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SANTO ROSTRO
Sacado del n. 04 - 2009

Indicios de la resurrección de Jesús

El Sudario de Oviedo


En la capital del Principado de Asturias se conserva desde el siglo VIII, según una tradición, el «Sudario del Señor». Las investigaciones científicas han encontrado manchas de sangre compatibles con las de la Sábana Santa


por Lorenzo Bianchi


El Sudario de Oviedo (Asturias, España). Según una tradición, es el paño con el que fue cubierto el rostro de Jesús durante eldescendimiento 
de la cruz y el traslado al sepulcro. Las manchas de sangre impresas en el paño son compatibles, por composición, grupo sanguíneo y difusión geométrica, con las de la Sábana Santa de Turín

El Sudario de Oviedo (Asturias, España). Según una tradición, es el paño con el que fue cubierto el rostro de Jesús durante eldescendimiento de la cruz y el traslado al sepulcro. Las manchas de sangre impresas en el paño son compatibles, por composición, grupo sanguíneo y difusión geométrica, con las de la Sábana Santa de Turín

Desde hace varios años se están llevando a cabo investigaciones científicas, aunque pocos lo saben, sobre el Sudario que se conserva en la Catedral de San Salvador de Oviedo (Asturias, España septentrional). Se trata de un paño de forma rectangular, solo parcialmente regular, de lino, cuya medida aproximada es de 53 por 86 centímetros, de igual composición que el de la Sábana Santa por dimensiones de las fibras, textura y torcedura, a excepción de la trama, que es de tipo octagonal para el Sudario y sarga en espiga para la Sábana Santa. A simple vista se ven sólo unas manchas de color marrón claro de distinta intensidad, que han resultado ser de sangre humana; los análisis al microscopio han mostrado también otras manchas de sangre (algunas puntiformes), además de granos de polen y huellas de aloe y mirra. Tradicionalmente las fuentes históricas ponen en relación el sudario con la pasión de Jesús; se expone al público tres días al año: el Viernes Santo y el primer día y el último del Jubileo de la santa Cruz, es decir, el 14 de septiembre (la fiesta de la santa Cruz) y el 21 de septiembre (fiesta de san Mateo).

La historia
Las noticias que han llegado hasta nuestros días sobre su historia se derivan sobre todo de la reconstrucción medieval hecha en el Liber Testamentorum por Pelayo, obispo de Oviedo desde 1101 a 1130 (año en que fue depuesto), muerto en 1153. Afirma que el Sudario, procedente del sepulcro de Jesús, fue conservado en Jerusalén con otras reliquias en un arca de madera de cedro, que permaneció allí hasta la época de la conquista de la ciudad por el rey persa Cosroes II, en el 614, cuando un monje de nombre Felipe huyó llevándosela a Alejandría (Egipto). Al llegar los persas en el 616, Felipe llevó el arca desde el Norte de África a la península ibérica, y la entregó a san Fulgencio, obispo de Écija, que se la dio a su hermano san Leandro, obispo de Sevilla (en realidad Leandro murió hacia el año 600). San Isidoro, hermano también de Leandro y su sucesor, se la regaló a su discípulo san Ildefonso (607-667), que, cuando en el 657 fue consagrado obispo de Toledo, se la llevó consigo a la capital del reino hispano-visigodo.
A estas noticias de Pelayo podemos añadir la referencia que hace del «sudario del sepulcro de Cristo» el peregrino Antonino di Piacenza en el 570, que conocía la colocación en la gruta de un monasterio en las orillas del río Jordán, cerca de Jericó (pero no dice que lo viera); mientras que san Braulio, obispo de Zaragoza desde el 631 al 651, habla de su hallazgo (no queda claro dónde, pero probablemente en España). Otro peregrino, en cambio, el obispo Algulfo, dice que vio el Sudario en Jerusalén en el 670.
Según Pelayo, desde Toledo, por miedo de los árabes que habían comenzado la invasión de España en el 711, el Sudario y las otras reliquias, colocadas en una nueva arca de roble, fueron trasladados directamente a Oviedo, en Asturias. Otra tradición, quizás más digna de fe, dice, en cambio, que el sudario y las reliquias fueron escondidos en una ermita del Monsacro, un monte a diez kilómetros de Oviedo. Sólo hacia el 840 el rey de Asturias Alfonso II el Casto (791-842) las llevó a Oviedo y mandó construir en su palacio la “Cámara Santa”, una capilla que desde entonces custodia el arca con las reliquias (actualmente la capilla se encuentra en la Catedral gótica de San Salvador, construida en el siglo XIV).
Después de una posible apertura del arca que tuvo lugar quizás en las primeras décadas del siglo XI, un documento del 14 de marzo de 1075 (del que se conserva una copia del siglo XIII en el archivo de la Catedral de Oviedo) nos atestigua la apertura realizada un día antes en presencia del rey de Castilla y León Alfonso VI (1065-1109) y nos da el primer inventario del contenido, con la expresa mención «de Sudario eius [Domini]». Mención que aparece también en el revestimiento de plata del arca, que mandó hacer el mismo Alfonso VI y que fue realizado unos años después de su muerte, como atestigua la fecha grabada en el metal (1113).
El arca se vuelve a abrir en la época del obispo Diego Aponte de Quiñones (1585-1598) cuando el rey Felipe II ordenó un nuevo inventario de las reliquias a su enviado Ambrosio de Morales.
Así pues, la historia del Sudario, que en sustancia se remonta a un testimonio muy tardío (pleno siglo XII), no parece ser muy fiable. Y, sin embargo, en contra de toda expectativa, las investigaciones científicas no la contradicen, sino que al contrario la refuerzan.

La Catedral de San Salvador de Oviedo (siglo XIV), que comprende la “Cámara Santa” dentro de la cual se conserva el arca que contiene las reliquias que llegaron a Oviedo en el siglo VIII, entre ellas el “Sudario 
del sepulcro de Cristo”

La Catedral de San Salvador de Oviedo (siglo XIV), que comprende la “Cámara Santa” dentro de la cual se conserva el arca que contiene las reliquias que llegaron a Oviedo en el siglo VIII, entre ellas el “Sudario del sepulcro de Cristo”

Investigaciones científicas
Los primeros estudios sobre el Sudario comienzan a partir de 1965 y los lleva a cabo monseñor Giulio Ricci, que presenta algunas analogías con la Sábana Santa, en cuyo estudio tenía mucha experiencia. Las investigaciones más recientes (el último congreso internacional de estudio sobre el Sudario se celebró en Oviedo en abril de 2007), que el Equipo de Investigación del Centro Español de Sindonología (EDICES) sigue realizando, han podido determinar ante todo que el sudario fue colocado sobre el rostro de un hombre, ya cadáver, doblado y sujeto detrás de la cabeza. Una cuádruple serie de manchas, simétricas en ambos lados del paño doblado, resulta estar compuesta por un parte de sangre y seis partes de líquido de edema pulmonar, sustancia que se acumula en los pulmones a causa de la muerte por asfixia, como la que ocurre tras una crucifixión. El hombre al que pertenece la sangre presente en el Sudario de Oviedo murió por las mismas causas que el hombre de la Sábana Santa. Algunas manchas están superpuestas a otras de modo que resulta claro que estas últimas ya estaban secas cuando se formaron las que se sobrepusieron, y por tanto los estudiosos han podido establecer también que el Sudario fue colocado sobre el rostro del difunto por lo menos en dos momentos distintos. Entre las manchas se distinguen también huellas de dedos, situadas en la zona de alrededor de la boca y de la nariz, dejadas probablemente por quien estaba tratando de parar el flujo de sangre de la nariz después que el paño había sido enrollado sobre la cabeza. Además de las manchas de líquido de edema se ven otras de distinto tipo, entre ellas pequeños puntos de sangre provocados por pequeños cuerpos puntiagudos, quizás espinas.
Pero la coincidencia más notable es que las manchas en el Sudario han mostrado correspondencia geométrica con las de la Sábana Santa, respecto a las cuales son algo más extensas. La huella de la nariz, medida tanto en la Sábana Santa como en el Sudario, resulta que tiene la misma longitud de ocho e;n los pólenes encontrados en el Sudario, que fueron estudiados en 1979 por el biólogo Max Frei, y que resultan compatibles con el ambiente palestino del siglo I. En particular, el biólogo encontró huellas de pólenes de seis tipos de plantas distintas. Dos eran plantas características de Palestina: quercus calliprinos y tamarindus. Los otros pólenes procedían del Norte de África y de España, confirmando inesperadamente el itinerario del Sudario descrito por el obispo Pelayo. Y, por último, también remite a la Palestina del siglo I, como en el caso de la Sábana Santa, el proceso de tejido del lino, el material del que está hecho el objeto.
Todos los resultados científicos parecen, pues, llevar a la conclusión de que el Sudario de Oviedo y la Sábana Santa estuvieron en contacto con la misma persona. Y esto sucede en momentos muy próximos pero distintos: ciertamente primero el Sudario respecto a la Sábana Santa, ya sea porque la amplitud mayor de las manchas presupone una sangre más fluida, ya sea porque en el Sudario encontramos sólo la sangre pero no la imagen en negativo que en cambio aparece en la Sábana Santa, que sabemos que se formó en un momento posterior a las manchas de sangre. Teniendo en cuenta lo que se ha podido observar, se ha planteado la hipótesis de que el Sudario de Oviedo puede ser el paño que sirvió, según la costumbre judía, para cubrir el rostro de Jesús durante el traslado de la cruz al sepulcro, que se quitó del rostro antes de que éste fuera cubierto con la Sábana Santa; y que, precisamente por estar empapado de sangre, tuvo que dejarse (según las prescripciones fúnebres judías) en el sepulcro. Con todo, no podemos, sin embargo establecer que este sea el sudario que vio Juan y del que nos habla en el Evangelio.
Existe otro objeto que muestra notables correspondencias geométricas tanto con la Sábana Santa de Turín como con el Sudario de Oviedo: el Santo Rostro de Manoppello.


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