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30DÍAS
Sacado del n. 03/04 - 2012

El fallecimiento de don Giacomo Tantardini


La redacción de la revista 30Días en la Iglesia y en el mundo, y su director Giulio Andreotti, anuncian que en la tarde del jueves 19 de abril de 2012 falleció en Roma don Giacomo Tantardini



Don Giacomo en Padua, el 25 de noviembre de 2008, durante la presentación del libro, editado por <I>30Giorni</I>, <I>Montini e Agostino. Sant’Agostino negli appunti inediti di Paolo VI</I> [© Franco Capovilla]

Don Giacomo en Padua, el 25 de noviembre de 2008, durante la presentación del libro, editado por 30Giorni, Montini e Agostino. Sant’Agostino negli appunti inediti di Paolo VI [© Franco Capovilla]

 

La redacción de la revista 30Días en la Iglesia y en el mundo, y su director Giulio Andreotti, anuncian el fallecimiento de don Giacomo Tantardini, ocurrido en la tarde del jueves 19 de abril de 2012, en Roma. Sacerdote, alma de nuestra revista junto con el senador Andreotti, don Giacomo Tantardini nació en Barzio (Lecco) el 27 de marzo de 1946 y fue bautizado el 31 del mismo mes. El beato cardenal Ildefonso Schuster le confirmó el 7 de julio de 1953, y recibió la primera comunión el 27 de mayo de 1954. Estudió Teología en la Facultad teológica de Milán del Seminario de Venegono. Conoció a don Luigi Giussani y fue ordenado sacerdote por el cardenal Giovanni Colombo, arzobispo de Milán, el 27 de junio de 1970. En los primeros años setenta consiguió la licenciatura en Derecho canónico por la Universidad Pontificia Gregoriana. Desarrolló su actividad pastoral sobre todo entre los estudiantes de la Universidad de Roma. Incardinado en la diócesis de Roma, de 1983 a 1997 fue párroco de Santa Margarita María Alacoque, en el barrio de Tor Vergata y asistente eclesiástico de la Universidad de Tor Vergata. Enseñó en la Libera Università San Pio V de Roma, en la Universidad de Padua y en la Pontificia Facultad Teológica San Buenaventura –Seraphicum– de Roma. En los primeros años ochenta, a petición de los jóvenes que se convertían al cristianismo, recogió en un librito las oraciones más sencillas de la vida cristiana y todo lo que ayuda a hacer una buena confesión. Centenares de miles de ejemplares de este librito, titulado Quien reza se salva y traducido a los principales idiomas, han sido distribuidos en todo el mundo. El cardenal Joseph Ratzinger escribió la introducción del mismo el 18 de febrero de 2005.

 

 

 

 

 

En 2010 don Giacomo cumplía cuarenta años de sacerdocio. Para recordar el aniversario, don Alfredo Comi, párroco de Barzio desde los tiempos en que don Giacomo fue ordenado sacerdote, le escribió invitándole el 1 de agosto de ese mismo año a su pueblo natal. Publicamos su carta de respuesta

 

 

Roma, junio de 2010

 

Querido don Alfredo:

Le agradezco muy contento su invitación para recordar el 40 aniversario de mi ordenación sacerdotal en Barzio, el primer domingo de agosto, cuando nuestra parroquia celebra la fiesta de la Virgen del Rosario.

¡Cuántos recuerdos pletóricos de conmoción y gratitud al Señor renueva la fiesta de la Virgen del Rosario con la procesión de la tarde por las calles del pueblo! Esas fiestas y esas procesiones fueron quizás el momento más alegre y más hermoso de mi niñez. ¡Qué hermosa era a los ojos de un niño la imagen toda de oro de la Virgen expuesta en la iglesia y llevada en procesión!

Solo recientemente he sabido por mis hermanas que mi madre, inmediatamente después de mi bautismo, ante esa imagen le había ofrecido a la Virgen su primer hijo que, un instante antes, el bautismo había convertido en hijo de Dios. Cuántas lágrimas de gratitud ha regalado a mi vida ese gesto de mi madre.

Deseo expresar todo el camino de estos cuarenta años de sacerdocio con las palabras de san Ambrosio: «Omnia igitur habemus in Christo, omnia Christus est nobis / En Cristo lo tenemos todo, Cristo es todo para nosotros».

Estas palabras las aprendí de memoria en mi seminario y ya entonces me parecían muy bellas. Ha sido el camino de los años, con sus encuentros de gracia, su renovada misericordia por los pobres pecados, sus milagros, lo que ha hecho tan real, tan bella, tan cercana a mi pobre corazón la realidad misma que esas palabras indican.

Así, pues, «para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado» (san Pablo, Carta a los Efesios 1, 6), transcribo las palabras de san Ambrosio:

«En Cristo lo tenemos todo.

Que todos se acerquen a Él: quien está enfermo a causa de los pecados, quien está como clavado por su concupiscencia, quien es imperfecto pero desea progresar con intensa plegaria, quien ya ha crecido en muchas virtudes. Todos somos del Señor y Cristo es todo para nosotros.

Si deseas curar tus heridas, él es el médico; si te abrasa la fiebre, él es la fuente; si te abruma la culpa, él es la justicia; si necesitas ayuda, él es la fuerza; si temes la muerte, él es la vida; si deseas el cielo, él es el camino; si huyes de las tinieblas, él es la luz; si buscas alimento, él es la comida. “Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bienaventurado el hombre que espera en él” (Salmo 33, 9)».

Con renovados sentimientos de gratitud y estima,

 

don Giacomo



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