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JORDANIA
Sacado del n. 12 - 2006

Escuelas católicas en Jordania

La estrategia de la discreción


La discreción y adaptación a las cambiantes circunstancias políticas han marcado desde los tiempos apostólicos los acontecimientos de los cristianos en las tierras del Jordán. Una actitud conciliadora que ha funcionado hasta el día de hoy. Pero ahora…


por Gianni Valente


Liturgia de sufragio en la iglesia ortodoxa de Amán por las 57 víctimas de los atentados ocurridos en la capital jordana en noviembre de 2005

Liturgia de sufragio en la iglesia ortodoxa de Amán por las 57 víctimas de los atentados ocurridos en la capital jordana en noviembre de 2005

En el atrio de la escuela de Anjara, en el norte de Jordania, un mural naïf representa a Jesús de la mano de María y José ante su casa de Galilea. La frase en árabe refiere las palabras del Evangelio de san Lucas, después de que la Virgen regañara a su hijo, al que acababan de encontrar con los doctores del Templo, por haberse alejado sin advertirles: «Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos». Ejemplo de filial mansedumbre sugerido ni siquiera demasiado subliminalmente a los alumnos inquietos que arman jaleo en las aulas. Pero también imagen de la misma flexible docilidad ante las circunstancias de la historia y la sucesión de los poderes terrenales que se colige de la historia del cristianismo en Jordania.
Hoy en el Reino hachemita los bautizados son algunos miles. Pero en las tierras de Transjordania, donde Jesús recibió el bautismo de manos de Juan el Bautista la fe cristiana nunca fue extranjera. A Gadara, cuyas ruinas están cerca de la actual Umm Qays, llegó el propio Jesús y curó a dos endemoniados en el episodio narrado en el Evangelio de Mateo. Mientras que san Pablo atravesó probablemente el país en su viaje a Arabia, como se narra en la Epístola a los Gálatas. En una cueva descubierta en Ader, en la propiedad de la parroquia de San José, son visibles algunas cruces pintadas que según los expertos del Studium Biblicum Franciscanum dan fe de que la pequeña caverna fue lugar de encuentro de cristianos ya en el siglo I. Pero son sobre todo las ruinas de innumerables iglesias de los siglos IV y V esparcidas por toda Jordania las que testimonian que en aquella época el cristianismo jordano florecía en los centros urbanos helenizantes.
En aquel período obispos de ciudades como Filadelfia (la actual Amán), Esbus y Aila (la actual Aqaba), participan en el Concilio de Nicea. La fe en Jesús alcanza también lo que queda del antiguo pueblo de los nabateos, cuya antigua capital Petra tendrá su catedral en 447. Fuera de los centros urbanos se vuelven cristianas también algunas tribus árabes nómadas o seminómadas del desierto. En la primera mitad del siglo VII, cuando las incursiones de los caballeros árabes dan comienzo a la conquista islámica, algunos de estos clanes tribales establecen alianzas con los invasores consanguíneos, asegurándose de este modo la protección mediante el pago de tributos. En especial la aún influyente tribu de Al Azeizat (“los refuerzos”) combatió al lado de las milicias del Profeta ganándose el nombre y el sempiterno respeto de los nuevos dominadores. Durante los siglos posteriores, mientras las ciudades helenizantes se despueblan y entran en decaencia, una diminuta presencia cristiana sobrevive durante siglos en los territorios de Transjordania gracias a estas tribus marginales, en un área que también llegó a ser marginal tras el traslado del califato a Bagdad. El artificial y efímero asentamiento de los principales cruzados de Transjordania no modifica la situación. Solo con la llegada de los otomanos el área vuelve a conocer una apariencia de administración político-territorial que garantiza los particularismos de las minorías religiosas, aunque de manera subordinada. Los cristianos de Transjordania –censados en menos de tres mil bajo el reino de Solimán II– quedan sometidos casi todos a la jurisdicción del patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, que, sin embargo, no les dedica ningún cuidado pastoral. En la anarquía que sigue caracterizando la vida de la región, las tribus conservan su propia y tenue conexión de pertenencia al cristianismo más que nada como señal de diferenciación respecto a los otros clanes tribales de fe islámica. «Los beduinos cristianos de Jordania, no menos belicosos que sus vecinos musulmanes, sabrán hacerse respetar. En cuanto a las tribus demasiado vulnerables, es fácil para ellos colocarse bajo la protección de tribus musulmanas más poderosas, pagando un impuesto» (J. P. Valognes, Vie et mort des chrétiens d’Orient, Fayard, París 1994, p. 618).

Para construir iglesias y escuelas la amistad con los jeques locales y los funcionarios turcos había de comprarse con algunos regalos. Toda la habilidad consistía en mantener esta generosidad dentro de límites razonables
Santos sobornos
A mediados del siglo XIX las Iglesias cristianas de Palestina –latinos, greco-católicos, anglicanos– con el consentimiento de la Sublime Puerta se aventuran por las tierras de Transjordania en buscan de sus fieles autóctonos. El Patriarcado de Jerusalén se revela enseguida como la realidad pastoralmente más dinámica. Gracias sobre todo a la fundación de las primeras escuelas, misioneros padosos y listos de larga y no cuidada barba –entre quienes estaban Jean Morétain, Giuseppe Gatti, Alessandro Macagno– viven una aventura apostólica única y exaltadora entre políticos corruptos, tribalismos bárbaros y fanatismos religiosos, en un ambiente cerrado y primitivo. «Diciendo el Dominus vobiscum y predicando a mis parroquianos, miraba hacia abajo y veía más cuernos y cabezas de animales que de fieles», cuenta el padre Morétain describiendo su primera misa en Salt, celebrada en una casa de cristianos que hacía también de establo. Para construir iglesias, escuelas y otras obras, a menudo hay que vérselas con la voraz corrupción de las autoridades turcas de la región. «Según usos y costumbres consolidados», escribe Pierre Médebielle en su historia de la misión de Salt, «la amistad indispensable con los jeques locales y los funcionarios turcos había de comprarse con algunos regalos. Toda la habilidad consistía en mantener esta generosidad dentro de límites razonables». Ya entonces, en las relaciones con la mayoría musulmana, la impermeabilidad religiosa es un tabú compartido por ambas partes: Médebielle habla de un cristiano que en 1882 había decapitado con sus propias manos a su hija culpable de haberse concedido a un musulmán. Pero salvo la prohibición de convertir, la convivencia transcurre habitualmente tranquila, con momentos de afabilidad recíproca: como cuando un jeque de Karak le escribe al patriarca de Jerusalén pidiéndole que le envíe un cura para que cuide a sus conciudadanos cristianos. La frágil pax religiosa se rompe aquí y allá por las faidas tribales o por el fanatismo de algunos jefes musulmanes. Pero las comunidades cristianas pagan sobre todo los contragolpes de las políticas occidentales en Oriente Medio. La Primera Guerra Mundial ofrece un pretexto para violentísimas represalias anticristianas en la región, con los turcos incitando a los musulmanes a la razzia, y gran parte de los cristianos obligados a escapar tras las tropas inglesas. El regreso, una vez terminada la guerra, ofrece un espectáculo desolador: las iglesias transformadas en establos, las casas religiosas y las escuelas destruidas. Una carta de Bishara Farwagi, en aquella época párroco de Salt, da una idea de la situación: «La vista de Salt causa piedad. Fuheis sigue ardiendo y el gobernador me dice que ha quedado reducida a un montón de escombros. […] Todo ello requiere nuevas energías».

El rey Abdulá II y la princesa Rania con los jefes de las Iglesias cristianas de Jordania, en una foto de 2001. El primero de la izquierda es Georges El Murr, arzobispo de Petra y Filadelfia de los griego-melquitas

El rey Abdulá II y la princesa Rania con los jefes de las Iglesias cristianas de Jordania, en una foto de 2001. El primero de la izquierda es Georges El Murr, arzobispo de Petra y Filadelfia de los griego-melquitas

Entre el rey Husein y la OLP
A la Jordania de hoy generalmente se la agrupa entre los países islámicos “moderados”. Y sin embargo el Reino hachemita, nacido bajo la tutela del precedente protectorado británico de Transjordania, nunca ocultó su fisonomía de Estado musulmán. En la nación, regida por una dinastía que legitima su poder en su descendencia en línea directa de Mahoma, nunca echaron raíces las teorías laicas y progresistas del nacionalismo panárabe que hasta los años setenta predominaban en los países vecinos, como Siria, Egipto, Irak. Y cuando los demás países árabes desencadenaban campañas policíacas contra los Hermanos musulmanes, en Jordania los militantes del movimiento de renacimiento islámico y también los rigoristas salafíes siempre gozaron de plena libertad de acción y propaganda. La compenetración entre religión islámica e instituciones del Estado se pone en práctica sin marcha atrás. El gran muftí y los imanes de las mezquitas son nombrados por el poder civil, que vigila sus actividades. Los altos dignatarios islámicos son consultados para juzgar la conformidad de las decisiones gubernamentales con los preceptos coránicos.
Los cristianos de Jordania nunca han planteado objeciones de principio ante la legitimación islámica del sistema institucional, limitándose a aprovechar la aplicación “moderada” de las reglas coránicas por parte de los reyes. El islam es religión de Estado, pero la Constitución de 1952 sanciona la igualdad de todos los jordanos ante la ley sin discriminaciones fundadas «en la raza, la disciplina y la religión». Se garantiza «la libre expresión de todas las formas de culto y de religión, de acuerdo con las costumbres seguidas en Jordania», y también la libertad de enseñanza («las Congregaciones tendrán derecho a establecerse y mantener sus propias escuelas para la educación de sus miembros», reza el artículo 19).
En las tempestades y las situaciones difíciles atravesadas por Jordania en los últimos decenios, las minorías cristianas han manifestado por lo general su lealtad y reconocimiento hacia la dinastía hachemita. Las repetidas oleadas de refugiados palestinos, que escapan de los territorios ocupados por Israel, han venido modificando progresiva e irreversiblemente el perfil étnico-demográfico de la nación. En los años sesenta, incluso algunos cristianos palestinos de Jordania –como el marxista Nayef Hawatmeh, nativo de Salt– figuraban entre los altos dirigentes de la OLP y de las otras organizaciones palestinas –verdadero Estado dentro del Estado- que el rey Husein hizo desmantelar y expulsar del país en el famoso “septiembre negro” de 1970. Pero aquel fue el único momento en el que entre algunos súbditos cristianos de origen palestino hubo una oscilación entre la simpatía por la dinastía musulmana “protectora” y la atracción por la militancia política revolucionaria que parecía querer la caída de la monarquía.

Los violines de Anjara
El resultado paradójico de tanta condescendencia de los cristianos jordanos frente las circunstancias históricas es una visibilidad pública y una relevancia político-social sin duda desproporcionadas si se tiene en cuenta el porcentaje mínimo de bautizados en el país.
Muchachas católicas iraquíes participan en la misa en la parroquia de Cristo Rey en Misdar, en el centro de Amán

Muchachas católicas iraquíes participan en la misa en la parroquia de Cristo Rey en Misdar, en el centro de Amán

En el Parlamento 9 de los 110 escaños están reservados a los cristianos. Es cristiano el actual ministro de Trabajo, Bassem al Salem, y precedentes gobiernos tuvieron hasta tres ministros de fe cristiana. Hay cristianos en los altos rangos del ejército, en la corte real, en la administración de la justicia, en las altas esferas de las empresas y bancos nacionales. Son cristianos los periodistas Fahed Alfanek, Tarek Masarwa y Salwa Amarin, muy influyentes en el país. Y sin embargo, otra paradoja más, precisamente este gratificante status social ganado sin pisar a nadie, sin extenuantes batallas identitarias de minoría en lucha, termina alimentando en algunos cristianos de las clases altas cierto síndrome de élite asediada frente a los fenómenos alarmantes que toman forma en el tejido social del país, ese grumo de frustraciones y resentimientos, desocupación endémica e impotentes pulsiones consumistas, que en las periferias deprimidas de los aglomerados urbanos pulveriza las antiguas tradiciones tribales beduinas y se aferra a los eslóganes resentidos de la ideología islamista. Abu Musab al Zarqawi, el ambiguo bandido yihadista transformado por la estrategia norteamericana en mito mediático, indicándole como el anillo de conjunción entre Al Qaeda y el régimen iraquí de Sadam Husein, había nacido y crecido en Zarqa, en los años en los que la periferia de la “Chicago de Jordania” se llenaba con las barracas de los campos de refugiados palestinos.
No es de extrañar, pues, que las familias cristianas ricas de Jordania se muestren inquietas por su futuro y manden a muchos de sus hijos al extranjero. De este modo, sin aparentes presiones, también la emigración de los cristianos jordanos da su aportación a la silenciosa extinción de las comunidades cristianas en los países árabes, un olvidado efecto colateral también de las desconsideradas geopolíticas occidentales en Oriente Medio.
Pero no todos pueden irse. A los niños de la escuela de Anjara, además, ni se les pasa por la cabeza. Ahora que el padre Hugo ha conseguido dos violines y ha contratado como maestro al director musulmán de la banda militar, quisieran pasar todas las tardes jugando a ser grandes músicos.





MOMENTOS DE CARIDAD

Para ayudar a las escuelas del Patriarcado latino en Jordania se pueden seguir varios caminos (hermanamientos escolares, apoyo económico a distancia a estudiantes individuales). Para conseguir información se puede contactar con el padre Hanna Kildani (email: kildani@wanadoo.jo) o Nader Twal (email: ntwal@hcef.org).
También se puede enviar dinero a la siguiente cuenta bancaria del Jordan National Bank:

Titular:
General Administration-Latin Patriarchate Schools
Jordan National Bank
Núm. de c/c: 5002301035500443-04
Swift Code: JONBJOAX
Branch: Private Banking Branch

Las Hermanas de la Familia religiosa del Verbo Encarnado alojan en su casa de Anjara a diez niñas huérfanas o procedentes de situaciones familiares problemáticas. Para informarse sobre esta iniciativa, puede contactarse con el párroco Hugo Alaniz (hugoalaniz@ive.org).
También se puede enviar dinero a la siguiente cuenta bancaria del Bank of Jordan:

Titular:
Patricia Carbajal
Bank of Jordan
Núm. de c/c: 0013030870640001
Swift Code: BJORJOAX
Branch: Ajlun Branch


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