no salía nunca a la luz. Hoy este encapsulamiento ha terminado, y el término aflora. Y nos acompañará en el debate geopolítico por mucho tiempo».
El cardenal Etchegaray, el metropolitano Kyrill, el gran muftí y el rabino jefe de la Federación Rusa durante la cumbre para el diálogo interreligioso organizado por el Patriarcado ortodoxo, Moscú, julio de 2006

El cardenal Etchegaray, el metropolitano Kyrill, el gran muftí y el rabino jefe de la Federación Rusa durante la cumbre para el diálogo interreligioso organizado por el Patriarcado ortodoxo, Moscú, julio de 2006

En la isla de Rodas, Grecia, donde se celebra anualmente, el Forum Público Mundial contó en su última edición de 2006 (del 27 de septiembre al 1 de octubre) con unos quinientos participantes, entre expertos de política internacional, académicos, representantes religiosos y de la sociedad civil. Vale la pena recordar que en el fondo Yakunin no ha hecho más que poner en práctica una resolución de la Asamblea General de la ONU de 2001, año que, sin el 11 de septiembre, habría sido solo el “Año del diálogo de las civilizaciones”, según la petición hecha entonces por el presidente de Irán, Jatamí. Sin embargo, resulta obvio que Yakunin reivindique con orgullo que «pese a que el Forum es un acontecimiento internacional, se basa en la experiencia de diálogo típica del pensamiento ruso, concretizada en la sociedad rusa, multiétnica y multirreligiosa. Los temas de nuestros debates, además, siempre se han convertido en elementos de la práctica política».
Presentando a los lectores rusos de la Rossijskaya Gazeta la última edición del Forum, Yakunin escribía que para quien trata de promover un sistema multipolar en las relaciones internacionales existen hoy, honestamente, «más preguntas que respuestas», pero que quien acelera las respuestas, sobre todo en este tiempo nuestro tan controvertido, hace gestos «sin sentido». La paciencia rusa, de una civilización milenaria que está regresando con las alforjas llenas a la mesa de las negociaciones, ayudará a todos a reencontrar el equilibrio. Para comprobar el grado de sintonía entre el Forum Público Mundial y las decisiones estratégicas del Kremlin bastaría citar lo que escribía el presidente Putin a propósito de la cumbre Europa-Rusia del pasado 24 de noviembre, cuando se invitaba a la UE a «no imponer patrones de civilización».
Apostilla final. En las citas del Forum los representantes de la Iglesia ortodoxa rusa son visiblemente la mayoría por lo que respecta a los líderes religiosos participantes. Prueba de que la iniciativa está más que bien vista por el Patriarcado. Además, todos han notado que en las celebraciones de la Pascua ortodoxa de 2006 con Alexis II, el hombre que estaba detrás del presidente Putin, durante la retransmisión televisada en directo, era precisamente Vladimir Yakunin. Su conclusión es esta: «Con los miembros del World Public Forum nos hemos dado la regla de buscar siempre lo que permita la coexistencia pacífica entre las diversidades. Cada civilización posee su propia visión de la realidad. El mismo mundo expresa y permite la diversidad, y no está permitido sacrificar esta multiplicidad que quiso el Creador. Yo espero que esto siga siendo verdad siempre».


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