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NOVA ET VETERA – SINDONE
Sacado del n. 04 - 2010

Exegesis

Sábana y sudario en su lugar



por Gianni Valente


«La tumba no estaba completamente vacía. Allí estaban los testimonios, los únicos testimonios de la resurrección de Jesús. Estaban los lienzos funerarios. Aunque mudos pudieron comunicar algo, visto que Juan creyó». Así empieza el estudio de Charles de Cidrac, profesor emérito del Institut catholique de París. Nueve páginas escritas con el ordenador, con correcciones hechas a mano, no publicadas por ninguna revista “científica”. Y, sin embargo, contiene puntos interesantes, los mismos que sigue el padre Galot en su artículo de La Civiltà Cattolica. Según De Cidrac, circulan, respecto a la escena del sepulcro vacío, muchas traducciones hechas sin esmero que crean malentendidos y errores «contrarios a las costumbres judías y al sentido común». Para aclarar lo que realmente quería describir el autor, el profesor francés somete el texto a un concienzudo análisis gramatical, teniendo en cuenta también las costumbres funerarias en vigor por aquellos años en ambiente judío.
La primera confusión, en muchas traducciones, concierne a los términos con los que se indican los lienzos usados para la inhumación. El original griego habla de otónia y de soudárion: términos traducidos a menudo de un modo genérico y confundiéndolos entre ellos (vendas, tiras, paños, etc.) En realidad, con la palabra otónia se indicaban todo los lienzos impregnados de mirra y áloe usados en la sepultura: tanto esindon (la sábana más amplia, cuatro metros de largo por 90 centímetros de ancho, que se extendida debajo y encima del cuerpo del difunto, cerrando los dos extremos debajo de los pies) como las vendas con las que se ataban las manos y se ceñía la sábana para que se ajustara al cuerpo. Luego estaba el sudario, tò soudárion, un amplio pañuelo cuadrado doblado por la diagonal, para hacer una triángulo que luego se retorcía sobre sí mismo. Se formaba así una banda de cierto espesor que se hacía pasar por debajo del mentón y se ataba en la cabeza, de modo que la boca no se abriera por la relajación de los nervios.
Otras imprecisiones de tipo gramatical crean, según De Cidrac, malentendidos sobre la posición en que los dos apóstoles encontraron todos estos paños. En detalle: el original griego dice que Pedro, al entrar en el sepulcro, vio tà otónia keímena, que muchas versiones traducen como “los lienzos por el suelo”. Ahora bien, el participio keímena indica en realidad la posición tendida, horizontal de los lienzos, sin que esto signifique que estaban tirados en el suelo del sepulcro. El verbo defectivo keymai quiere decir yacer, estar tendido, estar en horizontal. La expresión significa que los lienzos funerarios están tendidos en su lugar, vacíos, sin forma, pues ya no ceñían el cuerpo de Jesús. Probablemente estaban tendidos en el nicho excavado en la pared, una característica de la arquitectura funeraria judía de tipo señorial, en la que se había colocado el cuerpo de Jesús; las últimas expresiones de este pasaje hablan de la posición del sudario. El original dice que el sudario estaba ou metà ton otoníon keímenon, expresión que normalmente se traduce (por ejemplo, en el Nuevo Testamento publicado por la Conferencia Episcopal Italiana): “no estaba allí con los lienzos”. De este modo se da la idea de que el sudario ha cambiado de lugar respecto al punto en que se hallaba cuando el cuerpo de Jesús fue enterrado. También las expresiones siguientes (allà corìs entetuligménon eis ena tópon) se interpretan de tal manera que confirman la posición distinta del sudario respecto a los demás lienzos. La versión mencionada traduce estas expresiones señalando que el sudario no estaba con los demás lienzos «sino apartado, plegado en lugar aparte». De Cidrac critica varios puntos de esta traducción corriente. A su parecer la negación ou no se refiere a la expresión local metà ton otoníon (entre los lienzos) sino al participio keímenon( tendido, yacente), también del verbo keîmai. Con ello quiere indicar que el sudario no estaba tendido, no yacía como los demás lienzos. Metà ton otoníon, frase ahora no relacionada con la negación ou, hay que traducirla por “en medio de los lienzos”, e indica la posición del sudario, que estaba debajo de la sábana, claramente enrollado (así traduce De Cidrac el adverbio corìs y el participio pasado pasivo entetuligménon, del verbo entulíssu) en su lugar original (eis ena tópon). Todo esto para decir que el sudario no se había movido de su lugar original, y ahora, al quedar enrollado, se distinguía el relieve de su espesor en medio de los otros lienzos tendidos, bajo la parte superior de la sábana.
En resumen, la traducción que ofrece De Cidrac del pasaje como aportación original a la investigación exegética es la siguiente: «[Simón Pedro] entró en el sepulcro y vio los lienzos extendidos, y el sudario, que había sido atado a la cabeza. Éste estaba en medio de los lienzos, y no estaba extendido, sino claramente retorcido sobre sí mismo, en su puesto original».


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