Villas miserias
Entre excavadoras y referéndums
por Gianni Valente
Un mural dedicado al héroe popular Gauchito Gil, en Villa 3
«Para vivir en la ciudad, te lo tienes que merecer», era el lema de Osvaldo Cacciatore, intendente de la ciudad durante la dictadura, autor del plan de erradicación dispuesto por el régimen para limpiar la ciudad de villas. En realidad, la política de demoliciones y deportaciones tuvo el único efecto de alejar temporalmente a doscientos mil villeros del área central hasta la provincia y los sectores suburbanos. Pero con el regreso de la democracia las villas volvieron a poblarse a ritmos vertiginosos incluso dentro del perímetro urbano.
Según los datos contenidos en un informe reservado de la auditoría porteña –y publicados el pasado 17 de julio por el cotidiano Crítica– en el momento actual 400.000 bonaerenses viven en una situación de alojamiento «deficitario». Las villas y los asentamientos “irregulares” serían cincuenta y nueve solo en el área de la ciudad, concentrados en la zona sur, con un constante incremento de nuevas llegadas procedentes de Bolivia, Paraguay y de las provincias pobres de Argentina –en los últimos cinco años–.
Después de la “solución” intentada durante la dictadura, los gobiernos nacionales y locales que ha habido no se han destacado precisamente por tomar iniciativas. Se ha calculado que si la construcción de casas populares sigue al ritmo de los años siguientes a la crisis de 2001, serán necesarios más de ochenta años para resolver el problema de la casa de los actuales habitantes de las villas. El actual gobierno de la ciudad, al frente del cual está el empresario Mauricio Macri, ha anunciado un referéndum para que los ciudadanos de toda Buenos Aires decidan qué hacer con las villas. Una idea que fue inmediatamente rechazada por el equipo de los curas villeros. «Es necesario prestar atención al corazón del villero para que las posibles soluciones no vengan de oficinas donde trabajan técnicos que ignoran la realidad, y que en vez de mejorar la situación la empeoren», escribieron en sus comunicados. Demoliendo los cómodos prejuicios de quienes cuelgan a los villeros el sambenito de fracasados viciados por las iniciativas de caridad eclesial. Explica el padre José “Pepe” di Paola, actual responsable del equipo: «Hoy las villas son barrios obreros. La mayor parte de la gente que vive en ellas trabaja en los sectores más duros. Hoy villa quiere decir ante todo miles de hombres y mujeres con sus historias y sus sacrificios, que luchan cada día para garantizarles a sus hijos y nietos lo necesario para vivir, partiendo de una situación objetiva de desventaja y discriminación».