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Sacado del n.10 - 2006


EL CORREO DEL DIRECTOR


El arzobispo Christodoulos

El arzobispo Christodoulos

SAGRADO ARZOBISPADO DE ATENAS
AtenAs

Quien reza se salva, un útil compendio de la fe para el piadoso pueblo católico romano

Atenas, miércoles 13 de septiembre

Queridos señores:
El arzobispo Christodoulos ha recibido el librito Who prays is saved [Quien reza se salva en edición inglesa], un útil compendio de la fe para el piadoso pueblo católico romano, y nos ha pedido que se lo agradezcamos en su nombre.
Que el Señor les ayude a publicar en el futuro libros como este que ayudan al trabajo de evangelización.
Cordialmente suyo,
en nombre de Su Beatitud,
Soterios J. Balatsoukas



INstituto RELIGIOSAS de LA INmacUlaDa dE gÉnova

Hermosísimo fue el libro Mio fratello Albino

Roma, sábado 5 de agosto de 2006

¡Ave María!
Estimadísimo senador señor Giulio Andreotti:
Gracias por el compromiso demostrado por nuestra querida nación, tierra de santos, de hombres y mujeres que luchan por el bien, por la libertad y por la vida.
Entre estos le incluyo también a usted y le agradezco la publicación de 30Giorni, la revista que nos llega hasta nosotros y que circula no sólo por la comunidad sino que la leen también quienes están en contacto con nosotros. Rezo para que el celo y el esfuerzo histórico con que está redactada la revista, que trata temas a menudo rechazados por la prensa italiana, sigan siendo igualmente fuertes.
Aprovecho también para demostrarle mi gratitud por la reimpresión de los Catecismos que acompañaron e intervinieron visualmente en la preparación de mi primera Comunión y Confesión: la claridad de estos textos sigue sentando cátedra todavía.
He de darle las gracias también por haber enviado a la comunidad el hermoso libro Quien reza se salva, que ha sido y está a punto de ser enviado también a las misiones en las distintas lenguas. Lo usaremos también como texto para el movimiento laico que gira alrededor de nuestro carisma aprovechando que numerosos resúmenes doctrinales, oraciones y cantos están contenidos en él. Hermosísimo ha sido también el libro Mio fratello Albino, que nos ha hecho descubrir a un nuevo e inédito Papa de la sonrisa. El Señor nos ha creado a cada uno de nosotros misioneros y pienso que usted, ilustrísimo senador, ha hallado también su camino; que Dios le bendiga y le sostenga en esta obra de bien. Incluyo algunas noticias sobre nuestra Congregación que, con el valor de los humildes, trabaja con serenidad donde Dios la llama a actuar, con la certeza de que el “fiat” de María revive también mediante nosotros hoy.
Rezamos por usted y por quienes colaboran en esta obra de 30Días.
Gracias por todo lo que hace por nosotros, por la Iglesia, por nuestra patria y por el mundo.
Con estima y deferencia, por toda la comunidad,

sor Maria Rosangela Sala, madre superiora general


UNA CARTA INÉDITA DE VON BALTHASAR sobre el amor de Dios y la dialéctica de Hegel

En Hegel en lugar del Amor actúa el Saber Absoluto

Querido director:
He leído de buena gana en el último 30Días el artículo Par una lectura espiritual. Leyendo la frase en la que, citando a Hegel, se habla de «los que pretenden que la gracia nazca del pecado casi como producto de una dialéctica», me he acordado de un episodio ocurrido hace casi veinte años, en 1987. Para mi tesis de licenciatura en filosofía estaba pensando desarrollar el tema de la relación entre la dialéctica y la teología de la cruz en Lutero (luego cambié de tema). Así que, con un poco de cara dura, le escribí una carta a Hans Urs von Balthasar, a quien naturalmente no conocía, para someterle mi línea de investigación. Yo partía de la hipótesis de un estudioso francés, H. Schmitz, un alumno de Maritain, para quien existe una línea de continuidad –en el sentido propio de la dialéctica– entre Lutero, el místico protestante alemán Böhme y Hegel. Además, aludía también al libro de Von Balthasar, El cristiano y la angustia, recién salido por aquel entonces en Italia, en el que se habla también de estos temas. Le pedía, en fin, que me indicara algún texto suyo o de otros autores sobre el tema.
Von Balthasar me respondió al cabo de una semana con una nota que aún conservo. Les mando una copia, porque me parece que está muy en línea con la frase citada arriba. Gracias por su trabajo, cordialmente,

Eugenio Andreatta – Padua

4 de mayo de 1987
CH-4051, Basel,
Arnold Böcklinstraße 42

Estimado señor:
Como católico que soy, prescindo de la dialéctica (tanto de la de Böhme, como de la de Lutero y Hegel); exactamente como hizo mi maestro, E. Przywara (Analogia Entis I). La cruz (y la angustia) nada tiene que ver con la dialéctica, porque la cruz es el evidente amor expiatorio de Dios. Sobre Lutero [hallará] una rigurosa toma de postura mía en Teologica II (1985), en donde sin duda alguna admito la existencia de la cuestión Iustus-Peccator, pero con la intención de resolverla de manera totalmente distinta. En Hegel el lugar del Amor lo ocupa el Saber Absoluto, lo cual lo cambia todo.
Con mis mejores deseos,

HvBalthasar






Para una lectura espiritual/2


El fragmento que publicamos en este número está sacado (come el anterior, cf. 30Días, n. 9, p. 11) del Credo del pueblo de Dios del papa Pablo VI. Es solamente y no pretende ser nada más que la explicitación de los artículos del Credo de los apóstoles sobre Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Verdadero Dios. Quien ha tenido la suerte de ver a Pablo VI rezando el Credo del pueblo de Dios en la plaza de San Pedro aquel 30 de junio de 1968, recuerda aún con gratitud conmovida la imagen del Papa que tras las palabras en italiano «al Padre consubstancial» añadió la expresión griega «homoousios to Patri», señal de humilde y audaz fidelidad al depósito de la fe.
Verdadero hombre. Y nosotros lo reconocemos verdadero Dios en el encuentro gratuito con su humanidad. El apóstol predilecto escribe que el anticristo es aquel que niega a Jesús en la carne (cf. 1Jn 4, 3). Niega la humanidad de Jesús, y, por tanto, niega la historia de Jesús que aconteció en momentos de tiempo y en lugares particulares.
En el misterio del Verbo encarnado, diría Péguy, es evidentemente más importante su divinidad, pero es su humanidad lo que toca y conmueve el corazón. Negando o idealizando su humanidad como hace el idealismo (véase el artículo de las páginas 56-65 de este número) se intenta, por odio y envidia diabólica, impedir la felicidad del hombre. Efectivamente, el encuentro gratuito con su humanidad es lo que le da al hombre ya aquí en la tierra el inicio de la felicidad.
Agustín ya sabía a través de Platón que la felicidad está en Dios, pero non gozaba de esta felicidad porque –escribe – «no abrazaba humilde a mi humilde Dios Jesús». Y añadía: «No gozaba de Ti hasta que no abracé al mediador entre Dios y los hombres, al hombre Cristo Jesús que es Dios bendito por los siglos». También Tomás de Aquino, al principio de la parte de la Summa theologica sobre Jesucristo, escribe que «los hombres son guiados a su destino de felicidad mediante la humanidad de Cristo». Igualmente santa Teresa de Jesús: «Siempre he visto y sigo viendo claramente que no podemos placer a Dios y de Él recibir grandes gracias más que por las manos de la sacratísima humanidad de Cristo». Es hermoso que el primer documento del Concilio ecuménico Vaticano II, la constitución sobre la santa liturgia, repita fielmente: «Su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvación».
La sencillez del Catecismo para los niños de san Pío X nos ayuda a custodiar y a comprender el misterio de «Aquel que» como escribe san León Magno «permaneciendo eterno comenzó a existir en el tiempo».
«¿Cómo el Hijo de Dios se hizo hombre? El Hijo de Dios se hizo hombre tomando en las purísimas entrañas de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, un cuerpo como el nuestro y un alma como la nuestra.
Haciéndose hombre el Hijo de Dios, ¿dejó por esto de ser Dios? Haciéndose hombre el Hijo de Dios no dejó de ser Dios; mas sin dejar de serlo, comenzó a ser juntamente verdadero hombre.
¿Ha existido siempre Jesucristo? Jesucristo como Dios ha existido siempre; como hombre comenzó a existir desde el momento de la encarnación»


Del Credo del Pueblo de Dios del papa Pablo VI

Elevándonos por su Resurrección a la participación de la vida divina que es la vida de la gracia

Creemos en nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Él es el Verbo eterno, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial al Padre, homoousios to Patri, y por quien todo ha sido hecho. Se encarnó por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María y se hizo hombre: igual, por tanto, al Padre según la divinidad, e inferior al Padre según la humanidad (Denzinger, 76), y uno en sí mismo, no por una imposible confusión de las dos naturalezas, sino por la unidad de la persona (Ibíd.).
Habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Anunció e instauró el Reino de Dios y nos hizo conocer en Él al Padre. Nos dio su mandamiento nuevo: amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Nos enseñó el camino de las Bienaventuranzas del Evangelio: la pobreza de espíritu, la mansedumbre, el dolor soportado con paciencia, la sed de justicia, la misericordia, la pureza de corazón, la voluntad de paz, la persecución soportada por la justicia.
Padeció en tiempos de Poncio Pilato, como Cordero de Dios, que lleva sobre sí los pecados del mundo, y murió por nosotros en la cruz, salvándonos con su Sangre redentora. Fue sepultado y por su propio poder resucitó al tercer día, elevándonos por su Resurrección a la participación de la vida divina que es la vida de la gracia. Subió al cielo y vendrá de nuevo, esta vez con gloria, para juzgar a vivos y muertos, a cada uno según sus méritos: quienes correspondieron al Amor y a la Misericordia de Dios irán a la vida eterna; quienes lo rechazaron hasta el fin, al fuego inextinguible. Y su Reino no tendrá fin.




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