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SECCIONES
Sacado del n. 09 - 2011

Lectura espiritual


Invitación a la oración

La redacción de 30Días ruega a todos sus lectores, y especialmente a las personas consagradas de los monasterios de clausura, que recen por don Giacomo Tantardini. Desde hace unos meses está siguiendo un tratamiento contra un cáncer pulmonar. Que el Señor nos conceda suplicar con confianza el milagro de su curación. A los sacerdotes que estiman y aman 30Días les pedimos que celebren la santa misa según esta intención. A los padres les pedimos la caridad de que hagan rezar a sus hijos.



<I>Cristo en medio de los niños</I>, Emil Nolde, Musem of Modern Art, Nueva York

Cristo en medio de los niños, Emil Nolde, Musem of Modern Art, Nueva York

La oración de los niños

Charles Péguy, El misterio de los santos inocentes

 

No hay nada más hermoso que un niño que se duerme rezando sus oraciones, dice Dios.
Yo os digo que nada hay tan hermoso en el mundo.
Nunca he visto nada tan hermoso en el mundo.
Y, sin embargo, he visto cosas hermosas en el mundo
Y las conozco bien. Mi creación rebosa de bellezas.
Mi creación rebosa de maravillas.
Hay tantas que ya no sabe uno dónde ponerlas.
He visto millones y millones de astros rodar bajo mis pies como las arenas del mar.
He visto jornadas ardientes como llamas.
Días de verano de junio, julio y agosto.
He visto noches de invierno echadas como una capa.
He visto noches de verano tranquilas y dulces como un ocaso de paraíso
Totalmente repletas de estrellas.
He visto esos viñedos del Mosa y esas iglesias que son mis propias casas.
Y París y Reims y Rouen y catedrales que son mis propios palacios y mis propios castillos.
Tan hermosos que los guardaré en el cielo.
He visto la capital del reino y Roma, capital de la cristiandad.
He oído cantar la misa y las vísperas triunfantes.
Y he visto esas llanuras y esas ondulaciones del terreno de Francia.
Que son lo más bello de todo.
He visto el mar profundo, y el bosque profundo, y el profundo corazón del hombre.
He visto corazones consumidos de amor
Durante vidas enteras
Perdidos de tanta caridad.
Ardiendo como llamas.
He visto a mártires llenos de fe
Aguantar como una roca en el potro de tortura
Bajo los dientes de hierro.
(Como un soldado que aguantase completamente solo toda una vida
Por fe
Por su general (aparentemente) ausente.)
He visto a mártires llameando como antorchas
Preparándose así las palmas siempre verdes.
Y he visto gotear bajo las garras de hierro
Perlas de sangre que resplandecían como diamantes.
Y he visto brillar lágrimas de amor
Que durarán más que las estrellas del cielo.
Y he visto miradas de oración, miradas de ternura,
Perdidas de caridad
Que brillarán eternamente por las noches de las noches.
Y he visto vidas enteras, del nacimiento a la muerte,
Del bautismo al viático,
Desenredarse como una madeja de lana.
Pues yo os digo –dice Dios– que no conozco nada tan hermoso en todo el mundo
Como un niño que se duerme rezando sus oraciones
Bajo el ala de su ángel de la guarda
Y que sonríe a los ángeles al empezar a dormirse.
Que ya lo mezcla todo y que ya no entiende nada
Y que mete el texto del Padre Nuestro a barullo, de cualquier forma, en el texto del Dios te salve María
Mientras un velo desciende ya sobre sus párpados,
El velo de la noche, sobre su mirada y sobre su voz.
He visto a los mayores santos, dice Dios. Pues bien, yo os digo
Que nunca he visto nada tan gracioso y por lo tanto no conozco nada tan bello en el mundo
Como ese niño que se duerme rezando sus oraciones
(Como ese pequeño ser que se duerme confiado)
Y que mezcla el Padre Nuestro con el Dios te salve María.
Nada es tan bello y éste es incluso un punto
En el que la Santísima Virgen comparte mi opinión.
En ese punto.
Y puedo decir sin miedo que es el único punto en el que estamos de acuerdo. Pues por lo general somos de opiniones contrarias.
Porque ella está a favor de la misericordia.
Y yo tengo que estar a favor de la justicia.

 

Por otra parte, ¡qué bien comprendo a mi hijo! Mi hijo ya se lo ha dicho muchas veces. (Pues hay que entender todas las palabras de mi hijo al pie de la letra). Sinite parvulos. Dejad que se acerquen.
Sinite parvulos venire ad me. Dejad que los niños se acerquen a mí.
Los niños pequeños.


Entonces le presentaron a los más pequeños para que les impusiera las manos, y orase. Pero los discípulos les reprendían.
Y Jesús les dijo: Dejad a los más pequeños, y no les impidáis que vengan a mí: talium est regnum coelorum. De ellos es el reino de los cielos. A ellos, a los que son como ellos les pertenece el reino de los cielos.
Y después de imponerles las manos, se fue.

 

 

 

 

 

La oración de los grandes que, por gracia, se han vuelto niños

Las quince promesas que hizo la Virgen al beato Alano de la Roca sobre el santo Rosario

 

  1. A todos los que recen devotamente mi Rosario, les prometo mi protección especial y grandísimas gracias.
  2. Quien persevere en el rezo de mi Rosario recibirá grandes beneficios.
  3. El Rosario es un escudo poderoso contra el infierno; destruirá los vicios, librará del pecado, abatirá las herejías.
  4. El Rosario hará germinar las virtudes y las buenas obras para que las almas consigan la Misericordia divina. Sustituirá en el corazón de los hombres el amor del mundo por el amor de Dios, elevándoles a desear los bienes celestiales y eternos. ¡Cuántas almas se santificarán con este medio!
  5. El que se encomiende a mí con el Rosario, no perecerá.
  6. El que rece devotamente mi Rosario, meditando sus misterios, no se verá oprimido por la desgracia. Si es pecador se convertirá; si justo, perseverará en gracia y será digno de la vida eterna.
  7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos de la Iglesia.
  8. Todos los que recen mi Rosario tendrán durante su vida y en su muerte la luz de Dios, la plenitud de su gracia y serán partícipes de los méritos de los bienaventurados.
  9. Libraré bien pronto del purgatorio a las almas devotas de mi Rosario.
  10. Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
  11. Todo lo que pidáis por medio del Rosario, lo alcanzaréis.
  12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario
  13. He obtenido de mi Hijo que todos los miembros de la Confraternidad del Rosario tengan como hermanos a los santos del cielo durante su vida y en la hora de su muerte.
  14. Los que rezan fielmente mi Rosario son todos hijos míos muy amados, hermanos y hermanas de Jesucristo.
  15. La devoción a mi Rosario es una señal manifiesta de predestinación de Gloria.


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