Vida cotidiana del Vicariato apostólico de Arabia
«¿Por qué los cristianos os compartáis así?»
por Giovanni Cubeddu
Monseñor Paul Hinder con su predecesor monseñor Giovanni Bernardo Gremoli
¿Más burocracia? «Espero simplemente que la Secretaría de Estado ayude a los obispos…» comenta sereno monseñor Hinder. De hecho, en el Vicariato de Arabia las verdaderas cuestiones son evidentemente otras. El sentimiento antioccidental alimentado por los resultados desastrosos de la guerra en Irak aumenta la desconfianza hacia “los cristianos”, que se hallan en el punto de mira de las corrientes más extremas. «No recuerdo, ni siquiera en los momentos inmediatamente sucesivos a las polémicas por la lección del papa Benedicto XVI en Ratisbona, un solo acto que haya puesto físicamente en peligro a los cristianos del Vicariato», dice Hinder, que contribuyó obviamente a explicar bien la lectio magistralis del Papa a sus interlocutores islámicos, en coloquios directos y con una carta abierta publicada con ocasión del mes de Ramadán. Añade monseñor Hinder: «Cada vez está más claro, con el paso del tiempo, que lo que dijo el Papa en Ratisbona nos va a ayudar, porque puso el diálogo en un nivel más realista: si en Europa la confrontación entre fe y razón no se ha agotado nunca, la lección del Papa introdujo el tema en el diálogo interreligioso. Y, en el fondo, la razón ilustrada por la fe nos dice que, en un Estado secular como en un Estado islámico, podemos vivir en amistad». Que es recíproca. El vicario recuerda un recibimiento en Abu Dabi y los comentarios benévolos y liberales de invitados islámicos hacia el Papa después de Ratisbona. Y además, en estas reuniones de diplomáticos, donde a veces se va dando mucho, si no todo, por descontado –los cumplidos, las críticas, las sutilezas verbales inmersas en lugares comunes–, quizá algo se mueve. Recuerda el vicario: «En mayo, el embajador de un país islámico, no árabe, me para y me pregunta: “¿Por qué cuando sucede un desastre natural, una catástrofe, los cristianos sois los primeros en llegar, y ayudáis a todos, sin distinción de religión?” Le contesté sin pensarlo: “Es nuestro fundador. Nos viene de Jesús, nada más”».
Paul Hinder celebró sus cuarenta años de sacerdocio el pasado 4 de julio. Su predecesor y hermano capuchino, el primer vicario apostólico de Arabia, Louis Lasserre, llegó a Adén después de tribulaciones y exilios, que padeció tanto en Europa como en las tierras de misión (había sido también obispo en Marruecos y luego en Etiopía). Lasserre cuando era niño fue curado milagrosamente por intercesión de Notre Dame de Fouvière, a quien está consagrado el famoso santuario mariano de Lyón, entró luego en el seminario diocesano y después del diaconado pasó a los capuchinos. En un momento de duda, el joven Louis pidió ayuda para poder consolidar su vocación, y la recibió del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney: «No olvides», le dijo el Santo Cura, «que esta es la voluntad del Señor». Luego Lasserre se fue a las misiones.