Home > Archivo > 08 - 2004 > De Gasperi y Europa
ANIVERSARIOS
Sacado del n. 08 - 2004

1954-2004: Cincuenta aniversario de la muerte del estadista

De Gasperi y Europa


Entrevista a Sergio Romano. El patrimonio que De Gasperi aportó al europeísmo derivaba de su experiencia como parlamentario del Imperio austriaco. Y esta historia, estas experiencias políticas, se convirtieron durante la posguerra en el elemento coagulante de los varios europeísmos italianos


por Paolo Mattei


Robert Schuman, De Gasperi y Konrad Adenauer

Robert Schuman, De Gasperi y Konrad Adenauer

El embajador Sergio Romano ha publicado recientemente Europa. Storia di un’idea (Longanesi & C., Milán, 2004). En este ensayo, Romano relee los hechos históricos del Viejo Continente, perfilando su cuadro geográfico y cultural, examinando su historia a partir de la caída del Imperio romano hasta llegar al proceso de integración que comenzó al acabar la Segunda Guerra Mundial. Justamente en los primeros años de la posguerra Alcide De Gasperi es protagonista, no sólo de la reconstrucción de su país hundido por el conflicto, sino también de los primeros pasos del proceso de unificación europea. Son pasos que el político democristiano da con otras personalidades importantes, italianas y extranjeras. Hemos hablado con Sergio Romano de esta etapa importante del trabajo político de De Gasperi, la última de su vida.

Afirma usted que la experiencia de De Gasperi como parlamentario en Viena es muy importante para comprender su posterior trabajo político por Europa. Es una perspectiva historiográfica que no siempre se tiene en cuenta cuando se habla del europeísmo del estadista trentino.
SERGIO ROMANO: La razón por la que no nos hemos dado cuenta de la importancia que el Parlamento de Viena tuvo en la formación política de De Gasperi y en su comprosimo europeísta hay que buscarla probablemente en el “filtro” que la Primera Guerra Mundial representó para comprender esa época histórica. Hemos percibido el Imperio austriaco como un Imperio enfermo y decadente, policial y autoritario. No hemos comprendido que también existían fuerzas considerables que trabajaban activamente para hacer funcionar un sistema multiétnico, que trataban de dar una respuesta al problema de las varias nacionalidades creando las condiciones para una convivencia civil y pacífica entre varios grupos religiosos y lingüísticos. De Gasperi, como parlamentario en Viena en los años en que la Dieta del Imperio representaba una gran constelación de grupos étnicos y nacionales, vivió esa experiencia y conoció en el Parlamento ese intento de hacer funcionar un Imperio multiétnico. Todo esto le será muy útil luego, cuando trabaje por Europa.
El gran proyecto multinacional del Imperio austriaco fracasó definitivamente con la Primera Guerra Mundial…
ROMANO: Sí, pero esto no borra el hecho de que en el Parlamento de Viena –en el que estaban representados húngaros, galicianos, checos, eslovenos, croatas, rumanos, italianos y otros pueblos– se hicieron cosas muy importantes e interesantes para mantener unido ese mosaico de naciones. De esta experiencia –que nosotros, repito, hemos olvidado, ignorado, censurado– De Gasperi sacó y llevó consigo instrumentos de trabajo con los que más tarde trabajaría con provecho.
Sergio Romano

Sergio Romano

De Gasperi trabajó por Europa al lado de intelectuales cuya formación humana y cultural era profundamente distinta de la suya, como, por ejemplo, Einaudi…
ROMANO: Sus visiones, es verdad, procedían de matrices y corrientes culturales completamente distintas. Pero esto no significa que no pudieran converger hacia un objetivo común, o hacer un buen trecho de camino juntos; que es lo que sucedió. El origen del europeísmo de De Gasperi era, como he tratado de explicar, la versión europea y democrática de un Imperio multinacional que él había experimentado. Einaudi tenía otras premisas. Constataba la crisis del Estado nacido en el Risorgimento y el fracaso del nacionalismo italiano. Él, liberal, hombre del Risorgimento, era consciente de esto. Entre 1918 y 1920 escribió algunas cartas al Corriere della Sera con el seudónimo “Junius” en las que mostraba su convicción de que para crear Europa era necesaria una red de colaboraciones económicas entre las naciones, estatuida en tratados que por así decir habrían “encerrado” –en el sentido más positivo de la palabra– a Europa en una verdadera estructura federal.
Además de Einaudi, otros ilustres personajes italianos, como Altiero Spinelli, Ernesto Rossi, Carlo Sforza, dieron vida al debate sobre Europa. También el origen y la formación de estos intelectuales eran muy distintos de los de De Gasperi.
ROMANO: Altiero Spinelli, que se hizo comunista al acabar la Primera Guerra Mundial, creyó hallar en el Partido comunista una respuesta al nacionalismo de los Estados europeos. Se había convencido de que el Partido comunista iba a acabar con las disputas entre Estados nacionales. Luego, cuando vio que el comunismo se había convertido en la ideología de un Estado supernacionalista como la URSS, se desilusionó inmediatamente y comenzó a elaborar una forma distinta de internacionalismo que es precisamente el europeísmo. Este cambio de perspectiva se debe a la familiaridad de Spinelli con un intelectual de origen liberal de izquierdas, un whig que había estudiado con Einaudi: Ernesto Rossi. Los dos elaboraron el “Manifiesto de Ventotene” –del nombre de la isla donde estuvieron desterrados–, que Einaudi leyó y aprobó. Vemos, pues, que los orígenes culturales de estos intelectuales son heterogéneos, no existe sólo una distancia con la personalidad de De Gasperi. Sforza, que ha citado usted, será en la posguerra el ministro de Asuntos Exteriores de De Gasperi. Sforza, que venía de la corriente republicana-mazziniana, creyó, entre 1919-1920, que la Sociedad de las Naciones podía representar una respuesta a los problemas que la guerra había dejado en herencia, y, por tanto, pensaba en una forma de europeísmo modelado sobre una versión actualizada y más perfeccionada de la Sociedad de las Naciones… En fin, aunque eran hombres con historias personales y procedencias culturales profundamente distintas, eran al mismo tiempo hombres muy prácticos, capaces de adaptar su proyecto político a las circunstancias. Y sobre todo eran suficientemente inteligentes como para comprender que cuando se desea realizar una gran idea, debe hacerse con aliados, aunque su formación política y cultural diste de la tuya, recorriendo con ellos el trecho de camino necesario. Trabajaron juntos y trabajaron muy bien. Einaudi, Sforza y De Gasperi fueron los rostros de un europeísmo italiano que no es unívoco, que no tiene una única característica.
¿Cuál es el proyecto europeísta de De Gasperi?
ROMANO: De Gasperi no produce una elaboración intelectual, teórica, del europeísmo. Cuando, en los primeros años de la posguerra, sea protagonista de las iniciativas concretas para dar cuerpo a las primeras instituciones europeas, pondrá a disposición de esos proyectos, como decía antes, su rica experiencia política hecha en Trento y en Viena. En Trento, entre 1905 y 1915, asumió la dirección del periódico Il Trentino, fundó el Partido popular local, creó cooperativas e institutos de crédito que mejoraron las condiciones de vida de los campesinos, fue elegido concejal… En Viena fue parlamentario y conoció las ideas cristiano-sociales del burgomaestre Karl Lueger, a quien admiraba mucho. Luego, al final de la Primera Guerra Mundial, se inscribió al Partido Popular y fue elegido diputado italiano… Es una historia que conocemos, pero precisamente esta historia y estas experiencias políticas representan el patrimonio que De Gasperi aporta al europeísmo. Y que después de la Segunda Guerra Mundial se convertirá en el elemento coagulante de los varios europeísmos italianos.
De Gasperi durante su intervención en la Conferencia para la paz de París en 1946

De Gasperi durante su intervención en la Conferencia para la paz de París en 1946

¿De dónde nace la “necesidad de Europa” sentida por De Gasperi?
ROMANO: Después de la Segunda Guerra Mundial se abre camino en él la convicción de que ningún Estado europeo está en condiciones de hacer frente a los problemas de la reconstrucción y del futuro del Viejo Continente. Es en este momento cuando la práctica política del estadista trentino asume una perspectiva europeísta. Perspectiva que se vuelve especialmente eficaz cuando se encuentra con dos personalidades que, con él, se convertirán en el verdadero “directorio” europeo después del final del conflicto: Robert Schuman y Konrad Adenauer. El primero es lorenés, el segundo, renano. Los tres son católicos y demócratas cristianos, de lengua alemana, pertenecientes a zonas de frontera donde a menudo las necesidades y las virtudes de la convivencia moderan los nacionalismos.
¿Qué características tienen en común estos tres políticos?
ROMANO: La identidad de la lengua, el alemán, fue seguramente importante. Pero fundamentalmente fue el hecho de que cada uno pertenecía a un Partido cristiano. No hay que olvidar al respecto que la Alemania moderna, la Alemania del siglo XIX, después de la unificación, es el país que dio vida a dos partidos fundamentales para la historia de Europa: el Partido socialista y el Partido cristiano. El Partido socialista –en Alemania se llamaba Partido socialdemócrata– y el Partido cristiano –Zentrumspartei, es decir, Partido del centro– son dos modelos que Alemania exportará a todos los países europeos. Alemania fue el lugar donde nacieron las dos formaciones políticas más importantes de la historia europea, antes y después del fin de los totalitarismos. Por tanto, para un católico italiano como De Gasperi, miembro de la Democracia Cristiana, la relación con un exponente del Zentrum alemán –cuya heredera es la moderna CDU– era una relación como de primos hermanos, existía una fuerte solidaridad, diría que había “consanguinidad”. Lo mismo valía para Schuman: los “cristianos en política” en Francia son también hijos del Zentrum. Estos tres hombres de Estado, encontrándose, podían dar por descontado conocimientos, experiencias, valores que cada uno de ellos había asumido y sobre los que no era necesario que intercambiasen ideas, porque cada uno sabía perfectamente cuáles eran las ideas del otro.
El trabajo de De Gasperi en sentido europeísta se concreta por tanto después del final de la Segunda Guerra Mundial.
ROMANO: Sí, De Gasperi buscaba un ubi consistam, algo en torno a lo cual trazar el dibujo de la unidad europea. Al principio le pareció que esta ocasión se la ofrecía el Consejo de Europa. Promovido con un gran congreso en La Haya en 1948. El Consejo de Europa era una invención inglesa y, durante cierto periodo, despertó muchas esperanzas. Luego, sin embargo, De Gasperi se dio cuenta de que los ingleses veían dicha institución como un gran club en el que Gran Bretaña tendría un papel predominante. Un papel mediante el cual censuraría por supuesto iniciativas de tipo unitario y federal.
De Gasperi durante los  trabajos de la Asamblea constituyente en 1946

De Gasperi durante los trabajos de la Asamblea constituyente en 1946

Es el momento de las iniciativas francesas…
ROMANO: Sí, y fueron precisamente las iniciativas francesas las que “encendieron la mecha”, que pusieron en marcha el mecanismo en el que De Gasperi “se reconoció”, es decir, la posibilidad de ejercer un papel determinante. La primera gran iniciativa francesa era de Jean Monnet, un “tecnócrata” capaz de organizar la colaboración económica multilateral. Monnet, al comprender que con la reconstrucción de la industria alemana, puesta en marcha por el Plan Marshall, Alemania y Francia se disputarían la posesión del carbón del Ruhr, presentó una propuesta concreta: la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, que en 1951 firmarán seis Estados y de la que De Gasperi será presidente tres años después. Naturalmente Inglaterra no se adhirió. Luego las circunstancias históricas, que son muy importantes a la hora de determinar los programas políticos, impulsaron la segunda iniciativa francesa importante. Cuando, a raíz de la guerra fría, se planteó la cuestión del rearme de Alemania, Francia tuvo el gran mérito de proponer la solución del problema con criterios europeos, con una perspectiva europea: estoy hablando de la Comunidad Europea de Defensa, la CED. Los ejércitos europeos quedarían integrados y ningún contingente por encima del batallón sería exclusivamente nacional. En esta idea De Gasperi vio la solución real de muchos problemas. Vio que se pisaba el acelerador.
¿En qué sentido?
ROMANO: Quizá no hemos considerado suficientemente la pasión con que De Gasperi en los últimos tres años de su vida se dedicó a ese proyecto, que se convirtió en “su” proyecto. Él fue quien hizo poner en el Tratado que instituía la CED un artículo específico que preveía la transformación de la Asamblea parlamentaria de la Comunidad Europea de Defensa en Asamblea constituyente. Tenga presente que el proyecto de De Gasperi para la transformación de la Asamblea parlamentaria de la CED en Constituyente tenía como base la creación de un instrumento unitario formidable: el ejército europeo. Se habría podido comenzar a escribir la Constitución habiendo creado ya el ejército europeo. Si las cosas hubieran ido según el deseo de De Gasperi, habría significado comenzar desde una etapa muy avanzada en el proceso federalista de Europa. A partir de aquel momento muchas cosas que hoy consideramos aún difíciles habrían sido posibles…
Pero no sucedió lo que De Gasperi deseaba…
ROMANO: Por desgracia no, porque los franceses, que habían ideado el proyecto, lo hundieron en 1954 en la Asamblea nacional con el voto contrario a su ratificación. Luego la política francesa sobre Europa estará caracterizada siempre por oscilaciones en sentido europeísta o nacionalista: europeísta si el presidente es liberal o socialista; nacionalista si el presidente es gaulista. No olvidemos, sin embargo, que tampoco Italia ratificó el Tratado de institución de la CED. Las últimas cartas de De Gasperi, escritas desde su pequeña finca de Trentino donde se había retirado en 1954, poco antes de morir, son cartas afligidas en las que exhorta a sus compañeros de Roma y al Gobierno italiano a acelerar el proceso de ratificación. Son cartas angustiadas en las que se lee el presentimiento de una ocasión fallida. Quizá, quién sabe, si Italia hubiera ratificado antes de Francia, habría sido distinto…


Italiano English Français Deutsch Português