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ANIVERSARIOS
Sacado del n. 03/04 - 2012

El Archivo Secreto Vaticano



por Roberto Rotondo


Una vista del depósito del Archivo Secreto

Una vista del depósito del Archivo Secreto

 

Cuando se habla del Archivo Secreto Vaticano se habla del archivo moderno de la Santa Sede fundado por Pablo V hacia 1610, en la sede que da al Patio del Belvedere donde se encuentra aún hoy, aunque enormemente ampliada. Pero la historia del archivo de los pontífices hunde sus raíces en tiempos mucho más lejanos, vinculándose con el origen, la naturaleza, la actividad y el desarrollo de la propia Iglesia.

El patrimonio documental conservado en los grandes depósitos abarca una cronología de casi doce siglos (del siglo VIII al XX). Compuesto por más de seiscientos fondos de archivos, tiene una extensión de ochenta y cinco quilómetros lineales de estanterías, colocadas, entre otras cosas, en el bunker, un local de dos plantas, excavado en el subsuelo del Patio de la Pigna de los Museos Vaticanos. Desde que el papa León XIII abriera en 1881 sus puertas a los estudiosos, el Archivo Secreto Vaticano se ha convertido en un centro de investigaciones históricas de los más importantes y célebres del mundo. Para profundizar en su historia y evolución señalamos el volumen Archivio Segreto Vaticano, preparado por monseñor Sergio Pagano (Gangemi editore, 2000). En el volumen se explica la larga historia de cómo fue creado el Archivo, los archivos que ha englobado, las vicisitudes y los traslados (como también los años de permanencia en Castel Sant’Angelo o bien el traslado forzoso del Archivo por orden de Napoleón y su posterior regreso a Roma).

Son cientos los historiadores que de todo el mundo solicitan poder consultar el Archivo, el cual posee también cierta actualidad desde el punto de vista periodístico, como puso de relieve hace años el famoso vaticanista Benny Lai, quien escribió que el Archivo permite profundizar en el conocimiento de las estructuras y del método de trabajo de las oficinas vaticanas, penetrar en su intimidad. La correspondencia diplomática entre la Secretaría de Estado y los nuncios apostólicos, más allá del valor de los temas tratados, en efecto, ilumina el modo de pensar y actuar que ha seguido sustancialmente intacto con el paso de los años. Además, la consulta de los documentos conservados en el Archivo no es útil solo para aclarar los problemas históricos, ya sean grandes o pequeños, sino para estudiar bajo diversas perspectivas las fases de la formación de la civilización occidental o la perenne cuestión de fondo de las relaciones entre la Iglesia y el Estado; a veces de los viejos papeles, que muchos se obstinan en considerar como algo muerto, emergen historias humanas que el tiempo no ha conseguido esclerotizar.



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