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ENCUENTRO CON LOS NUEVOS...
Sacado del n. 03 - 2006

Breve historia de la Iglesia católica en Corea

Un país evangelizado sin misioneros extranjeros




Peregrinos coreanos en la plaza de San Pedro con motivo del consistorio del 24 de marzo de 2006

Peregrinos coreanos en la plaza de San Pedro con motivo del consistorio del 24 de marzo de 2006

por el cardenal Nicholas Cheong Jinsuk

La Iglesia coreana es relativamente joven. La historia de la Iglesia coreana se remonta a hace 222 años, cuando un grupo de jóvenes estudiosos conoció el catolicismo. Mientras estudiaban las literaturas occidentales, querían encontrar una nueva idea capaz de guiar el cambio de la sociedad coreana de aquel tiempo. Su estudio, que al principio era sólo una curiosidad hacia una teoría nueva, se volvió fe, con la gracia de Dios, mientras seguían pensando y reflexionando sobre lo que estudiaban. Conocieron gran parte de la doctrina católica por medio de los libros, estudiando solos. Después de haber comprendido la importancia del bautismo, enviaron a uno de ellos a Pekín para que fuera bautizado. Exactamente los hechos se desarrollaron así: en el año 1784 Lee Seung Hun, uno de ellos, fue enviado a Pekín donde fue bautizado con el nombre de Pedro. Luego volvió a Corea y bautizó a sus colegas. Este fue el comienzo de la Iglesia coreana. Corea, en efecto, no fue evangelizada por misioneros extranjeros, sino sólo por laicos coreanos. La Iglesia coreana comenzó de un modo singular, único. No hay nada igual en la historia de la Iglesia católica. El esfuerzo activo de los laicos coreanos del inicio se ha convertido en la modalidad de acción de la Iglesia coreana de hoy.
Al principio la Iglesia coreana fue muy perseguida por el gobierno, porque en aquel entonces la religión de Estado era el confucianismo. La persecución duró unos cien años y hubo más de diez mil mártires. Como es fácil comprender, en aquel tiempo no existía la libertad religiosa. La libertad religiosa se obtuvo después del pacto entre Corea y Francia en 1886, hace ciento veinte años. Pero esta libertad no duró mucho porque en 1910 Japón invadió Corea y el país estuvo sometido al dominio japonés durante 35 años. En este tiempo, la Iglesia coreana vivió bajo el duro control y la vigilancia del gobierno japonés. Corea obtuvo la independencia en 1945, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, la libertad que trajo la independencia tuvo un resultado muy triste. Corea, por decisión de los Estados Unidos de América y de la Unión Soviética, fue dividida en dos partes: Sur y Norte. El dolor por la división de un pueblo, que había estado siempre unido, influyó mucho en el destino de la Iglesia coreana. Cuando Corea fue dividida, había en el Sur unos cien mil católicos repartidos en unas cien parroquias, mientras que en el Norte eran 55.000, en unas 50 parroquias. Así pues, dos tercios del total estaban en el Sur y un tercio en el Norte. El régimen comunista, que comenzó entonces a gobernar en Corea del Norte, se contrapuso con la fuerza a la Iglesia. De los 166 sacerdotes y religiosos presentes en aquellos años en el Norte, hoy no se sabe nada: no sabemos si siguen vivos. Hoy en el Norte no queda ni siquiera una parroquia: ningún sacerdote, ninguna religiosa. Y tampoco sabemos cuántos católicos hay. Unos dicen que mil, otros que tres mil. En una palabra la Iglesia de Corea del Norte es una “Iglesia del silencio”.
Mientras tanto la Iglesia de Corea del Sur, con la gracia del Señor, sigue progresando. Los católicos en Corea del Sur son unos cuatro millones y medio, repartidos en 16 diócesis. Esto significa que el nueve por ciento de la población es católica. Somos menos que los budistas y los protestantes, pero ocupamos el tercer puesto entre los países del Sureste asiático, después de Filipinas y Vietnam. La Iglesia coreana ha crecido mucho y está en primera fila en la evangelización de Asia. Uno de los métodos de evangelización de Asia consiste en formar seminaristas que vienen de China, Vietnam y Bangladesh. Este es el método que ha elegido sobre todo la archidiócesis de Seúl. Además muchos misioneros coreanos se encuentran en los países del Sureste asiático, en África, en Mongolia y en China.

(de la homilía pronunciada por el cardenal
Nicholas Cheong Jinsuk durante la misa celebrada
el domingo 26 de marzo en la parroquia de su título presbiteral, Santa María Inmaculada de Lourdes,
en el barrio romano de Boccea)


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