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ENCUENTRO CON LOS NUEVOS...
Sacado del n. 03 - 2006

Corea, por una reconciliación entre Norte y Sur


Entrevista al arzobispo de Seúl, el cardenal Nicholas Cheong Jinsuk, sobre las prioridades de la Iglesia coreana. Una de ellas: hacer todos los esfuerzos posibles para la reunificación de las dos Coreas, divididas desde la época de la guerra fría


Entrevista al cardenal Nicholas Cheong Jinsuk por Gianni Cardinale



Benedicto XVI impone la birreta
cardenalicia a Nicholas Cheong Jinsuk

Benedicto XVI impone la birreta cardenalicia a Nicholas Cheong Jinsuk

Uno de los elementos significativos del primer consistorio de Benedicto XVI es el número de púrpuras concedido a representantes de la Iglesia en Asia. De los doce nuevos cardenales creados el 24 de marzo por el papa Ratzinger tres proceden del continente con el porcentaje menor de católicos del mundo: el arzobispo de Manila Gaudencio Rosales Borbón, el obispo salesiano de Hong Kong, Joseph Zen Ze-kiun y el arzobispo de Seúl, Nicholas Cheong Jinsuk.
El cardenal Cheong Jinsuk, de 74 años, natural de Seúl, es sacerdote desde 1961, ha estudiado Derecho canónico en la Universidad Pontificia Urbaniana y en 1970 fue nombrado obispo de Cheongiu, donde permaneció 28 años. En 1998 fue promovido a arzobispo de Seúl y administrador apostólico de Pyongyang, una de las tres circunscripciones eclesiásticas de Corea del Norte vacantes desde finales de los años cuarenta.
Nos entrevistamos con el cardenal Cheong Jinsuk en la sede del Pontificio Colegio coreano, sito en la calle Aldobrandeschi, en la zona noreste de Roma.
Eminencia, ¿cómo ha acogido el nombramiento?
NICHOLAS CHEONG JINSUK: Francamente creo que el motivo por el que he sido creado cardenal no reside en mis capacidades personales, sino en la situación especial de la Iglesia coreana, que ha crecido mucho desde todos los puntos de vista. Los católicos de Corea del Sur son unos cuatro millones y medio, el nueve por ciento de la población, el porcentaje más alto en Asia después de Filipinas y Vietnam.
¿Cómo se explica la decisión del Papa de crear tres cardenales asiáticos?
CHEONG JINSUK: El primer milenio estuvo caracterizado por la difusión del cristianismo en Europa. El segundo por la evangelización de las Américas, de África y de Oceanía. Juan Pablo II en su libro ¡Levantaos! ¡Vamos! escribió: «Asia es nuestra tarea común para el tercer milenio». Creo que la decisión de Benedicto XVI debe ser comprendida a la luz de esta afirmación de su predecesor.
La agencia católica Ucanews escribió que usted tiene una actitud «relativamente sosegada» respecto a su predecesor el cardenal Stephen Kim Sou-hwan, arzobispo de Seúl desde 1968 a 1998, «que a menudo intervenía abiertamente en cuestiones sociales y políticas»…
CHEONG JINSUK: No me gustan mucho las comparaciones.
Pero la prensa las ha hecho.
CHEONG JINSUK: El cardenal Kim, a quien aprecio mucho, tuvo que hacer frente a una situación especial. Tuvo que confrontarse con una dictadura militar y con una situación económica y social de subdesarrollo. Y por tanto, concentró sus esfuerzos en la defensa de los derechos humanos. Y esto le proporcionó gran visibilidad. Ahora la situación es distinta. Corea es una democracia y uno de los países más desarrollados de Asia; así que los fieles le piden al cardenal de Seúl otro tipo de enfoque. Sin olvidar que la Iglesia ha estado y estará siempre al lado de los pobres, han surgido otras prioridades.
¿Cuáles?
CHEONG JINSUK: Dos principalmente. Ante todo, la defensa de la vida desde su concepción y la contraposición clara y decidida a todo intento de manipulación genética. Y luego hacer todos los esfuerzos necesarios para la reconciliación de las dos Coreas.
Usted además de arzobispo de Seúl, es también administrador apostólico de Pyongyang. ¿Ha visitado alguna vez Corea del Norte?
CHEONG JINSUK: No, nunca. Pedí el permiso, pero las autoridades me lo concedían sólo si llevaba conmigo un buen donativo. Era una cifra que la diócesis no se podía permitir, así que no fui. Se ha de saber que en el Norte se puede entrar sólo si se llevan ayudas consistentes.
El cardenal Nicholas Cheogn Jinsuk, el segundo de la  izquierda, saluda a los demás miembros del Sagrado Colegio después de ser creado cardenal en el consistorio 
del 24 de marzo

El cardenal Nicholas Cheogn Jinsuk, el segundo de la izquierda, saluda a los demás miembros del Sagrado Colegio después de ser creado cardenal en el consistorio del 24 de marzo

En junio de 2004, por primera vez, nombró usted un vicario episcopal para Pyongyang: monseñor Matteus Hwang In-kuk. ¿Qué significado tiene este nombramiento?
CHEONG JINSUK: Monseñor Hwang In-kuk es natural de Pyongyang. Cuando era niño fue expulsado del Norte con toda su familia y luego fue ordenado sacerdote en el Sur. Su tarea principal es la de ocuparse de los descendientes de los muchos católicos que tuvieron que refugiarse en el Sur. Con la esperanza de que en el futuro pueda ocuparse también de los católicos del Norte.
¿Hay sacerdotes y obispos católicos en Corea del Norte?
CHEONG JINSUK: No. No tenemos noticias de sacerdotes supervivientes de las persecuciones de finales de los años cuarenta, cuando 166 sacerdotes y religiosos fueron asesinados o secuestrados. El Anuario Pontificio sigue dando por «desaparecido» al entonces obispo de Pyongyang, monseñor Francis Hong Yong-ho, que hoy tendría cien años. Es un gesto de la Santa Sede para señalar el drama que ha vivido y sigue viviendo la Iglesia en Corea.
¿Existen aún fieles católicos e iglesias en el Norte?
CHEONG JINSUK: Antes de 1949 los católicos en Corea del Norte eran 55.000. Cuando se desencadenó la persecución muchos escaparon, pero muchos fueron asesinados. Hoy algunos dicen que hay todavía unos mil católicos, otros dicen que pueden ser tres mil. Pero no existen certezas. Todas las iglesias, en cambio, fueron destruidas. Pero cuando se celebraron los Juegos Olímpicos en Corea del Sur, en Pyongyang de repente construyeron una iglesia, de la nada… Pero no fue un milagro: es fácil intuir que era una treta del régimen con la que quería demostrar que también en el Norte había católicos libres de profesar su fe. Lo cual obviamente no corresponde a la realidad.
¿Quién administra esta “iglesia”?
CHEONG JINSUK: Una autodefinida Asociación católica dirigida por un laico, Jang Jae-yon, que hace poco fue nombrado presidente de la Cruz Roja coreana del Norte.
¿Se celebran misas?
CHEONG JINSUK: A veces, cuando hay sacerdotes de paso. Sucedió el año pasado cuando murió el llorado papa Juan Pablo II. Por una casualidad se encontraba allí en aquellos días un sacerdote coreano de una diócesis estadounidense, creo de Texas, que celebró una misa de sufragio por el Pontífice fallecido.
Por tanto, a los sacerdotes les está permitido entrar en Corea.
CHEONG JINSUK: Sí, con la condición –como decía– que lleven ayudas. Pero las autoridades no permiten ninguna presencia estable, aunque algunos sacerdotes se han ofrecido.
¿Ha enviado muchas ayudas la Iglesia coreana al Norte?
CHEONG JINSUK: En los últimos diez años la Iglesia católica coreana ha enviado ayudas, sobre todo alimenticias, por un valor de once millones de dólares.
¿Llegaron estas ayudas efectivamente al pueblo?
CHEONG JINSUK: La Iglesia las ha distribuido al pueblo. Aunque algunos dicen que después las autoridades gubernamentales pasaron a confiscarlas.
¿Hay representantes de otras confesiones cristianas en Corea del Norte?
CHEONG JINSUK: Con motivo de los Juegos Olímpicos, además de la iglesia católica, las autoridades construyeron también un templo protestante y al parecer hay un par de pastores que se encargan de las funciones. Pero el hecho más curioso son los ortodoxos. Como señal de agradecimiento a Vladímir Putin, el régimen de Corea del Norte ha enviado cuatro coreanos a Moscú para estudiar teología y hacerles ordenar sacerdotes. Un hecho que nos ha llamado mucho la atención, porque no sabíamos que existieran fieles ortodoxos allí.
La Iglesia coreana es rica en vocaciones y ha enviado misioneros a muchos países asiáticos. ¿También a China?
CHEONG JINSUK: Oficialmente no. Lo que puedo decir es que hay religiosas coreanas en Manchuria que desempeñan actividades sociales, pero sin vestir el hábito religioso.
Eminencia, ¿es optimista respecto a una futura reunificación de las dos Coreas?
CHEONG JINSUK: Lo esperamos y rezamos para que suceda, por mi parte, repito, trataré de hacer todo lo posible para favorecer este proceso, bajo la dirección inteligente de la Santa Sede. Ahora que la Santa Sede y China tratan de dialogar, creo que esto puede tener cierto influjo en las relaciones entre nuestros dos países. Pero el cuando lo conoce sólo el Señor.


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