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EDITORIAL
Sacado del n. 08 - 2006

Más inútiles matanzas


La tradición de la política exterior italiana de la posguerra rechaza la pretensión –en el conflicto mediooriental– de considerarlo un enfrentamiento entre ángeles y demonios. Son dos pueblos que tratan desesperadamente –lo digan o no lo digan– un camino de encuentro, que al final no tendrá más remedio que hallarse. Entonces se echarán tristemente las cuentas de tantas inútiles matanzas


Giulio Andreotti


Poco antes de las vacaciones de verano nos ocupamos en el Senado de dos temas muy importantes relacionados respectivamente con la política exterior y la política italiana. De este segundo tema –la condonación– me ocuparé en septiembre .
Un socavón provocado por un misil lanzado por los combatientes de Hezbolá contra la ciudad de Nazaret, el 19 de julio de 2006

Un socavón provocado por un misil lanzado por los combatientes de Hezbolá contra la ciudad de Nazaret, el 19 de julio de 2006

La cuestión palestina vuelve a ser el centro de las preocupaciones generales. Se habla de la posibilidad de enviar una fuerza de mediación entre Líbano e Israel para conseguir el alto el fuego, a la espera de hallar una solución a la controversia. En realidad, creo ver cierto simplismo en ello puesto que no se trata de un conflicto por así decir clásico entre dos Estados y se sigue sin querer ver el punto central, es decir, la tragedia de los palestinos concentrados desde hace medio siglo en territorio libanés sin que se entrevea ninguna solución a su tremendo status quo. Puede que haya quien utilice esta tragedia para remover las aguas; pero no deja de ser cierto que sin un proyecto de apoyo a esta masa de desheredados –que se calculaban en el medio millón, pero que ahora casi se ha duplicado–, no sólo no terminarán las hostilidades específicas, sino que se les quitará argumentos válidos a los palestinos de las otras áreas que quieren seguir creyendo en soluciones pactadas.
En el reciente encuentro romano el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, parecía casi resignado ante la firme posición palestina a la hora de pedir el “justo regreso”.
¿Qué soluciones podrían llegar a examinarse? Ante todo comprobar si es posible encontrar zonas disponibles a aceptar el asentamiento asistido de palestinos.
Una de las víctimas de la matanza de Caná, donde un misil israelí destruyó un edificio provocando la muerte de sesenta personas, entre ellas treinta y siete niños, el 30 de julio de 2006

Una de las víctimas de la matanza de Caná, donde un misil israelí destruyó un edificio provocando la muerte de sesenta personas, entre ellas treinta y siete niños, el 30 de julio de 2006

En relación parcial con esto, he recordado que el primer esquema de reconstrucción del Estado judío fue localizado por el fundador del sionismo, el señor Herzl, en Uganda. Quizá quienes lo sugirieron fueron los ingleses, preocupados por no perder su poder en Palestina, pero al morir Herzl no se volvió a hablar más de ello, y se concentraron todos los esfuerzos en Jerusalén y sus alrededores.
Los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y los violentos atentados llevados a cabo por los israelíes convencieron a Londres a la retirada. Yo recuerdo la sorpresa cuando el ministro Sforza comunicó la noticia, que le había sido dada por Bevin.
Italia no estaba entonces en la ONU (nos admitieron sólo en 1955) y no estábamos al corriente de lo que se decidía en Nueva York. No carece de fundamento considerar que la decisión simultánea del nacimiento del Estado israelí y del Estado árabe (éste último no definido de manera inequívoca) fue precipitada y quizá temeraria. Sin duda los palestinos, con sus reacciones irreflexivas contra Israel, dieron comienzo a un entresijo de acontecimientos del que sigue siendo difícil saber cómo se puede salir.
He participado varias veces en reuniones sobre el tema, incluidos dos coloquios triangulares entre excombatientes israelíes, palestinos y jordanos. El ansia de dar con una solución es compartida, pero siguen dominando la desconfianza y la confusión.
El propio Sharon, que desde luego no puede ser considerado filopalestino, despertó grandes esperanzas con sus valientes decisiones sobre los colonos de Gaza, pero al mismo tiempo defendió el proyecto del “muro”, que difícilmente puede dejar de ponerse en relación con los recuerdos negativos de los guetos.
En las últimas semanas hemos escuchado con frecuencia noticias de acontecimientos en ciudades de nuestra querida tradición cristiana, como Nazaret y Caná.
La ciudad de la Virgen, que hace algunos años fue objeto de fuertes enfrentamientos, incluso con la ocupación de la Basílica, ha sido ahora blanco del lanzamiento de tremendas bombas. A su vez, Caná –la ciudad del dulce primer milagro de Jesús por cariño hacia los recién casados– sufrió un bombardeo en el que se ha vuelto a repetir la matanza de los inocentes.
La tradición de la política exterior italiana de la posguerra rechaza la pretensión –en el conflicto medioriental– de considerarlo un enfrentamiento entre ángeles y demonios. Son dos pueblos que buscan desesperadamente –lo digan o no– un camino de encuentro, que al final no tendrá más remedio que hallarse. Entonces se echarán tristemente las cuentas de tantas inútiles matanzas.


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