O mirae litterae!

Mi opinión es que la Carta del Sumo Pontífice publicada el 30 de junio es excelente en su manera de exponer. Ha enunciado clarísimamente la verdad y no ofende a nadie, ni a la Iglesia “pública”, ni a la clandestina, ni a los comunistas, sino que ha expuesto ampliamente y con precisión solo las verdades de la Iglesia necesarias para la situación presente de la Iglesia china. Estas verdades son las de la teología de la Iglesia y son conocidas por todos los que se ocupan de teología. ¡Oh, palabras estupendas! El Espíritu está realmente con el Vicario de Cristo.
Lo que está escrito en la carta es exactamente lo que yo he sostenido públicamente con fuerza frente al gobierno durante más de veinte años.
Esta carta es útil para favorecer la unidad tanto de los cristianos clandestinos como los “públicos”. Pero considero que esto es más difícil para los cristianos subterráneos que para los “públicos”. Porque hay algunos cristianos subterráneos demasiado obstinados que persisten en sus opiniones. Que Dios no lo quiera. Recemos a Dios por ellos.
Una vez le dije al gobierno: tenemos que encontrar en todas las cosas un acuerdo con el mundo, pero ahora esta carta indica el camino para un acuerdo con el mundo en las cuestiones de la Iglesia católica. Espero que el gobierno la acepte.
Quizá para muchos es difícil declararle al gobierno la fe y la doctrina de la Iglesia con claridad, humildad y sinceridad, pero es necesario. Si le exponemos sinceramente nuestra fe al gobierno, el gobierno podrá valorar bien la cosa y de alguna manera darnos su aprobación. ¡Recemos (por esto)!
Con esta carta del Sumo Pontífice quedan abolidos todos los privilegios y las directrices pastorales pasados, y esta carta será el principio que seguir. Esto es excelente para la estabilidad tanto de la Iglesia como del Estado. Este es el único y mejor camino y la esperanza para borrar la discordia, la confusión y la falta de paz que están presentes en la Iglesia china.





Lucas Li Jingfeng
Lucas Li Jingfeng, de 87 años, es obispo de Feng Xiang (Shaanxi, China central). Hasta 2003 era quizá la única diócesis de la China Popular en la que toda la vida eclesial había reflorecido fuera del control de la Asociación patriótica. En 2004 monseñor Li fue reconocido como obispo también por el gobierno, sin necesidad de firmar la adhesión a dicho organismo. Li es uno de los cuatro obispos chinos que Benedicto XVI convocó a Roma en 2005 para participar en el Sínodo de los obispos (pero que en aquella ocasión no consiguieron del gobierno el permiso de salir de China).