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SÍNODO DE LOS OBISPOS
Sacado del n. 10 - 2005

ENTREVISTA AL CARDENAL GODFRIED DANNEELS

Atraídos por la belleza de la liturgia


Los jóvenes aprecian una fe anunciada sin ambajes, sin interminables preámbulos y “trucos” de pre-evangelización. Están abiertos a quienes dan testimonio de su fe cristiana en la libertad, sin tratar de convencerles con presiones. Son como pajaritos que se paran curiosos en el alféizar de la ventana. No hay que tratar de capturarlos


Entrevista con el cardinal Gotfried Danneels por Gianni Valente


El cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Malinas-Bruselas,

El cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Malinas-Bruselas,

En su intervención en el Sínodo el cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Malinas-Bruselas, trazó la situación religiosa de las sociedades modernas de Occidente, donde la secularización y el subjetivismo fluyen en los numerosos ritos de la nueva religiosidad consumista self service. Al final del Sínodo hemos dialogado amistosamente con el primado de Bélgica.

¿Qué sugerencias útiles conservará del Sínodo sobre la Eucaristía?
GODFRIED DANNEELS: Me parece que la indicación más útil y concreta que ha salido del Sínodo es la recomendación a celebrar bien la misa. No es nada nuevo, pero subraya que la primera obra de evangelización es la liturgia. Si se celebra bien la liturgia, ejerce una fuerza de atracción, es evangelizadora por sí misma, y no hay que añadir nada más. Cuando propones la verdad puedes producir como reacción el escepticismo. ¿Qué es la verdad? En el fondo somos todos unos pequeños Pilatos. Cuando insistes en predicar la perfección moral puedes desmoralizar: Dios es bueno y perfecto, pero yo sé que no lo soy, y es inútil intentarlo. Lo que es hermoso, en cambio, desarma. Muchos obispos africanos y asiáticos me han hablado de los “prosélitos del umbral”…
¿Quiénes son?
DANNEELS: Son los polígamos, los no bautizados, quizá también los musulmanes que se asoman a la puerta de la Iglesia atraídos por la belleza de la liturgia. Sienten que está pasando algo…
¿Qué más le ha llamado la atención durante el Sínodo?
DANNEELS: El hecho de subrayar el carácter sacrifical de la Eucaristía, que en verdad nunca había sido negado, pero que en un determinado momento, después del Concilio, había sido relegado a la sombra, y se ponía el acento sobre la Eucaristía como banquete. Pero la última cena no fue simplemente un convivio. Fue un banquete ritual y al mismo tiempo sacrifical. Los apóstoles y Jesús no se habían reunido en el cenáculo sólo para comer juntos como otras veces. Sino para recordar la comida pascual de los judíos, y conmemorar la obra de salvación realizada por Dios en Egipto. Y luego, el hecho de subrayar la adoración eucarística también me pareció que tenía un acento nuevo...
La adoración es una práctica muy tradicional.
DANNEELS: Veo que muchos jóvenes la descubren como algo nuevo. Se vio también en Colonia. O en la adoración silenciosa de los niños de primera Comunión en la Plaza de San Pedro, el 15 de octubre. Los jóvenes aprecian una fe anunciada sin ambajes, sin interminables preámbulos y “trucos” de pre-evangelización. Están abiertos a quienes dan testimonio de su fe cristiana en la libertad, sin tratar de convencerles con presiones. Son como pajaritos que se paran curiosos en el alféizar de la ventana. No hay que tratar de capturarlos.
Los mismos sacramentos son un hecho visible.
DANNEELS: Los sacramentos son gestos concretos, que se sirven de signos materiales. El signo es siempre visible, pero es siempre signo de algo no visible: la res sacramenti que a través del signo se comunica. Ahí está la fuerza de la liturgia. Esta res no es perceptible cuando la liturgia se vuelve teatro, autocelebración construida por nosotros. Y justamente cuando sucede esto, la liturgia se vuelve algo pesado. No tiene sentido ir todos los domingos a la misma obra de teatro.
¿Qué vínculo hay entre la visibilidad de los sacramentos y la visibilidad pública de la Iglesia?
DANNEELS: Los signos sacramentales se presentan con la fisonomía de la humildad. Son sencillísimos, ordinarios, pobres: el agua, el pan, el vino, el aceite. No se trata de causar impresión, de proponer escenas con efectos especiales. La liturgia con sus gestos repetidos y discretos sugiere, es sugerencia de realidades invisibles cuyos efectos se ven. Y el sujeto de la acción litúrgica y sacramental es el propio Cristo. La acción litúrgica y sacramental no es una técnica publicitaria para influir, hipnotizar, plagiar. Análogamente, la presencia pública de la Iglesia no es por naturaleza asimilable a una manifestación de poder, o a una técnica para hacer presión sobre la sociedad.
Vienen a la mente las palabras de Péguy de que Jesús vino para salvar al mundo, no para cambiarlo.
DANNEELS: Lo primero es ser salvados. Luego viene el cambio. El cambio no es la premisa, sino el efecto visible de la conversión interior. Y todo impulso para cambiar cristianamente el mundo puede resultar violento si no deja vislumbrar la ternura del Señor hacia nosotros. No somos nosotros los que obramos el cambio en nosotros mismos.
¿Cómo ha visto la participación de Joseph Ratzinger en su primer Sínodo como Papa?
DANNEELS: Ha estado presente siempre en la hora de debate libre. Ha intervenido en el Sínodo no para determinar la cuestión, sino para dar su aportación, como un padre sinodal más. Esto es excepcional. Juan Pablo II no lo hizo nunca. El carisma del Papa actual no es el del gran actor frente a un millón de personas, sino el de saber hablar a los individuos, en un sereno coloquio personal.
En este Sínodo se ha hablado mucho de la Iglesia en China, debido a la no participación de los obispos chinos que el Papa había invitado. Usted estaba en China cuando murió Juan Pablo II.
DANNEELS: Tuve la impresión de que muchos líderes políticos chinos quieren normalizar las relaciones con la Santa Sede. El problema no puede ser la unión de los obispos con la Sede apostólica romana. Hay que explicar que el vínculo entre el papa y los obispos no es de orden político. Es una comunión de fe y caridad, que no puede ser mal interpretada como si fuera una injerencia política en los asuntos internos del país. El problema concreto, ahora, me parece que es el de las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y Taiwán.


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