Home > Archivo > 03/04 - 2012 > Surrexit Christus spes mea
PASCUA 2012
Sacado del n. 03/04 - 2012

Surrexit Christus spes mea


Fragmentos sacados de las homilías y de los discursos del Papa Benedicto XVI para la celebración de la Santa Pascua
 


por el papa Benedicto XVI


Jesús resucitado y María Magdalena, Giotto, Capilla de los Scrovegni, Padua

Jesús resucitado y María Magdalena, Giotto, Capilla de los Scrovegni, Padua

 

El lenguaje de quien es verdaderamente niño

 

«Los discípulos, cuya cercanía buscó Jesús en esta hora de extrema tribulación, como elemento de apoyo humano, pronto se durmieron. No obstante, escucharon algunos fragmentos de las palabras de la oración de Jesús y observaron su actitud. Ambas cosas se grabaron profundamente en sus almas, y ellos las transmitieron a los cristianos para siempre. Jesús llama a Dios “Abbá”. Esto significa – como añaden – «Padre». Pero no de la manera en que se usa habitualmente la palabra «padre», sino como expresión del lenguaje de los niños, una palabra afectuosa con la cual no se osaba dirigirse a Dios. Es el lenguaje de quien es verdaderamente “niño”, Hijo del Padre, de aquel que se encuentra en comunión con Dios, en la más profunda unidad con él».

 

Homilía del Jueves Santo, misa in Coena Domini, 5 de abril

 

 

Los cristianos al arrodillarse se ponen en comunión con la oración de Jesús

 

«Lucas, en cambio, afirma que Jesús oraba arrodillado. En los Hechos de los Apóstoles, habla de los santos, que oraban de rodillas: Esteban durante su lapidación, Pedro en el contexto de la resurrección de un muerto, Pablo en el camino hacia el martirio. Así, Lucas ha trazado una pequeña historia del orar arrodillados de la Iglesia naciente. Los cristianos al arrodillarse se ponen en comunión con la oración de Jesús en el monte de los Olivos. En la amenaza del poder del mal, ellos, en cuanto arrodillados, están de pie ante el mundo, pero, en cuanto hijos, están de rodillas ante el Padre. Ante la gloria de Dios, los cristianos nos arrodillamos y reconocemos su divinidad, pero expresando también en este gesto nuestra confianza en que él triunfe».

 

Homilía del Jueves Santo, misa in Coena Domini, 5 de abril

 

 

La materia prima del mundo es buena. El ser es bueno en sí mismo. Y el mal no proviene del ser creado por Dios

 

«¿Qué quiere decir con esto el relato de la creación? La luz hace posible la vida. Hace posible el encuentro. Hace posible la comunicación. Hace posible el conocimiento, el acceso a la realidad, a la verdad. Y, haciendo posible el conocimiento, hace posible la libertad y el progreso. El mal se esconde. Por tanto, la luz es también expresión del bien, que es luminosidad y crea luminosidad. Es día en el que podemos actuar. El que Dios haya creado la luz significa que Dios creó el mundo como un espacio de conocimiento y de verdad, espacio para el encuentro y la libertad, espacio del bien y del amor. La materia prima del mundo es buena, el ser es bueno en sí mismo. Y el mal no proviene del ser, que es creado por Dios, sino que existe sólo en virtud de la negación. Es el “no”».

 

Homilía de la Vigilia pascual, Sábado Santo, 7 de abril

 

 

Benedicto XVI [© Osservatore Romano]

Benedicto XVI [© Osservatore Romano]

Con él puedo esperar que mi vida sea plena

 

«Todo cristiano revive la experiencia de María Magdalena. Es un encuentro que cambia la vida: el encuentro con un hombre único, que nos hace sentir toda la bondad y la verdad de Dios, que nos libra del mal, no de un modo superficial, momentáneo, sino que nos libra de él radicalmente, nos cura completamente y nos devuelve nuestra dignidad. He aquí por qué la Magdalena llama a Jesús “mi esperanza”: porque fue él quien la hizo renacer, le dio un futuro nuevo, una existencia buena, libre del mal. “Cristo, mi esperanza”, significa que cada deseo mío de bien encuentra en él una posibilidad real: con él puedo esperar que mi vida sea buena y sea plena, eterna, porque es Dios mismo que se ha hecho cercano hasta entrar en nuestra humanidad».

 

Mensaje Urbi et orbi, Santa Pascua, 8 de abril

 

 

Surrexit Christus, spes mea

 

«“Surrexit Christus, spes mea – Resucitó Cristo, mi esperanza” (Secuencia pascual). Llegue a todos vosotros la voz exultante de la Iglesia, con las palabras que el antiguo himno pone en labios de María Magdalena, la primera en encontrar en la mañana de Pascua a Jesús resucitado. Ella corrió hacia los demás discípulos y, con el corazón sobrecogido, les anunció: “He visto al Señor” (Jn 20,18). También nosotros, que hemos atravesado el desierto de la Cuaresma y los días dolorosos de la Pasión, hoy abrimos las puertas al grito de victoria: “¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!”».

 

Mensaje Urbi et orbi, Santa Pascua, 8 de abril

 

 

En el corazón de la Virgen María, la madre de Jesús, la llama quedó encendida de modo vivo incluso en la oscuridad de la noche

 

«Con la muerte de Jesús, parecía fracasar la esperanza de cuantos confiaron en él. Pero aquella fe nunca faltó completamente: sobre todo en el corazón de la Virgen María, la madre de Jesús, la llama quedó encendida de modo vivo incluso en la oscuridad de la noche».

 

Mensaje Urbi et orbi, Santa Pascua, 8 de abril

 

 

Entonces él, Jesús, es alguien del que podemos fiarnos de modo absoluto, y no solamente confiar en su mensaje, sino precisamente en él

 

«Queridos hermanos y hermanas, si Jesús ha resucitado, entonces –y sólo entonces– ha ocurrido algo realmente nuevo, que cambia la condición del hombre y del mundo. Entonces él, Jesús, es alguien del que podemos fiarnos de modo absoluto, y no solamente confiar en su mensaje, sino precisamente en él, porque el resucitado no pertenece al pasado, sino que está presente hoy, vivo».

 

Mensaje Urbi et orbi, Santa Pascua, 8 de abril

 

 

Si Cristo no ha resucitado, vana es también vuestra fe

 

Queridos hermanos y hermanas:

¡Feliz día a todos vosotros! El lunes después de Pascua en muchos países es un día de vacación, en el que se puede dar un paseo en medio de la naturaleza o ir a visitar a parientes un poco lejanos para una reunión en familia. Pero quisiera que en la mente y en el corazón de los cristianos siempre estuviera presente el motivo de esta vacación, es decir, la resurrección de Jesús, el misterio decisivo de nuestra fe. De hecho, como escribe san Pablo a los Corintios, “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (1 Co 15, 14). Por eso, en estos días es importante releer los relatos de la resurrección de Cristo que encontramos en los cuatro Evangelios y leerlos con nuestro corazón. Se trata de relatos que, de modos diversos, presentan los encuentros de los discípulos con Jesús resucitado, y así nos permiten meditar en este acontecimiento estupendo que ha transformado la historia y da sentido a la existencia de todo hombre, de cada uno de nosotros».

 

Lunes del Ángel, después del Regina Caeli, 9 de abril



Italiano English Français Deutsch Português