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CHINA
Sacado del n. 12 - 2009

Y el secretario comunista llevó el cáliz para la misa


Durante el largo coloquio entre un sacerdote del área clandestina y el obispo Francesco An Shuxin, las primeras preguntas se concentran en el período de detención y aislamiento a que fue sometido monseñor An entre 1996 y 2006. Las pocas alusiones a las que hace mención sin ningún énfasis el obispo son el testimonio sencillo y descarnado de cómo la gracia del Señor sabe alegrar y aligerar las almas de sus hijos, incluso en circunstancias difíciles y siguiendo a veces caminos paradójicos y de fantasía


El coloquio entre un sacerdote del área clandestina


Ante todo queremos saber la situación de su vida durante el arresto domiciliario, sobre todo con respecto a su oración y a su estado interior. ¿Nos lo podría explicar mejor?
FRANCESCO AN SHUXIN: Ahora la política del gobierno con los obispos y los sacerdotes es distinta de la de antes, es ya algo más humana. Con los obispos, la política es el aislamiento, quieren tenernos solos en un lugar vigilado, sin posibilidad de contactar con nadie en el exterior. No nos dejan contactar precisamente a las personas que uno quisiera ver. Por lo demás, buscaban también muchas ocasiones para que yo saliera, a veces para ir a ver otras diócesis, y luego tenía que volver. Como es obvio, no salí con mucha frecuencia, pero a veces ocurría. […]
En 1996 el incidente del “vídeo” [un documental sobre la diócesis de Baoding rodado por una troupe televisiva francesa, n. de la r.] provocó un caso político. La diócesis de Baoding fue el centro de una atención particular por parte de Pekín, y por eso también la ciudad de Baoding le dio mucha importancia a este asunto. Por consiguiente también nosotros nos convertimos en “sujetos dignos de interés”. El dinero lo mandaba directamente Pekín. Para que me vigilaran a mí, un solo hombre, se habían movilizado a decenas de personas.
Luego descubrieron que nosotros no habíamos hecho nada, que era todo normal, que se trataba sencillamente de nuestra fe, así que poco a poco su control fue disminuyendo, y el personal de control también. Pero de todos modos las limitaciones quedaron en vigor.
Al principio no tenía nada. Cuando visité al obispo Jin Luxian tuve como regalo, por fin, un breviario. Luego, gradualmente, conseguí también una habitación solo para mí.
Cuando el secretario del Partido Comunista del pueblo vino a visitarme, me llevó los paramentos litúrgicos y un cáliz para celebrar la misa.
Después compré yo la uva para hacer el vino, sé cómo hacerlo. Cuando hacía mucho, me quedaba con el que necesitaba y el resto se lo ofrecía a las personas que me controlaban, para beber en compañía.
Luego vi los libros publicados por la Editora Faith y por la Guang Qi: también los libros fueron mandados por correo hasta aquí. Así que, durante unos diez años, vivimos juntos en suficiente armonía y paz.
Durante este período, ¿no le dieron ninguna lección “educativa”?
AN SHUXIN: Al principio, los superiores les dijeron a los agentes de control que tenían que estudiar conmigo. Pero ¿qué temas podían tener ellos? Cuando estábamos juntos, hablábamos del sentido de la vida. Por lo que se refiere a los temas morales, ellos no tenían muchas cosas que decirme. Cuando estábamos juntos era solo para leer un poco el periódico de Faith, o bien otros diarios y revistas. Lo que leíamos, en realidad, lo sabíamos ya. Quizá sus ideas son distintas de las nuestras. Pero si cumplieron o no las peticiones de los superiores es muy otra cosa.


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