De la madre Teresa guardo recuerdos estupendos…

De la madre Teresa guardo recuerdos estupendos en la participación en la misa de su comunidad durante sus no infrecuentes visitas a Roma.
Se quedó bastante tiempo durante el Sínodo en el que participó, alojándose entonces en la Casa Donum Mariae, en la esquina del Santo Oficio. Yo estaba presente en la inauguración y vi cómo “pilotaba” al Papa haciéndole bendecir también el segundo piso.
Pero para mí fue un privilegio entusiasmante el que perdiera el vuelo el día del funeral de Indira Ghandi. La Madre estaba en América y el vuelo salió con retraso, por lo que perdió el avión de Air India al llegar a Roma. Yo me estaba embarcando con la delegación italiana en el avión militar cuando me lo dijeron, por lo que fue para mí motivo de gozo invitarla a venir con nosotros, junto con otra monja.
Fueron horas inolvidables, pero todavía más me conmovió la llegada. En el aeropuerto la gente –incluso los militares en uniforme– la saludaba con cariñosa deferencia. Fuimos a nuestra embajada de Nueva Delhi. Allí la Madre Teresa me agarró del brazo y me llevó al jardín a rezar el rosario. Un momento de paraíso.
No volvió con nosotros porque había en aquel momento graves levantamientos en el pueblo indio y se le pidió que se quedara y ejerciera su fascinación moderadora.